En base a que las elecciones en Estados Unidos mantienen el status quo en la Casa Blanca y el Congreso, demócratas y republicanos deberían ahora ponerse a resolver el déficit presupuestario. Así lo creen en Fidelity, al considerar que, con el equilibrio de poderes inalterado, no hay excusas para el retraso. “Veremos negociaciones intensas antes de Navidad sobre este asunto, con los puntos de partida en polos opuestos. La Casa de Representantes, en manos republicanas, ha dejado claro que bloquearán cualquier incremento de impuestos, mientras que el Obama ha manifestado que si no movimientos satisfactorios por parte del partido rival considerará seguir adelante con el abismo fiscal”, indican.
Richard Lewis, director de Renta Variable Global de la gestora, espera que “tras mucho rechinar de dientes, se llegue a un acuerdo en la línea de la propuesta Bowles‐Simpson, basada en un ratio de recortes de gasto frente a incrementos de impuestos de tres a uno”. En su opinión, el tema del presupuesto es muy importante puesto que ya hemos visto una ralentización muy significativa en el gasto corporativo mientras los primeros ejecutivos esperan que este problema se solucione. “En consecuencia los niveles de actividad del último trimestre de este año serán bajos, lo cual se verá exacerbado por el impacto del huracán Sandy”.
En este sentido, Lewis se muestra convencido de que, si se resolviera el problema antes del 1 de enero, podemos esperar un regreso decente tanto en la actividad económica como en la confianza para comienzos de 2013. “Si se llega a una solución, se fomentaría la inversión empresarial, lo que apoyaría la creación de empleo y la incipiente recuperación del mercado de la vivienda. Este desenlace sería bueno para los fundamentales empresariales y las bolsas”. Mientras esto no se produzca, la incertidumbre podría seguir pasando factura. “La confianza empresarial ya se ha visto afectada por el amenazante abismo fiscal, lo que se refleja en una importante caída del gasto empresarial”, afirma.
Si no se alcanza un acuerdo para elevar el techo de deuda de Estados Unidos, entrarán en vigor automáticamente recortes del gasto y subidas de impuestos a finales de año que elevan el riesgo de que el país caiga de nuevo en la recesión. “Una falta de acuerdo sobre el abismo fiscal podría reeditar la crisis del techo de deuda del verano de 2011, que desembocó en la pérdida de la calificación AAA de la deuda soberana estadounidense. Las esperanzas se centran en que con un ligero incremento del techo de deuda se ganaría el suficiente tiempo para que el Congreso alcanzara un pacto presupuestario a largo plazo que ponga la deuda de Estados Unidos en una trayectoria más sostenible”.