COLABORACIÓN de los equipos de inversión temática de Pictet AM, encabezados por la especialista Flora Liu.
La diabetes se asocia con la obesidad, cuya incidencia entre adultos se ha más que duplicado desde 1990 y cuadruplicado entre niños y adolescentes. Aproximadamente el 43% de los adultos tienen sobrepeso y más de 1.000 millones de personas obesidad. En el mundo desarrollado, uno de cada cuatro adultos es obeso. De continuar esta tendencia puede costar a la economía mundial cuatro billones de dólares al año, es decir, 3% del PIB para 2035. Además, la obesidad está asociada a enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en el mundo. En la mayoría de los casos es prevenible. La innovación médica es parte de la solución, impulsada en gran medida por innovaciones en biotecnología.
Es el caso de los nuevos tratamientos para la obesidad asociados a inhibidores de receptores peptídicos tipo 1 (GLP-1), una familia de fármacos antihiperglucemiantes. Se estima que en los dos últimos años uno de cada ocho estadounidenses ha tomado algún medicamento para perder peso, como Ozempic y que su uso generalizado puede redefinir los sectores médico, alimentario y del ocio, además de aportar considerables ventajas económicas.
Problemas cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y Alzheimer
Efectivamente, las investigaciones muestran que los pacientes que utilizan fármacos antiobesidad sufren menores problemas cardiovasculares (infartos cerebrales y ataques cardiacos). Estos fármacos tienen propiedades antiinflamatorias y pueden tener efecto positivo en ciertos tipos de cáncer, en particular en los relacionados con el sistema digestivo. Otro efecto secundario positivo para los pacientes que utilizan agonistas de GLP-1 es menor ansiedad alimenticia y reducción de conducta adictiva. Incluso hay creciente evidencia de que los agonistas del GLP-1 funcionan para tratar el Alzheimer.
Con varios GLP-1 aprobados, una ola de competidores trata de mejorar las terapias con menores efectos secundarios y una pérdida de peso más efectiva, lo que puede impulsar el tamaño del mercado al que se dirigen.
Hay que tener en cuenta que un inconveniente de los medicamentos GLP-1 actuales es que los usuarios suelen experimentar largos periodos de náuseas, vómitos y molestias gastrointestinales. Estos efectos secundarios pueden disiparse con el tiempo, pero muchos pacientes son incapaces de tolerarlo. Así que un grupo de empresas farmacéuticas y biotecnológicas se están centrando en desarrollar nuevos fármacos antiobesidad con mejora de tolerabilidad.
Además, muchos medicamentos antiobesidad provocan pérdida de masa muscular además de grasa, lo que puede derivar en otras complicaciones para la salud y los desarrolladores de fármacos plantean tratamientos que consiguen reducir peso sin degradar el músculo, mediante diversos métodos, adaptando los medicamentos existentes. A esto se añade que las mejoras de los nuevos fármacos anti-obesidad pueden allanar el camino para tratamientos de adelgazamiento más personalizados, dado que una de las principales dificultades de la obesidad es que suele venir acompañada de otros problemas médicos como diabetes. De manera que es previsible que se vaya hacia combinaciones de tratamientos a la medida de la comorbilidad de cada paciente.
Impacto de los fármacos antiobesidad
Ahora bien, no está claro si la aparente capacidad que muestran los GLP-1 para otras enfermedades graves implicará el ocaso de productos y procedimientos médicos que tratan enfermedades cardiovasculares, cánceres y del cerebro.
Incluso el impacto de los fármacos antiobesidad en el sector de la salud en conjunto es difícil de determinar. Hay informes anecdóticos que indican que la demanda de equipamiento ortopédico especializado disminuye, pues a medida que los pacientes obesos pierden peso se reduce la tensión en sus articulaciones y necesitan menos operaciones de reemplazo de rodilla. Pero la pérdida de peso de los pacientes con obesidad grave los hace candidatos viables para cirugía, lo que precisamente aumenta la demanda de operaciones de reemplazo de rodilla y similares.
Por otra parte, si los fármacos antiobesidad alargan la esperanza de vida al reducir la incidencia de diabetes, problemas de riñón y enfermedades coronarias, probablemente se requieran otras intervenciones médicas conforme esta población envejece. A esto se añade que las compañías aseguradoras y proveedores de sanidad pública tendrán que contraponer el elevado coste de los fármacos GLP-1 y su prolongación indefinida en el tiempo (dado que la evidencia sugiere que una vez dejan de medicarse las personas retoman viejos hábitos de alimentación y vuelven a ganar peso) frente a sus indudables ventajas.
Más inequívoco, aunque muy gradual, es el impacto en los sectores de alimentación y ocio. Los fármacos antiobesidad son supresores del apetito e implican mayor probabilidad de un fuerte descenso de ventas de productos poco saludables, como refrescos carbonatados, alimentos procesados, alcohol y repostería (importantes generadores de ingresos para algunas de las mayores cadenas de distribución alimentaria del mundo).
Al mismo tiempo, los especialistas alimentarios, como fabricantes de alimentos más saludables, pueden recoger pingües beneficios con generalización de los tratamientos antiobesidad. Además, los GLP-1 presentan una amenaza existencial para empresas con productos y servicios de adelgazamiento tradicionales, aunque algunas pueden ser capaces de situarse como complementarias. Es el caso de empresas que producen vitaminas y suplementos para la dieta, pues los requerimientos nutricionales no cambian. Incluso un estudio entre usuarios de GLP-1 muestra que más de un tercio de encuestados empezaron a tomar simultáneamente suplementos alimentarios probióticos y vitaminas.
El sector del ocio también puede recibir un impulso gracias a los GLP-1. La adopción de estilos de vida más saludables es tendencia al alza desde hace algún tiempo y la demanda de productos y servicios de la economía del bienestar (como vestuario, nutrición y dispositivos deportivos) puede crecer aún más rápido a medida que la población obesa disminuye.