TRIBUNA de Rodrigo Acuña, socio de PrimAmérica Consultores, empresa especializada en seguridad social, pensiones, ahorro, seguros de vida y finanzas, publicada por la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP).
(i) Hubo un cambio estructural a los principios de operación y características y estructura de incentivo de los programas contributivos de pensiones, al pasar desde regímenes de reparto hacia sistemas de capitalización individual.
(ii) Lo anterior tuvo efectos muy importantes en distintas áreas del desempeño de los programas de pensiones. Uno de ellos, y parte de las motivaciones principales que llevó a las reformas que se hicieron durante los años 80 y 90, es la sostenibilidad financiera de los programas contributivos en el largo plazo y que estaba seriamente amenazada en los regímenes de reparto, debido a los problemas financieros que enfrentan (causados por las tendencias demográficas y la disminución en la relación de activos a pasivos). En los sistemas de capitalización individual el problema de la sostenibilidad financiera se resuelve al vincular directamente los aportes realizados con los beneficios que se entregan, sin perjuicio de que haya otras materias que se plantean como desafío (particularmente referido al tema de la suficiencia de las pensiones).
(iii) La liberación de fondos que se ha ido produciendo en el tiempo, del presupuesto público, está permitiendo financiar otros programas sociales, entre ellos, las pensiones no contributivas. La reforma del 2008 que se hizo en Chile, y que creó el sistema solidario de pensiones, fue financiada en gran parte con recursos provenientes de esta liberación de fondos.
(iv) Mayor equidad entre trabajadores. En los programas de capitalización individual, todos los trabajadores tienen los mismos derechos y obligaciones, independientemente del sector económico o la empresa en la cual trabajen o en la administradora en la cual estén afiliados. Eso no ocurría según la experiencia en los regímenes de reparto de la región, donde había grandes diferencias en tasas de cotización, en beneficios y en condiciones de elegibilidad. Se suma a eso, que en general, los sectores de menores ingresos, los más vulnerables y las mujeres, eran los que estaban en peor condición relativa. Una alta proporción de ese segmento de trabajadores no alcanzaba a recibir pensiones porque no cumplía los requisitos para obtenerla, y por lo tanto perdía total o parcialmente los aportes realizados durante la vida activa. En cambio, los sectores de mayores ingresos que tienen un mejor comportamiento de pago en las cotizaciones usualmente en estos sistemas, sí alcanzaban a cumplir los requisitos que se le exigían y recibían pensiones.
Otro punto relevante respecto a la equidad es que hay un compromiso financiero muy importante del presupuesto público en el financiamiento de los regímenes de reparto contributivos. Por ejemplo, en el caso de Colombia actualmente se destina aproximadamente un 3,8% del PIB a financiar los regímenes de reparto, en 9 circunstancias que, por otro lado, se destina un 0,1% del PIB a financiar las pensiones no contributivas focalizadas en los sectores de menores ingresos, lo cual refleja una gran inequidad en los regímenes de reparto, que se corrige en los sistemas de capitalización individual.
(v) Disminución de las subcobertura oculta de los regímenes de reparto. Muchos trabajadores estaban cotizando en los regímenes de reparto y por lo tanto engrosaban las cifras de cobertura de dichos regímenes en la etapa activa. Pero finalmente, llegaban a la fecha de pensión, y no recibían beneficios, y por lo tanto no estaban cubiertos realmente con prestaciones del sistema de pensiones, a pesar de que durante la etapa activa aparecían como cubiertos. En Chile, una de cada dos personas que llegan a la fecha de pensión en los regímenes de reparto terminan no recibiendo beneficios por que no cumplen los requisitos (en el caso de Perú, la cifra es 2 de cada 3 personas).
(vi) Se pasó de la opacidad existente en cuanto a información en los regímenes de reparto a la transparencia que vemos en el funcionamiento y gestión del sistema de AFP y que permite hacer diagnósticos y críticas respecto a ciertos aspectos del funcionamiento del sistema y también permite hacer propuestas de perfeccionamiento.
(vii) Ha habido buenos resultados obtenidos por las administradoras de fondos de pensiones de los países de la región.
- Rentabilidad: la rentabilidad promedio (sin descontar comisiones) fluctúa entre 6,5% y 8,6% promedio real anual, que es una cifra bastante superior a la que se esperaba inicialmente. Eso sin descontar las comisiones.
- Comisiones: ha habido una tendencia decreciente en las comisiones, sin perjuicio de que pueda tomarse medidas adicionales que puedan potenciar la competencia entre distintas administradoras para mejorar los diferentes atributos previsionales. Por ejemplo, en México, en 17 años, se estima que las comisiones han bajado en torno al 90%. Y en Chile, si tomamos el momento peak más alto de comisiones del año 83 y lo comparamos con las comisiones vigentes hoy día, incluido la prima del seguro de invalidez y sobrevivencia, vemos una caída entorno al 50%.
-Calidad del servicio de las administradoras: según distintos indicadores que están sacando las distintas instituciones fiscalizadoras, la calidad del servicio ha sido adecuada.
(viii) Han tenido positivos impactos macroeconómicos: la creación de los sistemas de capitalización individual llevó a un mayor crecimiento anual del PIB, de entre 0,3% y 0,6%, dependiendo del país. Ello, por su efecto en el mercado del trabajo, en el mercado del ahorro e inversión, en el mercado de capitales y en el desarrollo financiero y en la productividad de factores.