Por qué el inversor no debe centrarse en la maximización de los retornos, sino en maximizar la consistencia de esos retornos

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Colin Moore, director global de inversiones de Columbia Threadneedle Investments, admite que lleva quejándose desde 2009 por el tono de los mercados, con numerosas advertencias de que los inversores deberían esperar un entorno de crecimiento estructuralmente más bajo que los años anteriores a la quiebra de Lehman Brothers (concretamente, un crecimiento medio en torno al 2%). “Creo que todavía estamos en esta área de bajo crecimiento debido a las tendencias en demografía, el desapalancamiento del sector privado y por las políticas de educación e inversión corporativa”, afirma el experto.

“El crecimiento económico es una función del crecimiento en el número de trabajadores, el crecimiento de su productividad y la cantidad de endeudamiento”, recuerda Moore. Si se tiene en cuenta el envejecimiento de la población en regiones tan dispares como EE.UU., Europa, Japón, China o Corea del sur trae consigo la reducción de la masa laboral, se puede concluir que el mundo se ha vuelto más dependiente del crecimiento de la productividad, y que se ha endeudado más. “El crecimiento de la productividad requiere un incremento de la inversión en la educación y formación e inversión en equipamiento de planta e infraestructuras. Esto no se está produciendo a una tasa suficiente”, declara el director de inversiones, que reclama el aumento de las inversiones al tener en cuenta que no se prevé ni una mejoría del perfil demográfico, ni el regreso a los días de fiebre por el crédito.

El experto de Columbia Threadneedle considera que este cambio en las dinámicas de crecimiento es normal, en el sentido de que “la economía mundial es demasiado compleja como para crecer de forma firme, y hay demasiadas variables”. El problema viene de que, ante un mundo complejo con dinámicas que están cambiando de forma estructural, según Moore “nuestro comportamiento emocional hacía esas variaciones, aunque predecible, es difícil de controlar. Nos volvemos demasiado optimistas cuando el crecimiento es más alto de lo esperado y demasiado pesimistas cuando el crecimiento decepciona”. A su vez, estos sentimientos se reflejan de forma exacerbada en los mercados financieros, hasta el punto que el experto considera que “un problema clave para los mercados financieros es el patrón de exceso de optimismo y pesimismo que experimentados como resultado de la economía de bajo crecimiento”.

Un ejemplo de esta influencia ha sido la reacción a las ventas de enero. Moore recuerda que hay signos alentadores en la economía real que atañen al empleo, el sector inmobiliario o las ventas de coches, por ejemplo. Por ello, estima que la corrección de enero fue sana, porque contribuyó a liberar parte de la presión que habían provocado unas predicciones del consenso excesivamente optimistas y así las valoraciones volvieron a niveles razonables, apoyadas por un fuerte momento de los beneficios. “Me refiero al nivel de los beneficios más que al crecimiento de los beneficios. El crecimiento neto estará silenciado porque el crecimiento económico será modesto. El beneficio por acción puede subir más por la recompra de acciones, pero los inversores necesitarán cada vez más preguntarse si la recompra de acciones es a expensas de la inversión en proyectos o personas que puedan ayudar al crecimiento futuro”, reflexiona el experto. 

El experto considera que el justiprecio del S&P 500 se sitúa en el rango entre 1.800 y 1.850 puntos. “Esto no significa que el pesimismo no vaya a empujarlo más abajo. Si lo hace, probablemente sea una oportunidad de compra”, añade, en referencia a que, debido a que el crecimiento será más escaso, también lo será el potencial alcista. La expectativa del equipo de asignación global de activos de Columbia Threadneedle y del propio Moore es que la renta variable genere retornos positivos, pero modestos en los próximos cinco años. No obstante, el director de inversiones cree que no muchos inversores participarán de los retornos: “El ciclo de optimismo y pesimismo tiende a llevar a los inversores a vender barato y comprar caro, por lo que los retornos reales no coinciden con la media del mercado”.

Un cambio necesario en el enfoque de inversión

Una vez expuesta la tesis, Moore da una recomendación muy concisa: “Considere reequilibrar su cartera, evite tratar de maximizar el retorno a favor de maximizar la consistencia del retorno. Eso significa probablemente una exposición inferior a renta variable tanto en dólares o ajustada por beta. Un fondo de rentas puede tener una beta de 0,85 frente a fondos de alto crecimiento, con una beta de 1,1 o superior”.

El experto recomienda también favorecer aquellas estrategias que estén más enfocadas en la gestión de la volatilidad de la cartera que en la generación de retornos. “Aunque ese tipo de estrategias den como resultado retornos más bajos, es más probable que los inversores que las empleen consigan esos retornos porque una volatilidad más baja va de la mano de seguir invertido”.