La teoría económica clásica concluye que los inversores toman sus decisiones de forma racional, pero eso es algo que no siempre funciona. Factores como el miedo o la codicia desvirtúan esa supuesta racionalidad y dejan que la psicología se sitúe en posición dominante. Y la psicología no cambia. Por eso las finanzas del comportamiento tratan de analizar los patrones de inversión que se repiten en el tiempo y que responden a los verdaderos movimientos de los inversores. “No se trata de saber cómo se supone que se comportan sino de cómo lo hacen realmente”, afirma Romain Lahoste, gestor de fondos de CCRAM, gestora de Behavioural Finance de UBS Global AM. Sus cuatro principios básicos son: los inversores toman las decisiones entorno a un marco de referencia; sufren un exceso de confianza entre sí; al afrontar las pérdidas, su actitud cambia drásticamente; y temen más las pérdidas que lo que valoran las ganancias.
“Ya no se trata de hacer predicciones, sino de adaptarse”

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