La invasión de Ucrania por parte del ejército ruso ha sacudido el orden internacional y ha puesto en graves apuros a Europa, por su enorme dependencia del gas. Expertos en sostenibilidad de varias gestoras analizan, los retos que plantea la necesaria independencia energética y cómo afectará a la transición ecológica.
Pagar más para reducir riesgos: los desafíos de la independencia energética y la transición ecológica

Los elevados precios del gas y el riesgo de suministro energético han llevado a muchas empresas y particulares a cambiar sus hábitos y ya no es raro encontrar compañías industriales en España que instalan sus propias plantas solares para depender menos de la red. Así lo pone de manifiesto Jorge González, director de Análisis de Tressis, quien cree que se trata de una tendencia que continuará en el futuro.
“Seguramente veamos una apuesta muy decidida -tanto institucional, como de empresas y particulares- por la independencia energética. También ayuda que la rentabilidad de este tipo de temáticas de inversión esté respondiendo muy bien”, señala.
No obstante, González advierte de que no será un camino sencillo. En este sentido, hace referencia a los problemas relacionados con los suministros de materiales como semiconductores y placas solares, y la falta de mano de obra. También a los elevados costes tras las fuertes subidas de las materias primas este año, como por ejemplo el cobre y las necesarias para fabricar cemento, que se emplean en la construcción de los molinos eólicos.
“Hay riesgos y la independencia energética no será barata. Pero, más allá de los costes y de lo que supondrá en términos de capex, permitirá a las empresas tener una mayor previsibilidad sobre sus costes energéticos y más estabilidad en sus flujos de caja”, agrega el director de Análisis de Tressis.
1/5Para Augusto Caro, responsable global de Inversiones Sostenibles de Santander AM, la independencia energética no tiene por qué estar reñida con la transición ecológica, pese a que en el corto plazo se haya puesto más el enfoque en la búsqueda de nuevos proveedores y en garantizar el suministro para evitar distorsiones y subidas excesivas de precios.
“Al mismo tiempo, tenemos que avanzar en la transición energética, pero que sea justa y planificada. Obviamente no podemos cambiar la forma de producción de la noche a la mañana y tampoco pretender que toda la energía provenga de una única fuente”, afirma Caro.
“Las renovables ahora son mucho más eficientes y competitivas, en algunos casos incluso más que las fuentes de generación tradicionales, si bien también presenta características de discontinuidad que hacen necesario contar con un mix energético razonable”, añade.
Así, el responsable de Santander AM considera que es clave avanzar a un ritmo adecuado en el desarrollo de las renovables y en la descarbonización, invirtiendo al mismo tiempo en otras tecnologías, como las de captura de hidrógeno o carbono, y en el despliegue de redes más inteligentes.
“La tecnología será un factor determinante en esta transición, que debe realizarse a buen ritmo y con cautela, garantizando el abastecimiento y que no se generen distorsiones en los precios que produzcan mayores daños que beneficios”, concluye.
2/5La transición y la independencia energéticas pueden ser complementarias y antagónicas al mismo tiempo, en opinión de Pablo Hernández de la Merced, director de Sostenibilidad de CaixaBank AM, quien recuerda que “el principal problema ahora es asegurar el suministro y la solución más sencilla es buscar una nueva dependencia, pero esta vez de proveedores con valores occidentales y más estables, que proporcionen energía sostenible o no”.
Hernández de la Merced también defiende el establecimiento de una hoja de ruta hacia la transición, si bien habrá que ir ajustándola para ser menos dependiente y más competitivo.
“También hay que resolver las necesidades del día a día y, siendo realistas, en algunos momentos habrá que hacer altos en el camino y recurrir a fuentes energéticas que no aparecían en la agenda inicial, y que no serán las más adecuadas desde el punto de vista de la sostenibilidad, por una cuestión de supervivencia”, reconoce.
3/5Mientras, Eduardo Ripollés, director de Negocio Institucional de Mapfre AM, cree que “Europa debe hacer autocrítica y reconocer que, pese a haber hablado mucho de las renovables, no hizo los deberes. Dependemos del gas de la Rusia de Putin y de un socio energético considerado estratégico como Argelia. Al mismo tiempo, estamos utilizando GNL que nos vende EE.UU., extraído mediante fracking”.
“La conclusión es que Europa tiene un problema energético muy importante. Así que, ahora más que nunca e independientemente del coste y de la inflación verde, hay que desarrollar las renovables. No hay más remedio”, advierte.
“Se ha reabierto el debate sobre la energía nuclear y la construcción de nuevas centrales, pero el problema energético lo tenemos ahora y se tardarían al menos siete años en construir nuevas centrales”, añade.
En este escenario, Ripollés considera prioritario poner coto a los obstáculos burocráticos, que dilatan en exceso el proceso de instalación de ‘megavatios verdes’, establecer un mix energético equilibrado y, al mismo tiempo, utilizar la inteligencia artificial para conseguir una mayor eficiencia.
“Hay que intentar que esto no vuelva a pasar. Europa necesita tener autosuficiencia energética. Es un problema muy serio. Debemos ser conscientes de la realidad en la que vivimos y no lo hemos querido ver hasta ahora”, avisa.
4/5Mikko Ripatti, responsable para Iberia de DNB Asset Management, recuerda que Europa ha ido construyendo y desarrollando su sistema energético a lo largo del último siglo, de modo que es impensable creer que podrá realizar los cambios que se precisan “en cuestión de días, semanas o, incluso, meses”.
Otro aspecto significativo del contexto actual que destaca es el interés de las empresas por acercar la cadena de valor al consumidor final, fruto sobre todo de las tensiones geopolíticas entre EE.UU. y China, y que no se circunscribe solo al ámbito energético, sino también a otros como el tecnológico.
“Esto va a continuar. Las compañías priorizarán otros factores alternativos a los precios y los costes, como los geopolíticos, la seguridad o con qué países quieren o no trabajar. La independencia total de todo no es posible porque regresaríamos 2.000 años atrás. No obstante, hay que hacerlo de manera inteligente y quizás a veces pagando un poco más para reducir riesgos”, apunta.
En este contexto, DNB apuesta por activadores sostenibles para la mejora del medio ambiente, principalmente la eficiencia en los recursos, la energía limpia y la electrificación. Y también por otros subsectores “particularmente interesantes y prometedores”, como la demanda de turbinas solares y eólicas terrestres, la eficiencia energética y el almacenamiento de electricidad.
En esta apuesta por la sostenibilidad, Ripatti destaca el fondo Futuro Waves, un temático sostenible de DNB que invierte en mercados de renta variable globales y acorde a 11 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. La estrategia se centra en cuatro categorías de inversiones: economía azul (37 %), economía verde (31 %), clima (19 %) y calidad de vida (12 %).
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