La inversión de impacto se está posicionando como una de las formas de invertir más atractivas y positivas para con la sociedad. Pero no todo vale. Expertos de cinco importantes entidades del mundo de la gestión de activos discuten sobre los desafíos que conlleva en el segundo encuentro del Impact Lab.
Se ha celebrado el segundo encuentro del Impact Lab, un espacio para la reflexión sobre las inversiones de impacto creado por Robeco y FundsPeople. Si en el primer encuentro del Impact Lab se abordó la influencia de los ODS en las organizaciones y en el diseño de productos, el segundo ha estado centrado en la influencia de la legislación europea y en la medición del impacto.
El encuentro del Impact Lab fue precedido por el lanzamiento del Robeco Climate Change Mentoring Program, un proyecto innovador en el que se presentaron tres start-ups de impacto que han sido seleccionadas de un universo de más de 100 compañías con el objetivo de acercar las inversiones de impacto ilíquidas al mundo de las líquidas a través del engagement.
El encuentro contó con la participación de Augusto Caro, en la fecha director de Inversiones de Fondos de Renta Variable, Mixtos y Empleo de Bankia Fondos; Ana Claver, responsable de Robeco Iberia, Latam y US Offshore; Javier García de Vinuesa, responsable de Wholesale & Global Financial Institutions de Robeco; Guillermo Hermida, responsable de estrategia ESG en CaixaBank Private Bank; Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión; Ana Rivero, responsable de Estrategia de Mercado y ASG en Europa de Santander Asset Management; y Laura Bosch, especialista en Engagement de Robeco. El evento también contó con la asistencia de Nuria Rodríguez Peinado, directora de Medioambiente, Sostenibilidad y Responsabilidad Social de Naturgy y Engagement Ambassador de Robeco.
Abrió la jornada Javier García de Vinuesa con una reflexión sobre los retos que supone hacer una medición efectiva del impacto de las inversiones en ODS, el problema de la falta de homogeneidad en los datos y el impulso de la regulación europea. El primer tema abordado fue, precisamente, la influencia que está teniendo el plan de financiación sostenible de la Unión Europea en la industria de gestión.
La regulación como motor de cambio
Para Ana Rivero, directora de sostenibilidad en Santander AM, “la regulación está siendo el principal impulso del cambio obligado. Obligado por normas, obligado por deadlines. Con la entrada en vigor de la SFDR, toda la organización se ha involucrado en este cambio a un mundo nuevo que nos afecta a todos, gestoras y distribuidores. Entre las cosas que hemos tenido que decidir, está la cuestión de qué fondos son artículo 8 y artículo 9. Es muy complejo ahora mismo, muy difícil tener fondos artículo 9” Rivero precisa que “si no tienes toda la maquinaria que hay que tener detrás para hacer esa medición del impacto perfectamente. En nuestro caso, hemos conseguido que uno de los fondos vaya a ser artículo 9, algo que hace meses era impensable. Lo hemos logrado gracias a involucrar a riesgos, a cumplimiento, a legal y por supuesto, a los gestores”.
La directiva de Santander AM subraya que “la regulación es una ayuda para que la organización en general se ponga a funcionar en la misma dirección. Y la verdad, es que es algo que todo el mundo quiere hacer, todo el mundo se apunta, a lo que todo el mundo se engancha y estamos viendo que es algo imparable. Todo el año 2020 los fondos sostenibles se han vendido todos los meses. Ha sido positivo todo, sin hacer promoción, sin hacer publicidad. Ha sido un refugio en meses muy difíciles de ventas”.
Adaptación interna de las entidades
Augusto Caro, director de inversiones de los fondos de renta variable mixtos y presidente del Comité de Sostenibilidad de Bankia Fondos y Bankia Pensiones cree que “la sostenibilidad es un camino que hay que ir recorriendo paso a paso. Es cierto que la regulación te obliga, te marca y te pone claramente una serie de hitos a lograr, pero ha sido necesario haberse preparado mucho antes para poder estar gestionando con criterios de sostenibilidad”. Caro señala que en su entidad llevan “bastantes años trabajando en ello. Hemos creado también un Comité de Sostenibilidad muy transversal a toda la gestora que expresamente se dedica a esto y que rige todo lo que son los temas de sostenibilidad en las gestoras de fondos y pensiones. Hemos puesto mucho foco en tratar de tener una serie de productos sofisticados. Lanzamos hace tiempo una gama de productos sostenibles, adelantándonos a este movimiento que iba a haber hacia inversiones con impacto y viendo la importancia que los ODS podían representar. Vemos claramente que los ODS hoy por hoy están marcando la agenda y ahí consideramos que fuimos bastante pioneros y que tenemos un fondo con ya amplio y buen track récord”.
