La transición global a la energía renovable es un camino ESG complejo

Firma: cedidas (AB).

TRIBUNA de Michelle Dunstan, global head, Responsible Investing, y Jeremy Taylor, Senior Research analyst y portfolio manager, Value Equities, ambos en AB. Comentario patrocinado por AllianceBernstein.

La escalada de los precios de la energía pone de manifiesto los desafíos que plantea el cambio hacia fuentes de energía renovables. La necesidad de petróleo y gas durante la fase de transición plantea complejas cuestiones sobre cómo equilibrar las necesidades medioambientales con los temores sociales en la trayectoria hacia un mundo de cero emisiones.

Actualmente, el sector de la energía genera en torno a las tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero. Está claro que las fuentes de energía renovables son la única solución efectiva para el calentamiento global. Pero mientras tanto, el alza del precio de la energía (cuadro a continuación) está presionando a empresas y consumidores.

Si las tendencias actuales continúan, creemos que estas subidas de precio serán recurrentes. Y si los responsables de las políticas y los inversores no trazan estratégicamente el camino hacia un mundo renovable, será difícil alcanzar el objetivo final de los Acuerdos de París (cero emisiones netas de carbono en 2050 y limitar la subida de la temperatura global a 1,5° C) para impedir una catástrofe climática.

¿Qué es lo que está provocando la actual crisis energética? Es una tormenta perfecta, la demanda aumenta a medida que el mundo se pone en funcionamiento tras la COVID-19. Pero los patrones de temperaturas inusuales hacen que las fuentes de energía renovables no hayan podido rendir como se esperaba, mientras el suministro de hidrocarburos se vio afectado por los cierres en todo el mundo. La aversión a los combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, es sólo un factor secundario en la subida de precios actual, que esperamos que se modere el año próximo, a medida que desaparezcan varios factores temporales. De todas formas, los accionistas y otros grupos interesados están presionando a las compañías de energía para que limiten la inversión en petróleo y gas, por lo que los problemas actuales probablemente son sólo un anticipo de otras crisis similares.

La situación oferta-demanda va a empeorar

Para evitar estas crisis, el mundo debe alcanzar un equilibrio razonable entre la oferta y la demanda de energía durante la transición. En el lado de la demanda, el consumo de energía normalmente aumenta en línea con la población global y el crecimiento del PIB. En 2050, la población mundial puede llegar a ser de dos mil millones de personas más y el tamaño de la economía mundial se doblará (según estima el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas 2019).

En esta situación, para lograr cero emisiones netas de carbono en 2050 es necesario que se produzca un enorme aumento en la generación de energías renovables, avances sustanciales en la economía de combustibles e importantes cambios de costumbres de los consumidores. Pero, aunque la generación de energía renovable ha aumentado drásticamente partiendo de una base baja, los niveles absolutos de capacidad renovable nueva son insuficientes para hacer frente a las actuales perspectivas de crecimiento de la demanda. Y es posible que los consumidores rechacen cada vez más los precios y las propuestas que dificulten su estilo de vida.

Los países desarrollados están liderando el camino en la producción de energías renovables, pero el mundo está gastando en energía limpia sólo la mitad de lo que se necesita, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA). En cuanto a los hidrocarburos, el camino de la IEA hacia las cero emisiones netas asume que el mundo podría lograr las cero emisiones netas en 2050 solamente con las reservas existentes, siempre que los índices de crecimiento de las fuentes de energía limpia sigan el camino planeado. Esto significa que, si el gasto en renovables no aumenta, el mundo se enfrentará a una escasez de energía crónica.

La exploración de petróleo y gas está desapareciendo

En parte, por eso es por lo que las presiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) están asfixiando la inversión en petróleo y gas. La inversión en petróleo, gas y carbón lleva varios años reduciéndose (cuadro a continuación). Las compañías están bajo presión para devolver efectivo a los accionistas e invertir en empresas de transición energética en lugar de combustibles fósiles. Además, las inversiones en hidrocarburos tienen que hacerse con un largo periodo de anticipación y la inversión de capital ha sido insuficiente para mantener la producción a medio plazo, lo que complica aún más los esfuerzos de planificación de la transición.

Efectivamente, el mundo está viviendo de las decisiones de inversión en petróleo y gas que se tomaron antes de que el precio del petróleo cayera en 2015. Si nada cambia, en los mercados de hidrocarburos se verá aún más escasez, lo que desencadenará subidas de precios aún mayores de lo esperado. Los inversores se han alejado del sector de la energía por dos razones. En primer lugar, los temores por los temas ESG pueden llevar a más bajadas. De hecho, el descenso del apoyo para el sector ha hecho que las acciones de petróleo alcancen precios extremadamente bajos, con un ratio precio-flujo de caja libre cercano al mínimos de 25 años (cuadro a continuación). En segundo lugar, el desplome de la demanda de hidrocarburos puede hacer que las reservas no utilizadas se queden abandonadas y sin valor efectivo.

Desde nuestro punto de vista, los temores de que haya activos abandonados están infundados. Creemos que los precios de los valores energéticos se fijan fundamentalmente con un análisis de flujo de caja descontado basado en los proyectos existentes; esto significa que no se atribuye ningún valor a los yacimientos que no están todavía en producción ni van a producir a corto plazo. La mayor parte de las compañías de petróleo y gas tienen una vida de reservas de en torno a 10 años, un periodo en el que los combustibles fósiles serán clave para una transición energética sin problemas y lo suficientemente corto para que los inversores en valores seleccionados de petróleo y gas obtengan rentabilidades satisfactorias. Y si la aversión de los inversores continúa actuando como un freno adicional a la inversión, los precios de la energía seguirán altos, lo que aumentará las rentabilidades en efectivo para los accionistas.

