Rachel Whittaker (Robeco): "Las gestoras van a tener que rendir cuentas ante sus clientes si sus estrategias sostenibles no se comportan como se espera"

Rachel Whittaker
Foto: cedida por Robeco.

Aunque la actual definición de rentabilidad es más amplia, cada vez son más los inversores que consideran que no es necesario aceptar una merma de rentabilidad financiera en las inversiones sostenibles. Según una encuesta realizada por PwC en 2021, más del 80% de los inversores no están dispuestos a aceptar unas previsiones de rentabilidad para sus inversiones sostenibles más de un punto porcentual por debajo de las de otras estrategias no sostenibles.

Un estudio de Natixis IM del mismo año también revelaba que solo el 20% de los inversores piensa que debe renunciar a parte de la rentabilidad para invertir de forma sostenible. En 2017 esta proporción era del 64%. "Esto sugiere que las gestoras de activos van a tener que rendir cuentas ante sus clientes si sus estrategias sostenibles no se comportan como se espera", afirma Rachel Whittaker, directora de Investigación en Inversión Sostenible en Robeco.

“Aun así, algunos inversores sí que están dispuestos aún a asumir tasas de rentabilidad inferiores a las del mercado a cambio de financiar actividades sostenibles, tal vez como alternativa a la filantropía más tradicional. Aunque no podemos esperar que todos los inversores adopten una actitud de este tipo, esto ilustra el amplio espectro de expectativas de rentabilidad que existen hoy en día”.

Demostrar que no se sacrifica rentabilidad

Por otro lado, está la cuestión de por qué no hay estudios académicos que no demuestren concluyentemente que las inversiones sostenibles no sacrifican rentabilidad. Según la experta, formular esta pregunta supone asumir que la inversión sostenible es una estrategia independiente que puede identificarse y estudiarse. Y, en su opinión, esto no es así.

“El mercado actual de inversiones sostenibles es enormemente variado. Algunas estrategias se centran en empresas bien gestionadas (factor calidad), o en aquellas cuyos productos ofrecen soluciones a problemas ambientales o sociales. Algunas tratan de combinar ambos enfoques. Otras prefieren recurrir a información ASG sin relevancia financiera para alinear sus inversiones con sus valores (el llamado enfoque de no perjudicar). Además, la diversidad de aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo que pueden afectar a las distintas industrias y empresas es enorme”, indica.

A su juicio, cuando se analizan la gran variedad de enfoques que existen, se hace patente que definir un universo de inversiones sostenibles para su estudio es incluso más difícil quizá que estudiar cuestiones financieras más tradicionales, como si la gestión activa genera alfa, o si la inversión cuantitativa da mejor resultado que la inversión por fundamentales.

“Aislar el impacto de la adopción de un enfoque sostenible segregándolo de variables tan decisivas como la situación del mercado o la destreza de los inversores resulta extremadamente complicado. Por eso los consultores de inversión tienen su lugar en el sector”, argumenta.

Conjugar los objetivos de sostenibilidad con las necesidades de rentabilidad

Hoy en día existen opciones sostenibles para prácticamente cualquier tipo de enfoque: pasivo, activo, temático, capital privado y público, crédito high yield e investment grade... Sucede que, al seleccionar las inversiones, se debe aplicar siempre el mismo nivel de atención a la selección de las gestoras o los títulos independientemente de que la inversión se considere sostenible o no. ¿El enfoque tiene sentido? ¿Hasta qué punto resultan creíbles las afirmaciones de la dirección?

“Todos los gestores de inversiones operan conforme a un conjunto de limitaciones. Estas están relacionadas ya sea con la liquidez, el horizonte temporal o ciertos criterios de sostenibilidad. La verdadera pregunta es si los gestores están suficientemente capacitados para construir una cartera conforme a esas limitaciones y lograr sus objetivos. Y esa incógnita es independiente de si se trata de un enfoque sostenible o no”. Así, lo que realmente importa es: ¿cuáles son mis objetivos y cómo puede ayudarme la inversión sostenible? “Esa es la única pregunta que de verdad hay que responder”.