Un ‘western’ para describir los mercados europeos actuales

Sin intención de desmerecer a la gran película americana, este título resulta tal vez apropiado para describir los mercados europeos en la actualidad. 

El adjetivo 'bueno' podría aplicarse al incremento de la rentabilidad en los mercados europeos de renta variable y la reciente avalancha de alentadores resultados empresariales. A pesar de que 2012 fue un año difícil, muchas de nuestras empresas en cartera han cumplido las expectativas, con sólidos balances y suficiente efectivo para pagar un mayor dividendo a los accionistas (una de ellas, Adidas, incrementó su propuesta de pago de dividendo en un 35%). Esto concuerda con lo que veníamos afirmando de un tiempo a esta parte, concretamente que las empresas europeas están gestionando su salida de la crisis de una manera bastante más eficaz que en muchas otras regiones. No obstante, es preciso recordar que el crecimiento de los beneficios en 2012 fue marginalmente negativo y que las perspectivas para 2013 siguen siendo débiles. Gran parte de la reciente recuperación del mercado se debe a una apreciación de los títulos, tras la cual los mercados europeos siguen teniendo valoraciones atractivas en comparación, por ejemplo, con EE. UU., aunque se acercan ya a su 'valor razonable' en términos de su propia evolución histórica.

En cuanto al adjetivo 'malo', resulta apropiado para describir la actual situación de la economía europea. Aunque a veces se cree que el compromiso de austeridad sólo es aplicable a los países de la periferia de la eurozona, se trata en realidad de un debate que afecta a todos los países, incluido el Reino Unido. De alguna manera, el argumento ha evolucionado desde la 'austeridad a cualquier precio' a 'sí, debemos gestionar nuestra economía de un modo más prudente, pero sólo cuando volvamos a crecer'. Por lo tanto, cuando el Reino Unido perdió recientemente su triple A (algo que ya se esperaba), pudimos ver cómo el ministro de economía George Osborne reafirmó la necesidad de aplicar una política presupuestaria prudente, mientras que otros miembros del Gobierno siguieron alzándose a favor de medidas para impulsar el crecimiento.

El nuevo presidente francés, Hollande, se ha sumado a esta última corriente desde su elección el pasado año y, sin duda, parte de los problemas derivados de las elecciones generales en Italia se explican por la falta de crecimiento. No obstante, a pesar del pesimismo imperante, los recientes datos económicos apuntan a una mejora. En China, el ritmo de crecimiento se está acelerando otra vez; en Estados Unidos, la tasa de desempleo se está reduciendo; y hasta el más pesimista de los pesimistas reconocería que la economía europea ha dejado de empeorar —aunque no esperamos poder hablar de una 'mejora' antes de finales de año.

El adjetivo 'feo' lo reservamos para la política europea, actualmente sumida en un verdadero caos. Las recientes elecciones en Italia han puesto de manifiesto de forma brutal el creciente descontento de los ciudadanos, que se han visto obligados a pagar por la incompetencia de sus sucesivos gobiernos durante los últimos veinticinco años (aproximadamente). El voto protesta está aumentando y con un paro juvenil del 26% en Italia (y más del 50% en España), los sondeos sólo pueden ir a peor. Desde el principio, nuestra principal preocupación ha sido que la envergadura de las reformas requeridas en Europa supusiera una carga demasiado pesada para el electorado. Esta preocupación sigue vigente, aunque podrían darse pasos para suavizar los objetivos o, más probablemente, ampliar los plazos: es decir, los objetivos se mantendrían pero se ajustaría la hoja de ruta.

La gran música de Ennio Morricone evoca una tensión en el clásico 'western' de Sergio Leone que puede compararse a la que impera en los mercados tras un periodo de recuperación. Pero, tal vez, el mensaje más importante que hay que retener es que la extraordinaria decisión de respaldar al euro adoptada por el BCE el pasado verano permitió disponer del tiempo adicional necesario para resolver algunos de los problemas más persistentes de la eurozona. Ya estamos viendo señales de que la situación económica no está empeorando y, de hecho, el presidente del BCE, Mario Draghi, apuntó recientemente a una posible mejora en el segundo semestre de 2013.

En resumen, si tenemos en cuenta todo 'lo bueno, lo malo y lo feo', nuestra expectativa es que los inversores hagan una interpretación optimista de los acontecimientos. La cuestión fundamental es que las empresas europeas están consiguiendo expandirse en mercados de crecimiento al tiempo que capean con éxito el difícil contexto nacional. Asimismo, desde un punto de vista económico, gran parte de las incongruencias, despilfarros e ineficiencias del pasado están empezando a abordarse. Esto son necesariamente buenas noticias; pero, como siempre me gusta recordar, los inversores tendrán que tener paciencia.