¿Sirven los benchmarks en las carteras tecnológicas sostenibles?

Este es el debate que pone sobre la mesa la gestora Sycomore AM tras observar que precisamente, por esos niveles de concentración en los índices, es muy difícil que, incluso, los instrumentos de gestión pasiva puedan replicarlos.

“Si yo tengo más de la mitad de la cartera que no es replicable con el índice de referencia, a mí no me sirve el benchmark para explicar mi rentabilidad”, argumenta Almudena Mendaza, head of Sales Iberia de Generali Investments. Si bien, reconoce que, a nivel de temática, en tecnología es más fácil explicarlo por la concentración de los “Siete Magníficos”.

Insiste en ese gap que obliga a justificarse ante un cliente que busca la comparación. “Como mi filosofía es generar un impacto a través de la parte de sostenibilidad, la cual no puedo explicar en términos de rentabilidad-riesgo, porque al final mi cliente se va a medir, utiliza mucho mis comparables, pero en determinadas temáticas, como tecnología sostenible, no es una medida pues no refleja lo que está pasando en la cartera”. La solución pasa, en su opinión, por los híbridos, como ocurre en los fondos mixtos.

“Los índices nos ayudan a invertir en tecnología de forma sostenible, pues nos acota el sector, nos da una referencia y, posteriormente, nosotros hacemos una labor de integración de modelos fundamentales con ESG lo que nos da la capacidad de invertir en compañías sostenibles a nivel financiero y medioambiental, social y gobierno corporativo”, explica María Jesús Martínez Pardell, portfolio manager en Equities de CaixaBank Asset Management.

Los fondos de inversión de la entidad se miden con índices sectoriales globales, en este caso particular, con tecnología global para posteriormente seleccionar aquellas sostenibles a partir de unos KPIs específicos y, así, “sin descartar empresas y también poder tener la capacidad de invertir en aquellas que tienen posibilidad de mejora a nivel de ESG”, aclara.

En términos de ponderación de empresas en los benchmarks, “cuando sacas un producto al mercado, lo importante es que el inversor sea consciente de dónde invierte, cuáles son sus riesgos y el índice de referencia”, con independencia de que el gestor tenga construida la cartera con un porcentaje fuera del índice. “Es responsabilidad del profesional decidir cómo gestionar a la vez que cumple con los límites legales de la CNMV de concentración”, añade, y “si tu cliente acepta tus criterios de selección internos, el índice de referencia lo verá como tal. La clave es la buena comunicación”, concluye.

Para la gestora de Telefónica, los benchmark son una guía de referencia, no son un comparable puro. El head of Multi-Asset de Fonditel, José Cerón, explica que, si se invierte desde una perspectiva más general y se invierte en tecnología, se puede emplear un índice de referencia tecnológico y, a partir de ahí, según tus criterios de valoración financiera y de sostenibilidad, se buscan empresas con las que construir la cartera. En cambio, si el enfoque es tecnología con bajas emisiones o tecnología ESG, la construcción es “diferente ya que partes de un universo y aplicas los filtros que como gestora consideres”.

Otro modelo es el que parte de que la valoración es importante, pero que, además, quiere que su producto sea artículo 9, es decir, que “su core no solo sea la valoración, sino que excluyo compañías que, aunque puedan ser financieramente buenas y con expectativas de mejora, no cumplen con mis criterios medioambientales, sociales o de gobierno corporativo, como ocurre en fondos que excluyen por cuestiones religiosas”.

En definitiva, la reflexión de la que parte el head of Multi-Asset de Fonditel es que, si el convencimiento es 100% sostenible, los criterios ESG van a pesar mucho, frente a quienes lo abordan como una tendencia o porque la regulación empuja o una combinación de las dos.