Los dos grandes ganadores de la pandemia se encuentran ahora en el epicentro de la corrección en el mercado. El sector tecnológico aceleró décadas de crecimiento en cuestión de meses gracias a la digitalización forzosa de gran parte de la economía. Ahora vemos cómo varios de los grandes nombres del sector presentando unas cuentas de resultados decepcionantes, con algunos de los titanes perdiendo el 20% de su valor en bolsa en cuestión de una sesión. En la misma línea, la temática de la energía limpia estaba posicionada para captar la ingente cantidad de dinero que se iba a destinar a la transición energética. Y sin embargo, 2021 fue un año para haber apostar por la energía tradicional, por el crudo.
De ser los sectores queridos hace escasamente un año a moverse con caídas de doble dígito en las bolsas. ¿Qué está pasando? Es precisamente lo que preguntamos a Ramón Esteruelas, Senior Investment Specialist de los fondos de Disruptive Technology y Energy Transition de BNP Paribas AM.
Qué está pasando en el sector tecnológico
Empecemos por el sector tecnológico. Durante la última década la tecnología ha sido el motor de los mercados. En índices como el S&P 500 su crecimiento de beneficios, durante muchos años a niveles de doble dígito, respondía por el grueso de las subidas anuales. Ahora el 22% que pesa el sector en el índice estadounidense es el lastre. Quizás precisamente por posición dominante en la composición nos impide ver un dato que resalta Esteruelas. Y es que del 60% de las empresas del S&P 500 que ya ha presentado sus resultados de 2021, según datos recogidos por el WSJ, la previsión de crecimiento de beneficios estimada es de un 30%.
Pero ahora el escenario macroeconómico ha cambiado. Tras años de una inflación dormida, ahora estamos viendo datos de IPC históricos. La previsión del mercado contempla un movimiento al alza de los tipos de interés. Y esto afecta directamente a sectores con una exposición a la duración más alta. Esto es, el tecnológico. Como bien explica, el desarrollo de una tecnología requiere plazos amplios y es en muchas ocasiones difícil de valorar financieramente ya que puede estar años en pérdidas.
Recalibrando el precio
“La historia no ha cambiado. El 50% de la tecnología necesaria para alcanzar los objetivos climáticos de 2030 aún no se han inventado”, afirma Esteruelas. En su opinión, la temática de la disrupción tecnológica sigue vigente. Cuando vemos a una famosa cadena de hamburguesas invirtiendo en inteligencia artificial para personalizar su servicio al cliente, cuando vemos los miles de microchips que lleva un coche. “La tecnología es omnipresente”, sentencia el experto.
Lo que sí ha cambiado, y esto explica las caídas, es el precio que los inversores asignan a su riesgo. “Es una recalibración de las expectativas”, explica Esteruelas. “Estamos viendo un divorcio entre el potencial crecimiento de un negocio y el precio que se está dispuesto a pagar por él”.
Y es un argumento que se puede aplicar perfectamente a la temática de las energías limpias. “El universo de empresas que ofrecen soluciones para combatir la crisis climática tienen a ser negocios incipientes, en ocasiones en proceso de ser rentables, y a menudo, al ser proyectos innovadores tienen detrás una tecnología difícil de valorar”, cuenta Esteruelas. Pero en su opinión, la tesis sigue vigente. “Son apuestas para el largo plazo”, insiste.
De hecho, no le sorprendería que la corrección actual fuese un interesante punto de entrada para el inversor. Siendo selectivos, claro. Por ejemplo, en la estrategia del BNP Paribas Energy Transition buscan tecnología difícil de replicar y con una posición dominante. “Sobre todo buscamos propuestas que ofrezcan una verdadera solución al problema climático”, argumenta Esteruelas. Y su receta secreta: más que valorar la tecnología en sí, los gestores se plantean cuál es el potencial universo al que puede dar servicio. El total addressable market, como se define en inglés.