¿Qué aportan las criptomonedas desde el punto de vista de la ESG?

David Sneyd_noticia
Cedida por BMO Global AM

TRIBUNA de David Sneyd, vicepresidente, Inversión Responsable, BMO Global AM. Comentario patrocinado por BMO Global Asset Management.

El bitcoin ha vuelto al primer plano de la actualidad gracias a unos precios récord que reflejan la creciente aceptación de las criptomonedas entre los inversores institucionales. Sin embargo, los inversores responsables no tienen tan claro que esta tecnología resulte adecuada.

Antes de entrar en detalle, conviene definir qué es el bitcoin: una moneda digital (o criptomoneda) con unos costes de transacción más bajos que los métodos de pago digitales tradicionales. A diferencia de las monedas emitidas por los Estados (la libra esterlina, el dólar estadounidense, etc.), el bitcoin está gestionado por una autoridad descentralizada.

Factores potencialmente positivos del bitcoin en términos de ESG...

A priori, la propuesta del bitcoin de democratizar los mercados financieros al eliminar los intermediarios ofrece ventajas para la sociedad. Por ejemplo, reducir el coste de los corredores de remesas entre países ricos y pobres, que los trabajadores emigrados usan para enviar dinero a sus familias, figura entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS). Además, el anonimato que proporcionan el bitcoin y otras criptomonedas puede ofrecer seguridad a las personas que viven en regímenes opresivos o proporcionar a los usuarios un nivel extra de privacidad, cada vez más deteriorada en la era digital.

...frente a factores negativos en términos de ESG

Este sistema monetario descentralizado, que depende de criptografía avanzada, acarrea un elevado coste medioambiental. Numerosas informaciones estiman que el consumo de energía anual del bitcoin equivale al de varios países del mundo. En 2018, el periódico británico The Guardian señaló que la red bitcoin consumía más energía que la República de Irlanda o que Hungría. Según un reciente análisis de Digiconomist el consumo anual de energía del bitcoin se sitúa justo por detrás del de Chile.

Y, lo que es más preocupante, dos tercios de la minería de bitcoin se realizan en regiones con un alto consumo de carbón como China, donde los costes de la energía están subvencionados, por lo que la huella de carbono resultante es enorme. A largo plazo, es difícil ver cómo puede compatibilizarse esta tecnología con la transición hacia una economía baja en carbono.

Además, el bitcoin aún debe ganarse la confianza de los reguladores financieros, ya que su diseño, que prioriza el anonimato, ha hecho que, históricamente, haya sido utilizado para facilitar el blanqueo de dinero y la financiación de actividades delictivas que socavan las instituciones sociales. El mes pasado, sin ir más lejos, titulares como este de The Times informaban sobre el llamamiento de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, para que los reguladores aborden cualquier negocio turbio asociado con las criptomonedas.

Aunque su uso para estos fines aún no es tan significativo como el del efectivo convencional en el mundo real, su uso como moneda digital que circula principalmente en línea hace que esta comparación resulte menos relevante para los organismos de supervisión. Pese a que las cosas están cambiando, a medida que se realizan más transacciones en mercados regulados con procedimientos contra el blanqueo de dinero y procesos de identificación de clientes (KYC), los comentarios recientes de la Administración Biden muestran que la mala reputación del bitcoin sigue siendo un problema.

Nuestro veredicto

Teniendo todo esto en cuenta, consideramos que el bitcoin, y otras criptomonedas, realizan una contribución neta negativa desde el punto de vista de la ESG. En su estado actual, el potencial positivo del bitcoin sigue sin estar demostrado, pero los factores negativos son muy reales y están muy presentes.

Sin embargo, eso no es necesariamente el final de la historia, ya que la tecnología de cadena de bloques (blockchain) que sustenta las criptomonedas tiene muchas posibilidades de ofrecer soluciones a persistentes problemas medioambientales, sociales y de gobierno corporativo. Al proporcionar un nuevo método para registrar información de forma más abierta, pero también segura, la tecnología blockchain podría resultar útil en cuestiones como la trazabilidad de la cadena de suministro, la distribución de energía renovable, la lucha contra el blanqueo de dinero y la delegación del voto. Puede que no reciba la misma atención mediática que las criptomonedas, pero en el fondo (o, más bien, en el backoffice) podría dar pie a oportunidades muy interesantes para ayudar a las empresas a resolver los problemas de sostenibilidad a los que se enfrentan.


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