Para Caro, “la regulación, desde luego, te obliga mucho a acelerar el paso y te obliga a intentar obtener más recursos ante una situación complicada en el sector financiero para lograr aumentar el dimensionamiento. También nos ha obligado a buscar asesoramiento en algunos casos y por eso hemos contado con Portocolom en algunas de las áreas en las que nosotros consideramos que teníamos menos expertise o que creíamos que debíamos potenciar, por ejemplo, en la medición de impacto, que considerábamos importantísima y que nos permitió en el 2020 enviar el primer informe de impacto de activos líquidos a cliente retail español”.
Entre los desafíos a los que ha habido que hacer frente, el directivo de Bankia considera “que ha habido indefinición o demasiado poca información hasta los últimos momentos sobre realmente cuáles eran las métricas o cuáles eran las características que teníamos que tener para dividir los fondos dentro de divulgación entre el artículo 8, los que promueven criterios ASG, y el artículo 9, que realmente son los fondos con objetivos sostenibles. Bankia Fondos también ha tenido la ambición de posicionar nuestra gama Bankia Futuro Sostenible con impacto en los ODS en ese artículo 9”.
La sostenibilidad no lo es todo en ESG
Guillermo Hermida, director de Estrategia ESG en CaixaBank Banca Privada, apunta que en la entidad están “muy contentos con todo lo que está pasando. Nos encanta que se ponga de relieve que las entidades financieras pongan más el foco en todo lo que tiene que ver con sostenibilidad. Es algo que está en los genes de CaixaBank, la parte de obra social está en los propios principios fundacionales. La parte social está absolutamente imbricada dentro de lo que es el grupo, y también dentro de las distintas unidades de inversión, tanto en fondos de pensiones como en fondos de inversión. Mi antiguo trabajo era precisamente evaluar cómo integrar los riesgos ASG dentro de la toma de decisiones de inversión. Aprendimos, entre otras cosas, con la ayuda entre otros de Robeco, a ver cómo podíamos implementar mejores prácticas y fuimos creciendo también en lo que era la conciencia de los riesgos y en contribuir de manera positiva al mundo de la sostenibilidad. Se trataba de considerar el riesgo desde una perspectiva de conceptos no financieros”.
Por eso, considera Hermida que “la labor de la taxonomía es absolutamente necesaria. Y por supuesto, también hemos hecho un esfuerzo en lo relacionado con la inversión de impacto. En la parte de banca privada hemos podido atender a lo que eran las inversiones de todos los segmentos, también considerando productos menos líquidos. Ya hemos ofrecido a nuestros clientes productos con características de impacto, concretamente cuatro, que se han lanzado directamente por parte de gestoras”.
Además, añade, “desde el punto de vista de la organización interna, lógicamente nos afecta el cumplimiento de las normas, pero nosotros queremos ser agentes de cambio, ayudar a lo que es la transformación general de la sociedad para que sea más consciente. Y esto implica fundamentalmente tener una red bien formada que sea capaz de hacer educación financiera sobre aspectos no financieros, sobre todo lo que es la sostenibilidad. Y en eso nos veréis a futuro, tratando de conseguir que todo esto, que por ahora sigue siendo un elemento de un sector muy especializado, sea capaz de ser llevado a la sociedad en general. Y no nos referimos única y exclusivamente a lo que es el cambio climático, sino que también que se entiendan el resto de los conceptos de la S y de la G. Es un proceso que a nosotros nos encanta. Creemos que estamos justo al principio, que esto va a ser absolutamente transformador para la sociedad en su conjunto”.
Un impacto positivo en la sociedad
Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión, coincide en que“la regulación impacta en que acelera las cosas y aclara conceptos. En cuanto a acelerar las cosas, bueno, son cosas que ya veníamos haciendo en la casa. En cada producto tenemos la doble medición de impacto, una métrica externa, que mide impacto sobre ODS, y la interna, que mide impacto de forma más pura. Esta forma de aproximar la medición de impacto más pura está muy en línea con saber a quién impactamos”.
