Inversión de impacto o inversión sostenible: ¿cuál de ellas ganará entre los inversores?

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Cedida por DPAM

TRIBUNA de Ophélie Mortier, estratega de inversión sostenible y responsable en DPAM. Comentario patrocinado por Degroof Petercam Asset Management.

Si bien la redacción de la pregunta parece colocar estos dos enfoques de manera opuesta, en realidad este no es el caso. Se complementan entre sí, lo que los hace mutuamente beneficiosos y, en última instancia, esenciales entre sí. Tras participar en el último Foro de Sostenibilidad de Luxemburgo donde se debatió este tema, os comparto nuestra visión en cuatro puntos de análisis:

Las fortalezas y debilidades de ambos tipos de inversión son ampliamente conocidas

La inversión de impacto, a diferencia de las inversiones privadas, tiene una misión clara: su intención es visible, cuantificable y verificable. Queda el desafío de su acceso limitado a los inversores y, por lo tanto, su tamaño potencial y el alcance de su impacto.

Por su parte, las inversiones sostenibles y responsables se centran en los criterios ESG (Medio ambiente, Sostenibilidad y Buen Gobierno) desde una perspectiva de proceso y producto, incluyendo la licencia social de la compañía para operar y el impacto de sus productos en las cuestiones de ESG. Mientras que la industria aún se enfrenta al desafío de aclarar sus intenciones y en particular en cómo medirlo, el impacto es real y su magnitud y alcance están incrementando.

Enriquecimiento mutuo

En términos financieros, las inversiones sostenibles y responsables ofrecen a la inversión de impacto la profundidad de la que actualmente carece y le dan el empuje financiero necesario para ampliar su potencial de alcance.

En términos de impacto, la inversión de impacto ha sobrepasado los límites de la inversión sostenible y responsable al forzarla a no solo rechazar los actores del mercado menos ejemplares/virtuosos, sino también a demostrar cómo contribuye de una manera positiva a la sociedad en su conjunto.

Desde DPAM, mirando el largo camino recorrido en nuestra experiencia sostenible hasta la fecha, esta doble lección se puede ver a lo largo de los últimos 17 años. Las primeras estrategias que lanzamos reflejaban los enfoques puros del mejor en su clase (best in class), que dejaba poco espacio para la transición, el esfuerzo o el compromiso. Hoy en día ya no basta con no invertir en las empresas menos virtuosas de un sector. Se requiere compromiso, impacto y acción. Sin caer en la trampa de la información excesiva, la transparencia requiere unos indicadores relevantes y fiables. Más allá de la cifra de huella de carbono absoluta, es esencial que entendamos qué es lo que contribuye a la huella de carbono y cómo evolucionará en el futuro, adoptando un enfoque más relativo y holístico.

Más requisitos y más análisis

Asimismo, existe una actitud más crítica hacia la información recibida. La solicitud de impacto lleva a preguntas sobre el propósito primordial de la empresa, su contribución a un mundo más sostenible y su evolución a lo largo del tiempo. Los temas sostenibles están cada vez más reflejados en las carteras, constituyendo la mayor diferenciación con los fondos ESG, que normalmente integran el riesgo relacionado con los problemas de ESG pero no tienen en cuenta (¡concepto de intencionalidad!) la respuesta a los problemas de sostenibilidad. Esto requiere un análisis cada vez más enfocado y preciso sobre los problemas reales en el sector o subsector.

Aquí también hay un impacto para los gestores de activos y otros actores financieros: tenemos que colaborar con las agencias de rating de ESG para asegurar que ambas partes entienden los problemas reales y las puntuaciones o calificaciones que reflejan este aspecto de una combinación de riesgo y oportunidad, en vez del nivel de reporte de la compañía. Invertir, no invertir, o desinvertir. ¡Una decisión con gran impacto!

¿Qué pasa con la sostenibilidad de los países?

Para que la inversión sostenible amplíe su impacto a toda la economía y cubra las necesidades de financiación relacionadas con los temas de sostenibilidad, debe utilizar todas los impulsores posibles, incluyendo los bonos soberanos.

Mientras que la evaluación de la sostenibilidad de los países parece ser un ejercicio muy complejo donde el compromiso puede ser particularmente limitado, los bonos soberanos siguen siendo la clase de activo de inversión pública más grande y, por lo tanto, una herramienta financiera importante.

Es cierto que no todo el mundo tiene la capacidad de comprometerse con un país. Sin embargo, decidir si invertir en la deuda de un país o no tiene un impacto por definición. Debemos tener en cuenta que una decisión de inversión implica elegir: invertir, no invertir o desinvertir. ¡Esto lo convierte en una decisión de impacto!

Cualesquiera que sean los límites, la complementariedad y las diferencias entre los dos, lo esencial es apuntar hacia un objetivo común de sostenibilidad en el sentido primario del término: cubrir las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras. Esto también supone un cuestionamiento constante de enfoques y convicciones para poder evolucionar con el tiempo.

Ante grandes cambios de paradigmas en todos los niveles – democracia, consumo, medioambiente, tecnología, etc. – existen dos opciones: por una parte, rechazar el cambio y luchar por el status quo que algunos defienden como más social y humano, o aceptar el cambio y la disrupción, y permanecer abiertos y críticos con las soluciones que forman parte de esta transición en un marco de buenas prácticas e intercambios sobre las alternativas sostenibles en cada parte de las operaciones de una empresa.