El socio de la gestora de renta variable Baillie Gifford reflexiona sobre la rentabilidad de sus fondos en 2022 y comenta algunas tendencias a largo plazo que le parecen emocionantes.
Han sido unos tres años de montaña rusa para las acciones de crecimiento. Lo sabe bien Stuart Dunbar. Como socio de la gestora escocesa Baillie Gifford, especialista en renta variable con sesgo growth, vivió de primera mano la subida vertiginosa de la rentabilidad de sus fondos al calor del rally en 2020. Ese año el Baillie Gifford Worldwide Long Term Global Growth Fund, uno de sus buques insignia cerró en el primer percentil de su categoría con una rentabilidad del 84%. Pero como toda montaña rusa, una fuerte subida precede una bajada dolorosa.
Y los fondos de Baillie Gifford no han sido una excepción. Como reconoce el propio Dunbar, estuvieron montados en la subida y no se bajaron en la caída. De hecho, el mismo fondo que estuvo en primer percentil en 2020 se mueve en 2022 en un percentil bajo de su categoría con una caída del 40%. “El mercado se dejó llevar por la euforia y ahora se ha dejado llevar por el pesimismo”, sentencia Dunbar.
Es un movimiento que no descoloca en absoluto a la gestora escocesa. “No prestamos demasiada atención a la evolución de los mercados a corto plazo, ya que no tenemos ni idea de hacia dónde van a ir. Lo único que nos interesa es el crecimiento de beneficios a largo plazo de las compañías, ya que a medio y largo plazo (5 años o más) los precios de las compañías reflejan los beneficios que generan”, defiende Dunbar. El socio de Baillie Gifford no se detiene demasiado en la rentabilidad de un año. Ni cuando estaban en la cima, ni ahora que están en la cola.
Un mercado demasiado bidimensional
El equipo de Baillie Gifford ha estado centrado en analizar la solidez de sus compañías en cartera. Las acciones growth se están viendo penalizadas por el temor del mercado a que suban los costes de financiación. Pero esto es algo que no preocupa a Baillie Gifford. “La inmensa mayoría de nuestras empresas tienen un flujo de caja positivo. Incluso aunque llegáramos al punto de ver una recesión, tienen suficiente caja en el balance, de media 3-4 veces superior a la del mercado. En cuanto a la inflación, no es algo que afecta significativamente a compañías con poder de fijación de precios y las ventajas competitivas que tienen las compañías en las que invertimos”, argumenta.
En su opinión, el mercado se ha vuelto demasiado bidimensional, inmerso en un círculo vicioso donde ahora pesa más la tesis negativa. “Ya lo vivimos en la crisis financiera de 2008. Las mejores compañías, los supervivientes, salen de las crisis más reforzados”, afirma. Y es precisamente allí donde están concentrando sus esfuerzos.
La oportunidad disruptora que se está gestando
Así, el equipo gestor se mantiene firme en su tesis, con su horizonte de 5 a 10 años. “Si encuentras a las compañías realmente disruptoras, entonces tu cartera no dependerá de la macroeconomía”, defiende. Es la filosofía con la que Baillie Gifford se ha labrado su buena fama en el sector. Detectaron muy pronto el potencial de Amazon con el movimiento al e-commerce, o de Tesla con la transición a vehículos eléctricos,. Y ahora, nos cuenta Dunbar, se está gestando una disrupción potente en el sector salud.
Con una población cada vez más envejecida, los países desarrollados tienen un sistema sanitario insostenible. Por suerte, están emergiendo soluciones más efectivas, muy ligadas al desarrollo digital. Esa será la gran revolución, opina Dunbar. Mejorar la capacidad de entender al paciente. “Tratar antes a las personas, incluso prevenir sus dolencias”, insiste.
Una de las áreas más emocionantes para Dunbar son los avances que se están dando en la secuenciación de genes. El desarrollo tecnológico está permitiendo rebajar tanto los costes como el tiempo. “Antes secuenciar un gen tardaba años y costaba miles de millones. Ahora hay compañías que están logrando hacerlo en una hora y por 500 dólares”, cuenta.
Baillie Gifford ya tenía una posición en Moderna (de la que es el mayor accionista) mucho antes de que descubrieran su vacuna. La mantuvieron durante el rally y se mantienen firmes en su convicción pese a las caídas de este año. Porque su inversión no era una apuesta única por el COVID-19. “La compañía está desarrollando 30 fármacos distintos sirviéndose de su conocimiento de la tecnología genética”, explica el Dunbar. Y en su opinión, la cotización actual está descontando el fracaso de absolutamente todos esos productos.