Soliane Varlet, cogestora del fondo, repasa las oportunidades de inversión en demografía, tecnología, medioambiente y buen gobierno.
El equipo de gestión del Mirova Global Sustainable Equity, “está formado por un grupo de profesionales con experiencias y orígenes muy diversos pero que se complementan muy bien”. Así lo afirma Soliane Varlet, cogestora de este fondo de Mirova, casa especializada en sostenibilidad afiliada a Natixis IM, junto a Jens Peers y Hua Cheng. El equipo de gestión y de análisis se reparte entre Boston y París. Asimismo, cuentan con un analista de factores extrafinancieros dedicado a la estrategia.
Una estrategia que cuenta con una historia de 10 años y que ha permanecido bastante estable desde su creación. Antes de incorporarse al equipo de gestión del fondo, Soliane Varlet gestionaba renta variable europea y lanzó un fondo de género y diversidad en Mirova.
El fondo, que cuenta con el Rating FundsPeople, tiene el doble objetivo de tratar de generar un rendimiento financiero superior junto con mayor impacto en la sostenibilidad. La base filosófica de estos objetivos está en la convicción de que “los mercados de renta variable subestiman sistemáticamente las oportunidades de crecimiento respaldadas por las tendencias a largo plazo que configuran nuestra economía, así como los riesgos relacionados con una mala práctica medioambiental, social y de gobernanza (ESG)”, señala Varlet.
Proceso de inversión
El proceso de inversión tiene cuatro pasos. En el primero se busca identificar esos temas que van a ser particularmente relevantes en un horizonte de al menos diez años. Y esos temas son la demografía, la tecnología, el medioambiente y el buen gobierno (referido a la desglobalización, al nearshoring y al cambio de las cadenas de suministro). “Estos cuatro temas de transición no tienen un peso objetivo en la cartera, ya que una compañía puede tener relación con más de uno. Su relevancia es revisada anualmente”, detalla Varlet.
En el segundo paso se centran en analizar la ventaja competitiva, la calidad del equipo directivo, la estructura financiera y el control de riesgos ESG de las compañías candidatas. El tercer paso se centra en el análisis de la valoración, con un modelo de descuento de flujos de caja a largo plazo y la modelización de distintos escenarios. “Sólo las compañías con un descuento del 20% respecto a su valor intrínseco pasan a formar parte de la cartera en el cuarto paso”, indica. El resultado es una cartera de alta convicción, de entre 40 y 60 valores y baja rotación. “Para que una compañía entre en la cartera, tiene que tener el visto bueno de los tres gestores. Debatimos y discutimos, pero casi siempre estamos de acuerdo” asegura. Para vender, basta con que uno no esté de acuerdo con su mantenimiento en la cartera para que salga.
Temas de inversión
La cartera tiene un sesgo bastante fuerte hacia la calidad y algo menor al crecimiento. “La energía renovable es uno de los temas más importantes debido a su relevancia en un escenario de búsqueda de la independencia energética con un objetivo por debajo de los 2 ˚C, pero también dada la proliferación de centros de datos”, explica la gestora. Varlet admite que esta temática ha pasado una etapa complicada y volátil con el aumento de la inflación, así como por algunas incertidumbres regulatorias y problemas puntuales en la cadena de suministro. La inversión en este tema se reparte entre valores industriales relacionados con la fabricación de turbinas y otras partes, así como en utilities, tecnología y materiales.
La apuesta por las tendencias demográficas (envejecimiento de la población) y la digitalización de la economía y la IA, los lleva a tener exposición a tecnología y salud. “Nuestra mayor posición está en el sector salud, en temas como diabetes, obesidad, cáncer o biotecnología, pero también a robots quirúrgicos”, detalla Varlet.
La gestora considera que la exposición a esas grandes tendencias tiene como resultado “una cartera bastante equilibrada y diversificada entre sectores y geografías, con exposiciones más y menos cíclicas”. Reconoce eso sí, un cierto sesgo hacia compañías europeas debido a sus valoraciones.
Análisis de la sostenibilidad
El fondo está acogido al artículo 9 de la SFDR. “El análisis de la sostenibilidad es otra fuente de información sobre las compañías, sobre sus oportunidades y riesgos, supone un valor añadido”, considera. Además, llevan a cabo acciones de engagement sobre todo con las compañías que consideran de alto impacto. “Cada año el equipo de análisis define las prioridades en cuanto al engagement, en función de ciertos temas. Actualmente nos preocupa bastante lo relacionado con la IA y los posibles sesgos a los que puede dar lugar”.
Trabajan con muchos proveedores de datos ESG, algunos de ellos especializados en cuestiones muy concretas. Los analistas de cuestiones extrafinancieras analizan esos datos y dan una primera opinión sobre la compañía respecto al benchmark. Además, Mirova está trabajando en crear un sistema de medición sobre la biodiversidad en colaboración con otras gestoras.