Juan San Pío expone tres cuestiones que habría que tener en cuenta de cara a analizar los objetivos climáticos mundiales. Comentario patrocinado por Amundi ETF.
TRIBUNA de Juan San Pío, director comercial para Iberia y Latinoamérica, Amundi ETF, Indexing & Smart Beta. Comentario patrocinado por Amundi ETF.
Si se observan los compromisos climáticos y Net Zero asumidos por los países, las compañías y los inversores, se dibuja un panorama de avances impresionantes hacia la sostenibilidad y la reducción de emisiones. Sin embargo, como inversores, debemos resistir la tentación de dejarnos llevar por anuncios e historias extraordinarias, sin someterlos a un examen adecuado.
Debemos ser muy cautos a la hora de sobrepujar en la carrera hacia el Net Zero, para asegurarnos de que los activos se invierten para obtener el máximo impacto y evitar caer en el green washing. Así, para navegar el nuevo mundo Net Zero, hay que tener en cuenta algunos consejos que pueden ayudar a interpretar los compromisos.
Paso 1: entender el presupuesto de carbono
El presupuesto de carbono se refiere a la cantidad restante de CO2 que puede emitirse a nivel mundial, más allá de la cual se bloquea un resultado de temperatura determinado (por ejemplo, por encima de 1,5°C o 2°C). Los presupuestos de carbono pueden calcularse con precisión porque cada vez entendemos mejor la correspondencia entre las emisiones acumuladas y el aumento de la temperatura, y también entre el calentamiento y los cambios meteorológicos en diferentes regiones.
Conocemos el nivel actual de calentamiento global (+1,1°C por encima de la época preindustrial). También conocemos el nivel máximo de calentamiento a partir del cual podemos esperar un impacto climático grave (1,5°C). Y, gracias a la mejora de la modelización, sabemos que existe una relación casi lineal entre las emisiones acumuladas y el calentamiento: en pocas palabras, una cantidad determinada de emisiones conduce a un nivel determinado de calentamiento. Con estos tres datos, podemos calcular la cantidad de CO2 que cabría emitir antes de superar las barreras de los 1,5 °C y 2 °C.
Entre 1850 y 2019, se emitieron aproximadamente 2.390 gigatoneladas de CO2(1). Para tener aproximadamente dos tercios (67%) de posibilidades de mantener el calentamiento a 1,5°C, quedan entre 400 y 500 gigatoneladas de CO2 por gastar. En la actualidad, el mundo emite aproximadamente 42 gigatoneladas al año, una cifra que agotaría la cantidad restante en 10-15 años.
Paso 2: tener en cuenta la fecha base
La fecha base se refiere al punto de anclaje utilizado en cualquier compromiso de reducción de emisiones. Es tan importante como el año objetivo, y generalmente mucho menos visible. Por ejemplo, el paquete legislativo de la UE Fit for 55 tiene como objetivo una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del -55% para 2030. Este objetivo del -55% se calcula respecto a una fecha base de 1990. Sin embargo, el compromiso de Estados Unidos utiliza una fecha base de 2005.
Desde el punto de vista del inversor, podemos tomar el ejemplo de los ETF Paris-Aligned de Amundi. Estos replican los índices alineados con el Acuerdo de París (PAB) que aplican una reducción inmediata del 50% de las emisiones de GEI en comparación con el índice principal (por ejemplo, el ETF MSCI World Paris-Aligned se basa en el índice MSCI World). Una vez reducidas las emisiones en un 50%, continúan descarbonizándose a un ritmo del 7% anual.
Paso 3: cuestionar suposiciones preconcebidas
La mayoría de las promesas de cero emisiones son, en el mejor de los casos, trayectorias de cambio a lo largo de varios años, que se basan en suposiciones importantes. Estos supuestos incluyen la capacidad de descarbonizar a un ritmo determinado en el futuro, o que habrá un desarrollo de soluciones más eficaces de captura y almacenamiento de carbono para mitigar las emisiones.
Por ejemplo, todos los escenarios centrales del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se basan en gran medida en las emisiones negativas, es decir, en la eliminación de carbono. La eliminación de carbono permite que continúe un cierto nivel de emisiones de carbono, ya que el balance neto sigue siendo neutro o negativo. Alcanzar el Net Zero antes de 2050 (por ejemplo, en 2040) supondría disminuir las emisiones brutas más rápidamente que en los escenarios de 2050, y/o utilizar mayores hipótesis de emisiones negativas.
Pero, es importante ser realistas. En algunos casos, la tecnología que se espera que proporcione una mejor eliminación de carbono está todavía en fase teórica o de prueba. Esto podría explicar por qué el informe de mayo de 2021 de la AIE recomienda trayectorias basadas en una reducción más rápida de las emisiones, y una menor eliminación de carbono. Las hipótesis pueden cambiar con el tiempo, y un inversor informado debe entenderlo.
Fuente:
1 Informe del Grupo de Trabajo I del IPCC, primera entrega del próximo “Sexto Informe de Evaluación” (IE6) del IPCC, agosto de 2021.
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