Tras un 2021 y un 2022 en el último cuartil de su categoría, el Baillie Gifford Worldwide Long Term Global Growth Fund vuelve a las primeras posiciones. No obstante, el equipo de gestión se lleva algunas lecciones tras un periodo duro para el estilo de inversión.
En opinión de Stuart Dunbar, nunca antes ha habido tanto potencial de disrupción, tanta innovación tecnológica, en el mundo. Nunca antes ha habido tanto potencial de disrupción. “Y, sin embargo, la principal preocupación de los inversores es que el crecimiento global está bajo presión”, comenta el socio de Baillie Gifford. “Yo diría que es mejor pensar en cómo está cambiando la economía más que dónde está creciendo”, propone Dunbar.
Hablando de disrupción, Dunbar distingue entre las partes de la economía que tienen que cambiar y las que pueden hacerlo. En el primer caso, el experto coloca a sectores como el energético y el sistema sanitario. “La energía y el debate sobre la transición energética se ha convertido casi en una cuestión política. Por otro lado, el sistema sanitario está evolucionando de una mentalidad de curar a una de prevenir, lo que le hace más eficiente. “Algo necesario teniendo en cuenta los enormes presupuestos que manejan los gobiernos para esta partida”, argumenta el socio de la gestora escocesa.
Luego están los que cambios que van a llegar, no por una necesidad estructural, ni porque el sistema esté roto, sino por un efecto natural del consumidor. Muchas de estas grandes tendencias se intentan englobar en fondos temáticos, pero Dunbar se decanta más por no apostar por los nombres obvios. “Se trata de analizar la cadena de valor y encontrar ideas diferenciales. No comprar el oro sino los vendedores de palas; no comprar las torres de antena, sino los fabricantes del cableado”, explica.
Convicción en el growth a pesar de los tipos altos
Para Michael Taylor, investment manager en Baillie Gifford, la clave está en encontrar aquellos negocios que van a prosperar en un entorno de disrupción. “No se trata de la supervivencia de los más fuertes sino de aquellas capaces de adaptarse mejor al cambio”, afirma.
En un entorno de inflación al alza se ha hablado mucho sobre el poder de fijación de precios. Pero Taylor distinguiría entre las tres razones por las que una compañía puede subir precios: uno, porque los precios de los bienes no estaban bien fijados en primer lugar; dos, porque es un monopolio; o tres, porque el valor del producto o servicio ha aumentado. Y es en este último segmento donde el experto encuentra mejores ideas. Es el caso de Shopify, una plataforma de comercio electrónico en la que la gestora lleva invertida tiempo y donde han visto de primera mano cómo la experiencia del vendedor en la plataforma ha mejorado.
Otra de las críticas al growth en el momento actual es el impacto de los tipos de interés altos. “Pero es que para algunos negocios el fin del dinero barato puede ser una buena noticia”, asegura Taylor. Le viene a la mente el caso de Doordash. Durante mucho tiempo las plataformas de comida a domicilio han sobrevivido quemando caja. “Estoy convencido de que Doordash es un negocio rentable y ahora que las startup menos rentables van a comenzar a morir será su oportunidad de demostrarlo”, prevé el experto.
Lecciones aprendidas
Dicho todo lo anterior, la realidad es que la preocupación por las dificultades a las que se enfrenta el crecimiento global y los tipos de interés altos ha penalizado a los fondos con sesgo al estilo growth. Las antaño líderes en rentabilidades durante los últimos años encadenan varios ejercicios difíciles. Y Baillie Gifford no ha sido la excepción. Uno de sus fondos bandera, el Baillie Gifford Worldwide Long Term Global Growth Fund, se mantiene en el primer cuartil de su categoría a cinco años. Pero las malas rentabilidades de 2021 y 2022, donde terminó cerca de la cola de sus iguales, están lastrando su retorno anualizado a tres años.
En 2023 el fondo vuelve a despegar, con una rentabilidad acumulada del 25% a mediados de septiembre, de vuelta al primer cuartil. No obstante, tras dos años decepcionantes para el inversor, Dunbar reconoce que se lleva algunas lecciones de este periodo.
“Hemos hecho bastante introspección, reflexionando sobre los fallos que hemos podido cometer”, reconoce. Pero tras ese repaso interno la gestora escocesa no siente que las malas rentabilidades respondan a una sucesión de errores de inversión. “No es que nos equivocásemos con nuestra tesis, sino que nos ceñimos a nuestra convicción y a nuestro estilo growth”, defiende Dunbar.
Y es que los mismos factores que les penalizaron en 2021 y 2022 ahora son un viento de cola en 2023. Salvo casos difíciles de prever con antelación, como el castigo a la empresa china de formación online, TAL Education, con el cambio regulatorio en el país, Dunbar no siente que se les pasase algo fácil de ver.
Del mismo modo que siguen sin tener obsesionarse por las valoraciones. “Tenemos la convicción en la calidad de las compañías en las que invertimos. Sabemos que su potencial va a más que compensar un múltiplo alto a lo largo de cinco años”, afirma. En su opinión, no se debe descartar una buena compañía solo por el precio porque a largo plazo los grandes ganadores de una cartera dependen de la calidad. “Muchas veces lo que no compras puede ser tu mayor error de inversión”, insiste Dunbar.