Energía: de depender del petróleo a depender de los metales

Benjamin Louvet_noticia
Firma: cedida (OFI AM).

TRIBUNA de Benjamin Louvet, commodity fund manager, OFI AM. Comentario patrocinado por OFI Asset Management.

El pasado 24 de enero lanzamos el fondo OFI Financial Investment – Energy Strategic Metals, doce años después de crear nuestro primer fondo centrado en metales, OFI Financial Investment – Precious Metals. Este nuevo fondo se propone invertir en metales que, en opinión del equipo gestor, resulten estratégicos para la transición energética. El fondo presenta las mismas características que contribuyeron al éxito de nuestro primer fondo: UCITS V, liquidez diaria, no invierte en acciones de empresas mineras (por lo tanto, no está expuesto al mercado de renta variable), denominado en euros y cubriendo la exposición a dólar estadounidense y valorado conforme a los precios de liquidación por lo que no hay diferencial comprador-vendedor (oferta-demanda). 

Los metales: el nuevo petróleo

Si hablamos de metales tenemos que hablar necesariamente del cambio climático. Ya no hay duda de que el calentamiento global está vinculado a la actividad humana y a la emisión de gases de efecto invernadero, sobre todo dióxido de carbono. Con el Acuerdo de París, los países se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de 2ºC (preferiblemente, a menos de 1,5ºC) en 2100.

Sin embargo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si las emisiones mantienen el ritmo actual, agotaremos el volumen de CO2 permitido para lograr ese objetivo en tan solo 20 años. Por eso, nuestra única opción es abandonar cuanto antes los combustibles fósiles y empezar a usar tecnologías bajas en carbono, sobre todo las energías eólica, solar, nuclear e hidroeléctrica. Y estas tecnologías requieren grandes cantidades de metales.

Cobre y níquel: metales involucrados en estas tecnologías

Pensemos en el cobre y en el níquel, por ejemplo. El cobre está ganando cada vez más importancia en el contexto de las nuevas tecnologías bajas en carbono. Las crecientes necesidades de cobre para la fabricación de vehículos eléctricos y la generación de energía limpia están presionando al alza la demanda de este metal. También ayuda que, en los últimos años, el cobre se ha empezado a usar cada vez más en los entornos médicos como alternativa al plástico, gracias a sus propiedades antimicrobianas.

Esta mayor demanda, junto con una drástica reducción de la oferta (a causa de la pandemia de coronavirus) provocó que en 2020 el mercado de cobre experimentase un déficit de producción. Y no parece que esta tendencia vaya a mejorar en los próximos años, porque se estima que la demanda de cobre se duplicará de aquí a 2030 para satisfacer las necesidades relativas a la transformación de nuestro sistema energético.

En cuanto al níquel, se trata de un metal esencial para la fabricación de baterías eléctricas. Hasta la fecha, el 70% de la producción de este metal (se han producido unos dos millones de toneladas) se ha empleado en la fabricación de acero. Las previsiones de la Comisión Europea sitúan el consumo de níquel, solo por parte del sector de las baterías, en 2,6 millones de toneladas anuales en 2040. Y, debemos tener en cuenta que no está previsto que la producción de acero se reduzca. Además, hay un problema ya que no todo el níquel tiene la misma calidad.

¿En qué metales invierte la cartera?

El fondo está expuesto a través del índice Basket Energy Strategic Metals al comportamiento de los siguientes metales: cobre (14%), níquel (14%), aluminio (12%), plata (12%), platino (12%), zinc (12%), plomo (8%), paladio (8%) y oro (8%). Esta distribución será fija y rebalanceándose trimestralmente, pero podría cambiar una vez al año si el comité de inversión decide modificar la composición del índice a la que se expone el fondo. En concreto, el comité de inversión puede decidir añadir componentes al índice, eliminarlos o modificar las ponderaciones, siempre dentro de los límites que establece el folleto del fondo.

Implicación de la transición energética para las materias primas

A modo de previsión, Benjamin Louvet se remite al informe publicado en octubre por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que destacaba que el litio, el cobalto y el níquel podrían multiplicar su precio varios cientos de veces de aquí a 2030, mientras que el precio del cobre aumentaría un 60%. En opinión del FMI, estas estimaciones son conservadoras. No obstante, pese a estas perspectivas tan positivas, anticipamos que la evolución de estos metales no estará exenta de volatilidad.


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