Han pasado ya dos semanas desde la debacle de Neil Woodford. El buque insignia de su gestora se suspendió al no poder hacer frente al fuerte ritmo de reembolsos sin poner en riesgo la cartera restante. Y es que en el Woodford Equity Income Fund se gestó el coctel perfecto. Una prolongada mala racha actuó de leña para la llama que suponía su exposición a activos ilíquidos. Con la caída en valor de sus grandes apuestas, esa pata menos líquida fue creciendo en peso relativo.
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