Señales cuantitativas que están funcionando durante la pandemia

Javier Rodríguez Alarcón (GSAM)
FundsPeople

La crisis del COVID-19 está provocando un punto de inflexión en lo que respecta a cómo está siendo vista por parte de los inversores la gestión cuantitativa. Lo saben bien en Goldman Sachs AM, entidad que durante los últimos 12 meses ha apreciado un mayor interés por parte de sus clientes en su gama CORE. Se trata de un conjunto de estrategias de renta variable que se apoyan en el big data para detectar ineficiencias del mercado que les permitan adelantarse y capturar dichas oportunidades.

“La ventaja de nuestra casa es contar con la infraestructura y el capital humano necesario para acceder y evaluar información que no es evidente a simple vista. El desarrollo de la tecnología en el equipo permite que nuestros sistemas puedan sistematizar toda esa información, haciendo una recopilación de los temas clave. Supone una gran ventaja a la hora de evaluar a las empresas”, explica a FundsPeople Javier Rodríguez Alarcón, miembro del equipo gestor de la firma americana.

El patrimonio gestionado por la gama CORE ha experimentado en el último año un fuerte crecimiento. Actualmente, la gestora ya cuenta con mas de 50.000 millones de dólares en estas estrategias (GS Europe Core, GS US Core, GS Emerging Markets Core, GS Global CORE y GS Small Caps). “La transparencia con la que se gestionan estos productos da la posibilidad a los inversores de poder entender y validar nuestro proceso desde el punto de vista de un riguroso control del riesgo. Esto ha sido clave en un entorno de mercado con altos niveles de volatilidad”, afirma.

Señales y consideraciones ASG

Dentro del proceso, las señales que tienen en cuenta son muy diversas. Esto incluye las consideraciones ASG, un factor que el experto considera que ha ganado relevancia en el actual entorno. “Actualmente, en el mercado existe un riesgo de transición, esto es, de que el mundo se mueva hacia una economía de bajas emisiones. El análisis ASG es parte del proceso. Lo aplicamos siempre para entender los riesgos, pero también para considerar retornos, tanto desde el punto de vista táctico como de largo plazo”, subraya Alarcón.

“No hemos cambiado nuestro proceso de inversión. Ni tampoco las hemos renombrado bajo las siglas ASG porque estas consideraciones es parte integral de lo que hacemos para generar estos retornos. Lo que buscamos con nuestro proceso es conseguir nuevas fuentes de información que nos permitan tener una ventaja comparativa con respecto al mercado. Y eso se ha visto traducido en un mejor comportamiento relativo de nuestros productos en 2020. Y también en unos buenos resultados este año, que ha empezado muy fuerte”, explica.

De toda la gama, uno de los fondos que más ha destacado es el de mercados emergentes. En los últimos 12 meses registró una rentabilidad un 7% por encima del índice de referencia. Desde su lanzamiento en 2006, el alfa anualizado es del 2,5%.

Es importante tener en cuenta que el proceso es dinámico. “Vamos mejorando, agregando y quitando señales en el proceso de construcción de las carteras. Implementamos los cambios dos veces al año (verano y finales del ejercicio). En cuanto a las señales concretas que les han funcionado desde el estallido de la pandemia, Alarcón destaca las siguientes:

Cambio muy brusco en el comportamiento del consumidor

“La gente estaba acostumbrada a ir a comprar a las tiendas y los centros comerciales. Cuando empezaron los cierres de las economías, fue muy beneficioso para nuestra estrategia poder entender los cambios. Esto es: las industrias y sectores que se estaban viendo beneficiadas por el cambio de patrones de comportamiento del consumidor. Para ello nos apoyamos en fuentes de datos alternativos (Geolocation Data). Ello nos permitió medir el footprint de sectores al igual que el tráfico en Internet. Supermercados, farmacias… teníamos la intuición de qué compañías se verían beneficiadas, pero analizarlo con datos, en términos relativos, fue muy interesante”, asegura.

Transacciones con tarjetas de crédito

“Fue otra fuente de información bastante interesante para poder medir los cambios en el comportamiento del consumidor. Todo esto nos ayudó a posicionar las carteras durante la economía del teletrabajo”, reconoce.

Búsqueda de lo bueno y excesivamente castigado

Es una de las grandes fuentes de retorno que Alarcón espera que funcione: el de la inversión en compañías con buenos negocios, que se han visto excesivamente penalizadas.

“El pasado 9 de noviembre fue un ejemplo de cómo el mercado se puede dar la vuelta de un momento para otro. Y tienes que estar preparado para ser capaz de adelantarte. No sé si lo que vimos entonces, con la fuerte subida registrada por compañías de sectores como aerolíneas u hoteleras, estuvo justificado o no, pero tarde o temprano va a suceder. ¿Va a ser violento? No estoy seguro. ¿Va a ser una fuente de retornos importante en los próximos años? Seguro que sí, pero el cierre de spreads no se producirá de la noche a la mañana. Se prolongará durante años”, augura.

Fuentes extra de retornos

De estar en lo cierto, esto demostraría que el big data y la detección temprana de señales no solo sirve para generar retornos a corto plazo. También a largo plazo. Y aquí existen algunos aspectos que pueden suponer interesantes fuentes extra de retorno.

Entre ellas, Alarcón cita mediciones relativas a la satisfacción del empleado (compañías con un grado más alto de satisfacción tienden a tener un mejor comportamiento en bolsa). O la rotación de los equipos directivos (a menor rotación, evolución relativa más favorable).

Pero quizás las más relevante en estos momentos sea la que guarda una relación más estrecha con el cambio climático. El equipo ha incorporado recientemente una serie de métricas relacionadas con el riesgo de transición a una económica de bajas emisiones como resultado del cambio climático. Su objetivo es reducir el impacto de la huella de carbono al menos en un 25% en las carteras de las estrategias CORE. “La transición a una economía de bajas emisiones representa un riesgo latente. A corto plazo es difícil predecir lo que va a ocurrir, pero es importante que vayamos reduciendo la exposición a compañías con altos niveles de emisiones. Estas se pueden  a ver muy afectadas”, concluye.