Matellán destaca que “la cultura corporativa de Mapfre desde siempre es tremendamente sostenible, desde el año 65, ahí están los estatutos. Pero ahora esa cultura está permeando a la cultura de todo el grupo, es transversal. Si quiero mejorar las cosas en general, primero tengo que ser capaz de ayudar a la persona que están en la organización. Por ejemplo, si en Mapfre contratamos personas con discapacidad, tengo que asegurarme que el impacto sobre esas personas es positivo. Eso es lo primero que estamos haciendo. Y luego, a través de la fundación, a través de mis fondos, podré impactar en el resto de la sociedad”. Sobre su gama de fondos, Matellán señala que “queremos meter algún fondo en el artículo 9. Por el momento hemos dedicado nuestros recursos recientes a obtener la etiqueta francesa. Hemos sufrido una auditoría muy intensa y finalmente hemos conseguido esa etiqueta francesa, pero nuestro objetivo será tener fondos del artículo 9”.
Ana Claver, responsable de Robeco Iberia, Latam y US Offshore,considera que “la legislación es un primer paso, pero no es el definitivo. Ahora se trata de distinguir entre las apariencias y quienes realmente cumplimos. Pienso que esa es la gran dicotomía y el principal reto al que os enfrentáis vosotros también a la hora de analizar fondos. En los próximos meses, años, creo que es uno de los grandes retos que tenemos como industria”. Claver destaca que en Robeco han “dedicado una cantidad enorme de recursos y de equipos humanos trabajando muy duro con estas novedades regulatorias, pero toda nuestra experiencia, nuestro conocimiento, nos hace abordar estos temas de una manera distinta”. Esa experiencia les ha permitido que la mayoría de sus fondos vayan a ser clasificados como artículo 8 y 9. “Lo que para nosotros eran mínimos de mercado o estándares mínimos a cumplir, claramente son estándares máximos para el mercado. Estamos muy orgullosos porque ya contábamos con las herramientas, pero esto solo acaba de empezar y todos tendremos que ir evolucionando de la mano del regulador”, apunta.
Sobre las herramientas necesarias, tanto Ana Rivero como Guillermo Hermida coinciden en que los propios reguladores van a necesitar muchos más recursos para poder apoyar a las entidades en sus procesos de adaptación a la legislación, y no solo en el área de la gestión de activos, sino también en la actividad bancaria.
Retos a superar
El segundo tema debatido fue el de los retos que suponen para las entidades la medición y la gestión del impacto.“Hay muchísimos retos en la medición del impacto”, afirma Augusto Caro. “Nosotros invertimos en muchas empresas y no todas tienen esa capacidad, no todas están siendo capaces de darnos esa información, de dar esas métricas. En muchos casos, además, no hay histórico. Y se va a necesitar un histórico razonable para ir viendo la evolución del impacto que consideramos que es un dato importante. Vemos que la información aún es escasa en algunos casos y va a ser necesario a la hora de calcular los KPI. Nosotros hemos estado trabajando, sobre todo, para toda la parte del artículo 9. En algunos casos es incluso posible que tengamos que hacer algún proxy para obtener esa información al no ser reportada específicamente por algunas compañías. Eso va a suponer, por ejemplo, que vamos a comparar datos reales cuantificados de empresas con los con proxys de otro tipo de empresas que pueden ser con criterios algo distintos, al no ser datos totalmente contrastados”, explica.
Para Caro “hay que fomentar que las empresas nos den una información extra financiera cada vez más precisa y cuantificada. Está muy claro ya cuáles son los KPI, pero lograr obtener esa información va a ser un reto enorme. En el mundo no hay solo empresas grandes y avanzadas en su reporting”. Caro señala que “hay empresas pequeñas, empresas medianas que impactan mucho, que son compañías innovadoras que no tienen aún capacidad de reportar. Creo que todos tenemos que ir influyendo para que cada vez la información sea muchísimo más precisa, muchísimo más clara y homogénea para poder luego dar esa información de manera más concreta, para poder medir este impacto, transmitirlo al partícipe, y también fomentar que ese impacto sea cada vez mayor”.
La importancia del reporting
Guillermo Hermida considera que tras la entrada en vigor de la SFDR, “hay que empezar a demostrar qué lo que has dicho lo llevas a cabo y cómo lo llevas a cabo. Respecto a lo que es la regulación, tienen que cambiar muchas más cosas. Lo que no podemos pretender es que la industria expulse a los pequeños jugadores porque no exista la capacidad de reportar desde el lado financiero lo que son estas métricas no financieras que están en manos de un oligopolio cada vez más creciente y que, además, teniendo en cuenta lo que es una arquitectura fundamentalmente europea, se está haciendo por parte de proveedores fundamentalmente del otro lado del charco. Ahí hay una cierta disonancia. Debería haber por parte de la Unión Europea un esfuerzo de crear una base de datos pública a la que todos tuvieran acceso para poder elaborar lo que son esos informes”.
