Invertir en dividendos

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Las acciones que reparten dividendo siguen siendo una interesante inversión basada en rendimientos que tradicionalmente ha batido a otras clases de inversión, y con un menor nivel de volatilidad asociado. Además, la rentabilidad por dividendo y el crecimiento del dividendo representan el grueso de la rentabilidad total a largo plazo de las acciones. Un desglose de la rentabilidad media de la renta variable en los 45 últimos años pone de manifiesto que la rentabilidad de las acciones derivada de la rentabilidad por dividendo y del crecimiento del mismo supone más de dos tercios de la rentabilidad total para un inversor, mientras que las plusvalías representan menos de un tercio.

Lógicamente, la rentabilidad por dividendo es un factor clave a la hora de seleccionar acciones. Ahora bien, al fijarse en los rendimientos debería buscarse una rentabilidad por dividendo sólida y sostenible, no el dividendo más alto. Comprar valores de empresas sólo porque la rentabilidad por dividendo sea alta es uno de los mayores errores de la inversión basada en el dividendo. Estas acciones pueden tornarse en trampas de valor: acciones que seducen a los inversores con unas altas rentabilidades por dividendo, pero que no resultan ser en absoluto una buena inversión.

Los inversores han de comprender la razón por la que la rentabilidad por dividendo de una empresa es alta. La rentabilidad por dividendo puede ser elevada simplemente debido a que la empresa genera abundante cash-flow y devuelve gran parte del dinero generado a sus accionistas. O puede serlo, quizás, porque el precio de la acción se ha desplomado. En tales casos, los inversores deberían entender por qué ha sucedido eso.
 
Un enfoque eficaz a la hora de invertir basándose en el dividendo combina el cribado cuantitativo con el análisis fundamental. Esto permite al inversor basado en el dividendo identificar acciones que coticen por debajo de su valor intrínseco y capaces de mantener sus dividendos en el futuro. Los beneficios, el cash-flow, la firmeza del balance, el potencial comercial a largo plazo y la fortaleza del equipo directivo son, todos ellos, factores fundamentales cruciales. 

Buscamos acciones de empresas que ofrezcan una rentabilidad por dividendo superior a las medianas de su sector combinado y que consideremos que poseen potencial para hacer crecer su dividendo. 

Para alcanzar una comprensión idónea del potencial de dividendos futuro es esencial evaluar a fondo la sostenibilidad del dividendo de cara al futuro. Dicha evaluación debe incluir la rentabilidad por dividendo prevista, la cobertura de dividendos, el crecimiento del dividendo y la política de dividendo de la compañía. 

Las expectativas de dividendos dependen en gran medida de las expectativas de beneficios de una compañía. Siendo así, las expectativas de crecimiento de los beneficios para los próximos años y las revisiones de previsiones de beneficios deberían ser objeto de seguimiento y análisis. El carácter sostenible de los dividendos también depende de la estructura de capital, incluyendo la cobertura de intereses y los cambios en las calificaciones de solvencia (ratings).

Buscamos empresas que coticen por debajo de su valor intrínseco y capaces de mantener el dividendo en el futuro. En la actualidad preferimos Europa a EE.UU., pues en aquella región observamos compañías con unas valoraciones más atractivas. También preferimos en este momento a los bancos y empresas de energía. En concreto, los valores del sector financiero europeo combinan valoraciones interesantes con rentabilidades por dividendo altas y crecientes, ofreciendo además exposición directa a la recuperación del consumo en Europa, adicionalmente estimulado por las recientes medidas del BCE. Al mismo tiempo, los sectores con un crecimiento de calidad, como atención sanitaria, bienes de consumo de primera necesidad y bienes de consumo cíclico, nunca han estado tan caros y podrían comenzar a perder su liderazgo.