¿Por qué ha recobrado atractivo la tesis de inversión en Japón?

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Moyan_Brenn, Flickr, Creative Commons

El Nikkei nipón alcanzó sus máximos anuales de 2016 a punto de acabar el año, el 23 de diciembre. Desde entonces, ha experimentado una pequeña corrección que le ha llevado a estrenar 2017 en números rojos. Paradójicamente, las acciones niponas figuran entre los activos que parten mejor posicionados en este comienzo de año. Una de las firmas que se declaran abiertamente positivas con la renta variable japonesa es Goldman Sachs AM. Aportan cinco razones para apostar por este activo a través del fondo GS Japan Portfolio, calificado como Blockbuster Funds People.

La primera razón reside en el crecimiento de los beneficios: “Esperamos que los beneficios recurrentes crezcan un 10% al año en los dos próximos años fiscales, guiados por factores cíclicos como la mejora de la economía y la depreciación del yen, y por factores estructurales como la mejora del consumo doméstico y las tendencias emergentes en campos específicos como la automatización de fábricas, dispositivos electrónicos con aplicaciones médicas o la electrificación de automóviles”. A pesar de esta previsión, siguen encontrando los múltiplos de valoración atractivos, al seguir siendo más bajos que en Europa y EE.UU.

Los fundamentales aportan la segunda razón: “Los márgenes de beneficio japoneses y el efectivo en los balances están en máximos de 20 años”. Las reformas corporativas están liberando ese efectivo, para que se emplee en inversiones que impulsen el crecimiento y los retornos para los accionistas en forma de recompras de acciones y dividendos; se espera que éstos crezcan un 38% en los próximos dos años.

La reforma del gobierno corporativo también está dando como fruto que las empresas emprendan acciones más favorables a sus accionistas, principalmente a través de objetivos de ROE más elevados. “El primer ministro Abe ha reconocido la necesidad de un gobierno corporativo más fuerte para cambiar el comportamiento corporativo y enfocarse mejor en los intereses de los accionistas”, señalan desde la entidad.

Otro de los motivos para estar positivos es la expectativa de que mejore el consumo local, apoyándose en tres factores: los salarios totales están creciendo a una tasa del 3% anual en términos reales; la caída de lastres al consumo (principalmente la inflación asociada a los alimentos y la tasa de ahorro); y ahora que el yen se ha vuelto a debilitar, se podría esperar que los turistas vuelvan a aumentar sus gastos.

Finalmente, en la firma argumentan que existe “un entorno de apoyo a la inversión, resultante de una inferior incertidumbre política y el regreso de compradores”. Son varios los perfiles de inversores dispuestos a comprar renta variable nipona. Están en primer lugar los inversores extranjeros: sus flujos de salida ascendieron a 16 billones de yenes entre mediados de 2015 y septiembre de 2016, una cantidad equivalente a la mitad de los flujos de entrada entre 2012 y 2015. El segundo gran comprador será el propio BoJ, a través de su inversión en ETF, equivalente a 6 billones de yenes al año. En tercer lugar figura el GPIF, el mayor fondo de pensiones público del mundo, que “podría comprar potencialmente 3 billones de yenes para alcanzar su objetivo de asignación a renta variable local”. La última fuente de compras serían las propias empresas niponas. La firma ha calculado que podrían gastarse 8 billones de dólares en recompra de acciones hasta el año fiscal que termina en marzo de 2018.

Factores macro

Uno de los grandes puntos a favor para Japón este año es la ausencia de riesgo político. “Parece que el país, que no tendrá que acudir las urnas en 2017, seguirá ofreciendo un contrapunto de estabilidad mientras en gran parte de las democracias del mundo se lidia con las decisiones que se tomaron en 2016”, comenta al respecto Dan Carter, gestor de Jupiter.

Esto no implica que la bolsa nipona sea ajena a posibles decisiones de su gobierno o su banco central. “Después de todo, el Banco de Japón (BoJ) todavía debe alcanzar su objetivo de inflación del 2% y el gobierno seguirá intentando estimular el crecimiento a pesar del margen cada vez más exiguo que dejan las cuentas públicas”, explica Carter. Sin embargo, cree que “parece improbable que los motores principales del mercado en 2017 sean el gobierno o el banco central, sino que será el sector empresarial el que tire con más fuerza”.

Stephanie Flanders, estratega jefe de mercado de J.P.Morgan AM para Reino Unido y Europa, profundiza en las consecuencias de la política monetaria sobre los activos japoneses. Su punto de vista se centra en una paradoja. Por un lado, cree que es probable en el medio plazo que “las fuerzas estructurales y la necesidad continuada de reactivar la economía hagan que los tipos de interés a largo plazo de todo el mundo permanezcan en niveles mucho más bajos que en el pasado”. Por otro, observa que “ni el BCE ni el BoJ consideran que llevar el coste del dinero a largo plazo hasta niveles muy por debajo de cero vaya a ser beneficioso”.

Cabe recordar que la última vuelta de tuerca del BoJ se produjo el pasado mes de septiembre, cuando anunció que fijaría una tir objetivo del 0% sobre los bonos gubernamentales japoneses a 10 años. “El mensaje que envió a los inversores fue que el banco central tenía el compromiso de mantener las tires nominales en niveles extraordinariamente bajos, pero que no creía que fuera deseable que la curva de tir fuese plana o incluso descendente, especialmente por las implicaciones de dicha situación para el sector financiero”, detalla Flanders. Ésta considera que la nueva política “llevaba también aparejada una lección para el gobierno: el BoJ estaba dispuesto a respaldar endeudamiento público adicional hasta que la economía alcanzase niveles de demanda nominal sistemáticamente consistentes”.

Flanders indica que este 2017 podría recuperar atractivo la tesis de inversión en valores financieros nipones, pero si se cumplen unos condicionantes: “Si los inversores mantienen la confianza en la nueva política del BoJ de fijar una tir objetivo para los bonos estatales a 10 años y el yen continúa depreciándose frente al dólar”.