Además, añade “va a ser fundamental todo el tema de cómo se pregunta después con MiFID II, la modificación de las preferencias de sostenibilidad a los clientes y cómo se traduce eso en las propuestas de inversión para que entiendan cuál es el impacto que con sus inversiones pueden estar generando de manera positiva o negativa en cada uno de los aspectos. La oferta también cambiará”. En su opinión “lo ideal sería que hubiera casi, casi un menú a la carta diciendo yo quiero incidir en ese ODS, yo quiero esa otra y poner productos financieros que vayan con esa motivación específica. Pero bueno, eso todavía tardará más. Y no nos olvidemos, además, que en todo lo que tiene que ver con taxonomías todavía queda mucho por desarrollar de aquí a diciembre de este ejercicio y la taxonomía social durante todo lo que es el 2023. Y conseguir todo eso y formarlo, meterlo en un cocktail comprensivo y comprensible. No es poco”.
El problema de los datos
En opinión deAlberto Matellán, los retos son variados: “El primero es que en la forma de funcionar de todas las compañías se tengan en cuenta los impactos de la actividad, cuando digo impactos de mi actividad me refiero a que todo el mundo tenga en cuenta que están haciendo algo más que gestionar una cuenta de resultados. El segundo es un reto de datos y de análisis. Y esto me recuerda a que cuando éramos jóvenes, casi todos aprendimos análisis financiero. Todos teníamos los mismos datos o todos veíamos la cuenta resultados. Yo creo que aquí debería suceder algo parecido. Ahora mismo hay un oligopolio de datos y son muy distintos. Se ha basado mucho en scoring. En nuestro caso tenemos, además, una base de datos propia muy desarrollada con históricos de más de 10 años. La ventaja es que sabemos cómo y de dónde salen cada uno de ellos. Yo creo que iremos hacia esa estandarización de esos datos, y por tanto la diferencia va a estar en el análisis, en el juicio del analista, en cómo conozca el negocio”. Matellán añade que el tercer reto es un reto del cliente, “que lo que se le facilite sea lo que el cliente quiere. Más transparencia es muy positivo, pero ¿hasta qué punto las exigencias de información que nos llegan son excesivamente detallistas para al cliente final y de esa forma se pierde el foco?”, se pregunta.
Sostenibilidad para todos
Ana Rivero estima que es fundamental “tener en cuenta que todo este esfuerzo hay que monetizarlo porque si no, esta industria no puede seguir avanzando en este tipo de inversión. Esto es caro y lo es porque nadie lo tenía montado así. Algunos han empezado antes, otros después. Nosotros llevábamos 20 ó 25 años gestionando fondos éticos, pero no con toda la estructura que se requiere ahora. Es caro porque estamos en una industria de márgenes comprimidos”. En opinión de Rivero, “lo que tenemos que tener en la cabeza todos es si queremos que la sostenibilidad sea un lujo o si queremos que sea una commodity, y cuanto más lo sea, más conseguiremos expandir el universo de inversión de los clientes. Pero para convertirlo en una commodity tienes que tenerlo imbuido, metido totalmente dentro de tu organización. Se trata de cambiar, al igual que ocurrió tras la crisis de 2008 con los departamentos de riesgos. Pero no se puede ver solo como un coste”. Rivero considera que ese es el gran reto: el aflorar cuál es el valor añadido de invertir en sostenibilidad, aunque cueste tiempo y dinero.
“En Robeco, donde contamos con una gestora, RobecoSAM, dedicada a la sostenibilidad desde el año 95, sabemos que para mantener los datos en vanguardia hay queinvertir muchísimo y poner mucho esfuerzo. Creemos que deberíamos tender a una información homogénea para todos, y que la distinción entre unos y otros esté en cómo se interprete, asignando de esa manera el valor que esa información pueda estar dando a la compañía”, explica Ana Claver. La directiva de Robeco recalca el esfuerzo constante que su entidad está haciendo en la medición. “No paramos, porque creemos que, efectivamente, la industria financiera tiene que ir por ahí; porque lo que no mides no lo ves, lo que no ves, no lo valoras y al final es muy difícil tomar decisiones de inversión adecuadas. También estamos trabajando mucho para ayudar a nuestros clientes”, añade.
Para Javier García de Vinuesa todos estos cambios suponen “volver a reinventarnos según las tres variables: social, medioambiental y financiera. Es un reto obtener un mejor valor de la realidad de la empresa medida por esas tres variables. Y no afecta solo a las gestoras, es un cambio que implica la transparencia de las compañías. Entramos en la gobernanza de las propias compañías, y hablamos de riesgos que ya no son solo operativos, sino también de riesgos que pueden afectar a los procesos y a la empleabilidad de la gente”.