La importancia de la educación financiera en los colegios

borja_rubi
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Han pasado mas de 10 años desde la crisis de las hipotecas subprime, quizá una de las mayores crisis financieras de la historia y, sinceramente, creo que no hemos aprendido absolutamente nada. Al menos, en España. Supongo que nuestros vecinos europeos han tomado buena nota, pero aún seguimos suspensos en muchos aspectos. Uno de ellos es la educación financiera básica.

Sin ir mas lejos, seguimos firmando la ingente cantidad de documentación bancaria sin mirar, sin leer, asumiendo que todo está correcto y fiándonos de todos los textos legales y disclaimers reflejados. Se supone que este aumento de rigidez normativa se debe precisamente, a la normativa MIFID II, pensada para defender al inversor minorista. Pero la realidad es bien diferente, los clientes firman sin leer ni mucho menos comprender lo que están firmando, basando sus decisiones de inversión en la confianza personal en su gestor/a y no en la razón.

El problema de la confianza personal

Si hay un nexo en común entre todas las crisis financieras es la pérdida de patrimonio para el cliente, inversor minorista o ahorrador. Se podría pensar que todos ellos han perdido parte de su capital durante las grandes crisis económicas, pero ¿se han preguntado por qué? ¿se podría haber evitado? Sin lugar a duda la respuesta es sí. Podría haberse evitado y una de las soluciones es, precisamente, preocupándonos un poco más por nuestras inversiones y productos financieros que tenemos en cartera.

Un claro ejemplo ha sido el de las participaciones preferentes, donde gran parte de los afectados firmaron y aceptaron estas inversiones sin conocer (ni de lejos) el riesgo implícito que tendrían. Lo peor de todo es que en muchas ocasiones el profesional financiero tampoco conocía a fondo dicho producto. Realmente, un agujero enorme en cuestión de formación y educación financiera para todas las partes implicadas.

¿Por qué entonces se produjo este fenómeno? Ni más ni menos que por la confianza personal y en el asesor o profesional financiero. Por no leer adecuadamente la documentación de aquello que se debía de firmar y por no realizar las preguntas pertinentes sobre los riesgos implícitos a asumir. Igual que cuando uno quiere comprar un coche acude a varios concesionarios, se informa sobre motores, consumos y prestaciones, lo mismo, debería de hacerse en materia financiera. Por desgracia, casi nadie lo hace.

La solución: más educación financiera básica

Hay un punto de no retorno y es el de aquel porcentaje de la población que ya no ha recibido esa educación y casi con total seguridad no la recibirá. Un proverbio chino cita: "El mejor momento para plantar un árbol fue ayer. El siguiente mejor momento es hoy".

No es necesario hablarle a un niño de la rentabilidad implícita en una letra del tesoro, ni del Ratio de Sharpe, no estamos hablando de eso. Estamos hablando de explicarles a los más pequeños, la diferencia entre ahorrar y gastar, entre pedir un préstamo o un crédito o sin ir más lejos, el binomio rentabilidad/ riesgo.

Es una tarea que llevará años y será ardua, pero tenemos que remangarnos y ponernos manos a la obra. No esperemos que alguien lo haga por nosotros, debemos ser los profesionales financieros los primeros implicados. Esto, a largo plazo, redundará en una sociedad más capaz financieramente, más culta a nivel económico y sobre todo, involucrada con la toma de decisiones de inversión. Será muy positivo para la industria financiera, se gastarán menos recursos en explicarle a alguien qué es la inflación y por qué no es sano mantener 800.000 millones de euros en depósitos en España.

Instauremos una asignatura obligatoria, básica, recurrente y mantenida durante toda la vida escolar. Traspasémosla a talleres para la población adulta y de una vez por todas, rompamos esa pared de cristal que impide tomar decisiones financieras acertadas, acorde a un riesgo y un objetivo.

La esperanza en MIFID III

Sólo hay una vía y, por desgracia, es la regulatoria o normativa. No podemos seguir lastrando y difiriendo un tema de vital importancia para nuestra sociedad. Queremos ser europeos, queremos ser una sociedad culta y en desarrollo, pero no podemos seguir siendo pobres en educación financiera.

Quizá MIFID III instaure la obligatoriedad de una educación financiera obligatoria, no sólo para empleados de banca, para toda la sociedad. Quizá tengamos que tener un carnet financiero, porque como en moto, no podemos ir por la vida de las finanzas a lo loco y sin carnet. Cerrando los ojos, esperando que venga lo que tenga que venir, apretando el gas a fondo y esperando que algún día, un alma caritativa (véase CNMV, FGD o BdE) nos salve de la caída.

A fin de cuentas, tras la salud personal se encuentra la financiera. Multitud de personas heredan acciones, empresas, fondos de inversión o incluso deudas, pero muy pocos saben qué hacer con ello. Millones de personas pierden dinero en activos financieros, influenciados por las redes sociales, las campañas comerciales o el marketing. Otras lo ganan, cierto. Pero no podemos seguir en la creencia de que "jugar a la bolsa" es precisamente eso, un juego. Olvidémonos de una vez por todas del 4% sin riesgo. De invertir 1.000 euros y esperar obtener 200.000 en tres meses. No estamos en ese punto, y si lo estamos, es que necesitamos con urgencia educación financiera, básica, accesible, amena y digerible para todos.