El gestor de uno de los mayores fondos de tecnologías para la transición repasa sus características y apuestas.
En la transición energética, las tecnologías limpias son una pieza clave. Pascal Dudle, gestor del Vontobel Clean Technology, tiene una larga experiencia a la hora de poner precio a los riesgos gracias a su trabajo anterior en una reaseguradora. “A finales de los 90 nos dimos cuenta de que no sólo había riesgos, sino también oportunidades, así que empezamos a invertir, más que nada para ir aprendiendo y sobre todo centrados en capital riesgo”, recuerda. De ahí pasó a las cotizadas y con esa idea llegó a Vontobel AM hace 16 años, para crear lo que fue lanzado como un fondo temático, basado en la idea de crear doble dividendo, con rendimientos financieros y extrafinancieros y efectos cuantificables. Hoy en día el fondo es uno de los de mayor volumen en Europa en los ámbitos de la energía y la tecnología.
Tecnologías escalables
El fondo invierte en empresas proveedoras de tecnologías o servicios limpios e innovadores que se benefician de la tendencia secular global hacia la urbanización y la industrialización sostenible. “Nuestra idea es centrarnos tecnologías competitivas que van a poder escalarse, pero también destinamos una parte a tecnologías más emergentes como el hidrógeno, los combustibles sintéticos o las tecnologías de almacenamiento energético. Se trata de invertir en todo el universo posible de forma holística”, detalla el gestor.
“Buscamos invertir en las áreas en las que tiene que haber más cambio, con seis pilares de impacto: transporte, construcción, industria, agua, tratamiento y gestión de residuos y energía limpia”, explica Dudle. El enfoque en estos temas se justifica en que “hay compañías que ofrecen soluciones. Hay distintos tipos de oportunidades en cada sector. A veces son tecnologías simples, en sectores maduros, otras más emergentes”, añade.
Impacto y proceso
Para Dudle, invertir en la transición energética a veces puede resultar complicado y expuesto a contradicciones. “Las soluciones perfectas no existen, por ejemplo, tener el objetivo Net Zero como única guía de inversión en ciertas áreas, puede llevar a prescindir de elementos cuya producción es intensiva en CO2, pero que son muy necesarios, como por ejemplo los molinos de viento”, explica.
Por eso hace falta un análisis cada vez más granular con más indicadores. En su caso, ya están prestando atención a al alcance cuatro de las emisiones, que contempla las emisiones evitadas a lo largo de la vida del producto.
De un universo de 600 nombres, escogen entre 50 y 70 compañías, en un proceso en el que utilizan una variedad de medios como los datos de terceros, información en directo o el engagement.
El fondo se acoge al artículo 9 de la SFDR, y busca crear un impacto medible. Dudle es consciente de que el impacto de las empresas cotizadas puede ser más difícil de medir. “El elemento de la intención es innegable, la adicionalidad puede ser más complicada de demostrar, pero la gran ventaja de los fondos que invierten en compañías listadas es la escala de su posible impacto”, asegura. Ese acercamiento al impacto sigue un enfoque de dos pasos. “Tenemos en cuenta por una parte nuestro impacto como inversores y por otra el impacto que pueden producir las compañías”.
Europa y EE.UU.
Desde la promulgación de la IRA (Inflation Reduction Act) en EE.UU., con su extenso paquete de medidas y subsidios para impulsar la sostenibilidad, las comparaciones con la aproximación de Europa son inevitables. Dudle considera muy positiva la normativa estadounidense, destacando el potencial de transformación en el transporte y el posible impulso al hidrógeno, como ideas que le gustan más. En su opinión, se puede hablar de que “hay fuerzas estructurales muy poderosas para invertir en transición”.
Esas fuerzas pueden impulsar algunas de las temáticas que el gestor prefiere en la actualidad, como la adaptación de edificios y calderas, la eficiencia de los sistemas de aire acondicionado o los sistemas de recarga de los coches eléctricos.