Eduardo García Hidalgo pasa revista a este estilo de inversión y comenta los puntos clave a tener en cuenta para diversificarla correctamente y que no se diluya entre otros elementos de la misma. Comentario patrocinado por BBVA Asset Management.
TRIBUNA de Eduardo García Hidalgo, director global de Inversiones, BBVA AM. Comentario patrocinado por BBVA Asset Management.
En su conocida obra 'Sapiens', el historiador Yuval Noah Harari argumenta de forma convincente que la capacidad para articular las ideas en "historias" es el atributo que ha permitido que los humanos nos organicemos de forma eficiente y alcancemos niveles de desarrollo fuera del alcance de otras especies. También en el medio económico la importancia de esas "historias" o "narrativas" ha sido objeto de estudio en los últimos años. El premio Nobel Robert Shiller ha llegado incluso a apuntar en su obra 'Narrative Economics' que, en ocasiones, algunas de estas narrativas, más que limitarse a describir lo que ocurre en la economía o en los mercados financieros, contribuyen por sí mismas a definir lo que allí acontece.
No sorprende, por ello, el creciente peso de la inversión temática en las carteras de renta variable global de muchos inversores, reemplazando otros enfoques más tradicionales como el geográfico o el sectorial. Resulta muy atractivo identificar una serie de temas de inversión a largo plazo, asociados a narrativas poderosas que auguran buenos rendimientos futuros para las compañías con exposición a los mismos. La inteligencia artificial es el último ejemplo, pero podemos pensar en muchos otros. Las soluciones de inversión temáticas y multitemáticas que construimos en BBVA Asset Management dan respuesta a numerosos desafíos relacionados con estas inversiones y que, con frecuencia, sólo pueden acometerse de manera exitosa con los medios al alcance de los gestores profesionales.
El primero de esos retos consiste precisamente en identificar y definir esos temas de inversión que nos deben permitir obtener en el futuro rentabilidades superiores a las del conjunto del mercado. Este ejercicio parte de un análisis a largo plazo que persigue identificar las grandes tendencias económicas y sociales que perfilarán el mundo de las próximas décadas. Conviene no obviar la naturaleza especulativa de este ejercicio, en la medida en que generalmente el atractivo de los temas se sustenta precisamente en cambios profundos cuyas implicaciones resultan difíciles de predecir con acierto.
Cuando las consideramos como objeto de inversión, estas macrotendencias resultan atractivas por operar en horizontes de largo plazo y estar, por ello, en alguna medida aisladas de vaivenes coyunturales e incluso de la evolución del ciclo económico. Sin embargo, presentan también la complicación de que, consideradas a un nivel demasiado alto, pueden resultar un tanto difusas o genéricas. En la práctica, necesitamos aterrizarlas, definiendo y conformando un listado de temas de inversión más concretos, una especie de 'taxonomía temática'.
En este proceso, identificamos dentro de cada macrotendencia aquellas industrias o subtemáticas que nos parecen más prometedoras y que además resultan invertibles, por el tamaño y liquidez de las compañías relacionadas con las mismas. Dentro de una macrotendencia vinculada a la demografía, por ejemplo, podremos fijar nuestra atención en temáticas concretas como el envejecimiento, las tendencias de consumo de las jóvenes generaciones o la creciente urbanización de nuestras sociedades.
Llegamos así al momento de plantearnos cómo materializar en concreto nuestra inversión en esos temas que hemos identificado y definido con cierta precisión. Evaluar la exposición de una compañía a un tema específico requiere analizar la complejidad de sus operaciones y actividades. Las empresas pueden además estar involucradas en múltiples áreas de negocio, lo que dificulta determinar la relevancia para su evolución bursátil de un tema en particular. Se requiere, por ello, un análisis minucioso de las compañías objeto de inversión, que incluya lógicamente una evaluación de los fundamentales de las mismas.
Otros inversores, especialmente en soluciones multitemáticas, optan por emplear productos especializados en las distintas temáticas en la construcción de su cartera. Sus inversiones se materializan así en una combinación de fondos y ETF que proporcionan exposición a una variedad de temas y sectores, y que ayudan, a través de una adecuada diversificación, a mitigar el riesgo de la cartera agregada.
En este caso, es crítico asegurarse de que los vehículos de inversión en los que decidimos colocar nuestro capital ofrezcan una exposición significativa y relevante al tema específico en el que estamos interesados, de manera que podamos aprovechar plenamente las oportunidades de crecimiento que este ofrece. Sin embargo, no todos los fondos y ETF están diseñados de manera homogénea y la definición de los contornos de las temáticas puede diferir de manera significativa entre distintos gestores o proveedores de índices. Ello hace necesaria una evaluación cuidadosa y constante de la composición y estrategia de cada vehículo de inversión para garantizar su alineación con nuestros objetivos.
Es también esencial prestar atención a la exposición de nuestra cartera temática a los riesgos factoriales. Sabemos que estos elementos, como el tamaño de la empresa, su valoración y su sensibilidad al mercado, influyen en el rendimiento de las acciones independientemente de su exposición temática o sectorial. Si queremos que el desempeño de nuestra cartera esté determinado por nuestro acierto en la selección de temas, debemos evitar que sean otros elementos, como una elevada exposición a compañías de pequeño tamaño o de alto crecimiento, los que definan el mismo, como sucede con frecuencia. Esto implica seleccionar cuidadosamente todos los componentes de nuestra cartera y gestionar activamente la misma para minimizar las exposiciones no deseadas a estos riesgos factoriales. De esta manera, se maximiza el potencial de la cartera para capturar los beneficios de las tendencias temáticas identificadas, además de asegurar niveles adecuados de diversificación.
Identificar el momento óptimo para invertir y desinvertir en los distintos temas es otro desafío constante para los inversores. Los ciclos de sobreexpectación (hype en inglés), observados inicialmente en relación con los avances tecnológicos, se caracterizan por períodos de euforia exagerada seguidos de otros de desilusión y también afectan a los temas de inversión, agregando otra capa de complejidad a nuestro proceso.
Idealmente queremos estar invertidos cuando un tema empieza a despertar el interés de los inversores y puede ser considerado un tema emergente, iniciando una fase de fuerte apreciación. También buscaremos exposición a otros temas más maduros, que ya han pasado por un período de desilusión más o menos prolongado, durante el que sus fundamentales se han consolidado lo suficiente como para considerarlos más estratégicos. Predecir con precisión estas transiciones resulta difícil, ya que se ven influenciadas no solo por múltiples factores económicos y tecnológicos, sino también por otros sociales, relacionados directamente con las “narrativas” que antes mencionábamos.
Hemos pasado revista a los muchos desafíos que comporta la inversión temática. Sin llegar a la advertencia de los antiguos programas de magia ("no intenten hacer esto en sus casas"), sí parece apropiado que terminemos concluyendo que, en este ámbito, el camino hacia el éxito pasa necesariamente por la gestión o el asesoramiento especializados.