Por qué hemos vuelto a invertir en Rusia

Luis Martín (BMO Global AM)
Foto cedida

TRIBUNA de Luis Martín, responsable de Ventas para Iberia, BMO Global AM. Comentario patrocinado por BMO Global AM.

¿Qué tiene que ofrecer Rusia? La mayoría de los mercados emergentes combinan un robusto crecimiento, unos datos demográficos favorables y un incremento de las rentas. Más dinero implica más gasto, lo que a su vez se traduce en más oportunidades para aquellas empresas que, por estrategia o por suerte, se ven expuestas a estas tendencias. Sin embargo, Rusia no cumple con ninguno de esos tres factores. El producto interior bruto (PIB) per cápita ronda actualmente los 8900 dólares, una cifra considerablemente inferior (-44%) a los 16.000 dólares que registraba en 2013. En este sentido, Rusia sale bastante mal parada en comparación con países como India o China, donde el PIB per cápita ha aumentado un 17% y un 15%, respectivamente, en el mismo periodo. Se estima que la economía rusa crecerá en torno al 1-2%, mientras que el crecimiento de la población está estancado. De hecho, la población alcanzó su máximo en 1991 y se ha reducido en cinco millones desde entonces. En el frente económico, el país aún no se ha recuperado del todo de la crisis financiera de 2014, cuando el precio del petróleo cayó un 60%, el rublo se depreció un 50% y la inflación se disparó hasta superar el 15%. En un momento dado, el banco central se vio obligado a subir los tipos de interés más de un 6% de golpe. Se mire por donde se mire, Rusia ha sufrido una auténtica crisis financiera. No obstante, parece que lo peor ha pasado, ya que la inflación se sitúa ahora en el 4% y los tipos de interés continúan reduciéndose.

La economía rusa sigue mayoritariamente un modelo de crecimiento basado en la exportación que depende en gran medida de la extracción de materias primas para su venta en los mercados internacionales. Este modelo resulta muy efectivo cuando los precios de las materias primas son altos y van en aumento pero, como hemos podido comprobar, es extremadamente frágil en caso contrario. Las materias primas representan casi el 50% de los ingresos del gobierno ruso y un impresionante 85% de las exportaciones totales del país. Rusia casi no exporta nada más y esto es algo que prácticamente no ha cambiado en los últimos veinte años. Si no tenemos en cuenta el petróleo y las materias primas, las exportaciones de Rusia (población: 143 millones) representan menos de la mitad del valor en dólares de las exportaciones de Dinamarca (población: 6 millones). En palabras del directivo de una empresa, "el problema de Rusia es que, se mire como se mire, el país es básicamente un derivado del petróleo y las materias primas".

El entorno político también es complejo. El régimen se ha mostrado claramente autoritario desde que Putin llegase al poder en el año 2000. La corrupción es generalizada y la seguridad jurídica, débil, como han podido comprobar en sus propias carnes muchos de los que se oponen al gobierno de Putin, que han sido encarcelados o han sufrido castigos más severos. Además, Rusia está implicada en dos guerras, se enfrenta a diversos conflictos y ha sido objeto de numerosas sanciones tras la anexión de Crimea en 2014.

Durante nuestra reciente visita a Rusia nos dio la sensación de que, en muchos sentidos, el país vive en el pasado y siente nostalgia por la Guerra Fría, un periodo en el que su papel y su influencia como una de las principales potencias mundiales era incuestionable e inexpugnable. Por eso la agenda nacionalista de Putin recibe el apoyo de gran parte de la población. Como alguien nos comentó, "los rusos somos orgullosos y preferimos ser los malos a ser ignorados". La opinión general en el país es que la situación económica (que todo el mundo odia) es responsabilidad del partido político del gobierno (Rusia Unida) pero que la agresiva política exterior de Rusia (que a todo el mundo le encanta) es responsabilidad personal de Putin. Eso explica que los índices de aprobación del partido se sitúen en torno al 50% mientras que los de Putin superan el 80%.

Teniendo todo esto en cuenta, ¿Rusia sigue siendo relevante y, como stocks pickers con un enfoque bottom-up, debería importarnos? La respuesta es que sí. Cualquier empresa capaz de sobresalir en un entorno tan complicado como este claramente merece nuestra atención. Hace poco viajamos hasta Krasnodar, situado a 1300 km. al sur de Moscú, para visitar Magnit, la cadena de supermercados líder en Rusia. Magnit opera lo que denomina tiendas de proximidad (comercios a medio camino entre un colmado y un supermercado) y cuenta actualmente con una cuota de mercado del 10%. Como ocurre en la mayoría de los mercados emergentes, la penetración del sector comercial formal sigue siendo escasa en Rusia, donde el mercado está dominado por las tiendecitas tradicionales. Desde su posición de liderazgo, Magnit se beneficia de las economías de escala, disfruta de un gran poder de negociación y cuenta con un sistema logístico de primera clase, lo que obviamente representa una ventaja importante en un país con climas extremos, una infraestructura por lo general deficiente y poca densidad de población más allá de los Urales. Así, Magnit ha podido invertir con altas tasas de rentabilidad; el plazo de amortización es de aproximadamente tres años y la rentabilidad sobre el capital invertido alcanza un nada desdeñable 25%. Además, la empresa cuenta con un excepcional equipo directivo. El consejero delegado y fundador, Sergei Galitsky, trata a los accionistas minoritarios de forma justa y ha logrado hacer crecer su negocio sin endeudarse. Tras esta visita, abrimos una posición en este excelente comercio minorista, nuestra primera incursión en el mercado ruso de renta variable después de varios años en el fondo BMO LGM Global Emerging Markets Growth and Income.

Está claro que Rusia no es el típico mercado emergente pero sería un error desestimarlo sin más. Para encontrar las mejores ideas, conviene mantener la mente abierta, una perspectiva amplia y estar dispuesto a buscar también en lugares remotos.

LGM es una boutique 100% propiedad de BMO Global Asset Management especializada en renta variable emergente. Cuenta con aproximadamente cinco mil millones de dólares bajo gestión en estrategias de mercados emergentes globales, mercados frontera, pequeñas compañías globales y asiáticas, Asia, India, China, Europa del este e ISR.