Precaución: bancos de niebla

Javier García socio RWB y gestor patrimonios Diaphanum SV
Cedida

TRIBUNA de Javier García, gestor de patrimonios en Diaphanum.

Una tarjeta de crédito, una hipoteca, un renting, un seguro, y hasta me financian una tv o un móvil. Y para rematar, gestiona mis ahorros (patrimonio financiero). Todo esto le pido como ciudadano de a pie al empleado de mi entidad financiera de referencia. Y como reza el dicho: “El que mucho abarca, poco aprieta”.

Personalmente, no he pisado una oficina bancaria en mucho tiempo, y me da la sensación que las generaciones posteriores dudo que lo hagan. Además, buscar y comparar está a golpe de “clic”. La concentración bancaria y cierre de sucursales es un hecho y la transformación seguirá y será profunda. Parece que un manto de niebla cubre el sector sin visibilidad al respecto. Igual que como aficionado al running no acudo a un hipermercado a comprarme las zapatillas sino que recurro a un especialista me aconseje sobre unas determinadas marcas o modelos, o para algo tan sencillo y cotidiano como llenar nuestra nevera, ¿no deberíamos hacer lo mismo en materia financiera? Es cierto que llevamos unos años de profunda transformación en el sector financiero pero en algunos aspectos nos hemos quedado atrás. 

En España el ahorro inmobiliario frente al ahorro financiero presenta un ratio aproximado de 4,5 veces. Es decir, si el patrimonio inmobiliario medio de un español está en torno a los 200.000 euros, el patrimonio financiero ronda los 45.000 euros. El ahorro está muy sesgado hacia activos inmobiliarios y estos son menos líquidos que los activos financieros y, por ello, es más difícil de canalizar el ahorro hacia los sectores productivos de la economía y que al fin y al cabo son los que nutren nuestro tejido industrial y empresarial. De hecho, las economías más desarrolladas presentan ratios mucho más reducidos. A esto añadimos, que el activo con más peso en dicho ahorro financiero es el depósito y saldos a la vista (con tipos reales negativos ). Primera idea: debemos pasar página respecto a dos culturas bastante arraigadas en este país: la del ladrillo y la del depósito. Si a esto unimos que los tipos bajos han venido para quedarse, hace que depósitos no parecen una alternativa muy interesante para ver crecer nuestro patrimonio financiero.

Esto tiene una consecuencia clara, el ahorrador debe evolucionar hacia inversor, es decir, subir un escalón en lo que a producto y asesoramiento financiero se refiere. Esto debe comenzar por educar financieramente al cliente, cuestión de la que somos 100% responsables los asesores financieros y de ahí la importancia de especializarnos, tener conocimientos contrastados y certificados al respecto y una orientación clara y única al cliente.

Ante estos dos peoblemas tendría sentido plantear la siguiente pregunta: ¿se plantea buscar a un asesor profesional para que le guíe durante el proceso del ahorro?

La respuesta nos la proporciona el primer estudio de los citados anteriormente: solo el 22,4% de los ahorradores dice sí frente al 77,3% que no tiene pensado hacerlo. En el resto de Europa, EE.UU. y otros mercados internacionales más de un 40% de la población cuenta con los servicios de un asesor financiero profesional. 

A lo anterior, además, unimos que en España el 72% de las personas que compran un fondo de inversión acude a su entidad financiera frente al 1% en caso de los ingleses. Dicho de otra manera, sólo un ciudadano británico de cada 100 va a su banco cuando quiere comprar/invertir en un fondo de inversión. En cambio 75 personas acuden a los IFAs frente a los cinco que lo hacen en España

Parece evidente que no aprovechamos dicha especialización, lo que a su vez, provoca una serie de hábitos financieramente poco saludables:

1. Por normal general, nuestro ahorro financiero lo gestiona nuestro banco de referencia y no una figura especializada. A esto se une que a gran parte de los clientes que invierten en fondos les recomiendan fondos de la propia entidad ingresando así, las comisiones derivadas de dichos fondos. ¿Cómo podemos evitar este inconveniente? Acudiendo a una figura de asesoramiento financiero independiente, que cobre comisiones exclusivamente del cliente (una comisión explícita, pactada de antemano y firmada en un contrato de asesoramiento) y cuyo trabajo se centre exclusivamente en aportar valor al inversor en materia de inversiones financieras y sin ningún tipo de conflicto de interés.

2. En muchas ocasiones, el banco recomienda un único fondo (de acuerdo a un perfil), argumentando que ya el propio fondo diversifica en muchos activos distintos. Otro error, una cartera bien diversificada está compuesta por activos descorrelacionados entre sí y no por un popurrí de activos. 

3. Gestionar el patrimonio financiero es una profesión en sí misma. Detrás de la salud física, la salud financiera es la más importante ya que nos acompaña desde una temprana edad hasta nuestros últimos días y gran parte de las decisiones que tomamos en la vida conllevan algún tipo de decisión financiera (comprar nuestro primer coche, nacimiento de un hijo, comprar una vivienda, complementar nuestra pensión, etc).