“Son altas las expectativas de que quien quiera que asuma el mando en diciembre tendrá que devaluar el peso argentino” indican desde Nordea Markets.
Las primarias argentinas que se celebraron el pasado 9 de agosto, con la victoria del candidato oficialista Daniel Scioli, son sólo la primera muesca del apretado calendario electoral que afronta el país para el resto del año. La siguiente cita será el 25 de octubre, cuando se celebre la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Dependiendo de los resultados, el 22 de noviembre se podría celebrar la segunda vuelta. En todo caso, está previsto que el nuevo ejecutivo asuma sus funciones el día 10 de diciembre. “Las cercanas elecciones presidenciales podrían ser un factor de cambio para realizar ajustes políticos necesarios y para alcanzar un posible acuerdo con los acreedores ‘holdouts’”, comenta Lisa Alexandersson, analista de Nordea Markets.
“Los precios de los activos han estado apoyados por el optimismo del mercado en cuanto que la próxima administración llevará a cabo cambios políticos necesarios”, continúa la experta, que observa sin embargo que “los desequilibrios macroeconómicos son profundos y los mercados pueden estar subestimando la complejidad y el tiempo que cualquiera de esos proceso pueda llevar”.
Ante este panorama, Alexandersson concluye que “son altas las expectativas de que quien quiera que asuma el mando en diciembre tendrá que devaluar el peso argentino”. Actualmente, la tasa oficiosa se sitúa en 14,9 pesos por dólar, un 62% por encima del cambio oficial, fijado en 9,2 pesos el dólar. Entre tanto, la analista considera que “es probable que el gobierno actual continúe haciendo de todo para evitar una devaluación del peso antes de abandonar sus funciones en diciembre”.
¿Qué posibilidades plantea la elección de uno u otro candidato? “Si gana Mauricio Macri, es probable que se vea una normalización más rápida de la divisa. Scioli probablemente dejará que el peso se deprecie lentamente a lo largo del tiempo, pero estará menos inclinado a aceptar grandes movimientos de divisa”, anticipa la analista, quien cree en todo caso que el próximo gobierno de Argentina no podrá evitar algún tipo de devaluación “si la actividad va a funcionar con normalidad y la economía finalmente deja atrás la recesión”. En este contexto, desde Nordea Markets creen que un abaratamiento de la moneda “aliviará la presión sobre las reservas de divisas y ayudará a reconstruir la competitividad externa, algo que la poco competitiva industria argentina necesita mucho”.
Propuestas de negociación con los acreedores
Ha pasado ya un año desde el impago técnico de Argentina, y todavía quedan asuntos pendientes de resolver. En concreto, como detalla Alexandersson, “la nueva administración tendrá que alcanzar una resolución con los acreedores que será aprobada por el Congreso, lo que podría ser un desafío”. A propósito, recuerda que Macri ha prometido como parte de su programa electoral que restablecerá las relaciones con los acreedores en 2016, mientras que Scioli afirmó en cambio que el acuerdo que se alcance no deberá “deshonrar los intereses nacionales de Argentina”, lo que la analista interpreta como que “es probable que mantenga una postura dura y no ceda mucho a las demandas de los acreedores”.
En todo caso, comentan desde Nordea Markets, “incluso si las promesas de un acuerdo rápido con los acreedores parecen mucho más probables si Macri es nombrado presidente en diciembre, tendrá que atravesar momentos difíciles para conseguir que cualquier negociación aceptable sea aprobada por el Congreso”, dado que probablemente tenga que enfrentarse al kirchnerismo. Por todas estas observaciones, Alexandersson concluye que “una resolución con los acreedores a principios de 2016 parece una ilusión”.