Equilibrar los problemas medioambientales y sociales

Para los inversores centrados en ESG, la reacción en contra de las grandes energéticas es comprensible, dado el daño medioambiental que causan los combustibles fósiles. Sin embargo, debido a las dinámicas de la transición hacia las renovables, creemos que hay una dimensión social que hay que considerar también. Un déficit de energía crónico afectará más a los países pobres. Por ejemplo, si la falta de energía interrumpe el riego en los países pobres, el agua y los alimentos escasearán. En los países desarrollados, los más pobres podrían verse obligados a elegir entre comer y calentar su casa en invierno si los precios suben tanto.

Va a ser difícil para los políticos mantener el consenso sobre la transición energética si la gente sufre y las empresas tienen que cerrar debido a los costes de la energía. ¿Cuánto van a aguantar la reacción contraria de los votantes? Tal como explica la IEA: “La transformación general del sector de la energía no puede lograrse sin la participación activa y voluntaria de los ciudadanos. Es, en última instancia, la gente la que impulsa la demanda de productos y servicios relacionados con la energía, y las normas sociales y las decisiones personales jugarán un papel esencial en espolear al sistema de energía a emprender un camino sostenible”.

Una perspectiva más amplia aporta soluciones prácticas

Ante este panorama tan complejo, los gobiernos e inversores tienen que adoptar un punto de vista más matizado ante los temas ESG para contribuir a que la transición a cero emisiones netas sea creíble. Si a corto plazo, el camino está plagado de resultados tan adversos para la sociedad, será difícil llegar al destino a tiempo. Actualmente, algunas compañías de petróleo y gas están redesplegando sus flujos de caja de hidrocarburos en invertir y desarrollar empresas renovables, entre ellas infraestructuras asociadas como los puntos de carga de vehículos eléctricos en las gasolineras. Pasar de hidrocarburos más contaminantes, como el carbón, a otros más limpios, como el gas natural, también es un paso intermedio importante en este trayecto.

En consecuencia, creemos que las compañías de petróleo y gas con estrategias de transición creíbles son en realidad parte de la solución y merecen que los inversores les presten más atención. No solo esto, a medida que estas compañías avancen en sus planes de transformación corporativa, crearán valor en la próxima generación de empresas de renovables y estaciones de carga. El sector de los hidrocarburos ha desarrollado una experiencia muy amplia en algunas de las áreas clave para la transición energética. Lógicamente, esto hace que algunos valores seleccionados de petróleo y gas sean socios naturales para los gobiernos y otros grupos interesados ( cuadro a continuación).

El compromiso es clave para el éxito de la transición

Es inevitable que la crisis climática provoque reacciones emocionales. Pero hace falta mantener la cabeza fría y colaborar para afrontar un problema de esta magnitud. Como señaló el presidente Biden en la reunión del COP26, “La idea de que vamos a poder pasar a la energía renovable de la noche a la mañana simplemente no era sensata”. Realizar la transición completa hacia la energía renovable llevará décadas y, durante ese tiempo, los combustibles fósiles seguirán jugando un papel fundamental y necesario, por ejemplo, en el transporte, la electricidad, y la fabricación de productos químicos.

El compromiso del inversor será clave para facilitar la transición. En AB, colaboramos de forma regular con las compañías de nuestra cartera para saber cómo están afrontando el cambio climático y para pedirles que tomen medidas armonizadas con nuestras orientaciones de mejores prácticas que beneficiarán a la sociedad y a la sostenibilidad de sus flujos de caja. Estas medidas incluyen, por ejemplo, reducir la emisión de gases, controlar las emisiones y planificar la estrategia para asegurar su futuro a largo plazo en un mundo descarbonizado.

También es importante para los inversores colaborar con el equipo directivo de las compañías del sector de las renovables. Las soluciones de energía limpia, incluido el cambio a los vehículos eléctricos, pueden tener sus propios problemas ESG en las empresas de su cadena de abastecimiento. Necesitamos conseguir que esos problemas también se gestionen de forma responsable.

Abstenerse de invertir o desinvertir en compañías de petróleo y gas tiene un precio. Elimina el acceso a la dirección de la compañía y hace que los inversores dejen de tener la influencia necesaria para negociar mejores resultados tanto con los emisores principales de gases de efecto invernadero como con las otras compañías de la cadena de valor.

Reconsiderar los valores de petróleo y gas

En el proceso de transición a las energías renovables, creemos que las subidas del precio de la energía deberían servir como llamadas de alerta. Los temas ESG casi nunca son monolíticos, y en el caso de la transición energética global, creemos que hay cuestiones medioambientales y sociales profundas y de gran complejidad que hay que integrar en el análisis de inversión. Habrá que evaluar el seleccionar compañías de petróleo y gas basándonos en su papel para apoyar de forma responsable la trayectoria de la economía mundial hacia energías más limpias. Su participación es esencial para conseguir que el camino de transición sea lo bastante resistente como para tener oportunidades realistas de éxito.