Algunas gestoras empiezan a rebajar sus perspectivas sobre la renta variable

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La semana pasada comenzó tranquila, pero se convirtió en negativa después de que la peor venta de Estados Unidos en dos años afectara a todos los demás mercados. Las empresas de distribución se vieron especialmente perjudicadas por las malas cifras de Walmart y Target en EE.UU., que reflejaron tendencias preocupantes en el gasto de los consumidores y en los márgenes. Los temores de recesión resurgieron y los rendimientos de la deuda pública bajaron, la primera vez en semanas que los bonos actuaron como refugio. Los datos económicos, particularmente el índice Empire Manufacturing y el Philadelphia Business Outlook, no cumplieron las expectativas y se situaron en mínimos que parecían augurar una economía débil. Sin embargo, los bancos centrales mantuvieron su mensaje restrictivo.

La Reserva Federal señaló que su objetivo es controlar la inflación sin disparar las alarmas sobre los enormes costes económicos que esto acarreará. Mientras esto siga así y los mercados lo crean, en BlackRock no ven fundamento para un repunte sostenido de los activos de riesgo.

“La autoridad monetaria americana tomará en algún momento en consideración los costes de su política para el crecimiento, sobre todo si la inflación se enfría, y esperamos un giro hacia una postura más acomodaticia en la segunda parte del año. La ralentización de China supone una fuerte conmoción que se dejará sentir durante largo tiempo. Recortamos aún más el riesgo y rebajamos la renta variable de los mercados desarrollados a neutral”, afirman.

Las bolsas marcaron nuevos mínimos de 2022 ante el temor de que las pronunciadas subidas de los tipos de interés provoquen una desaceleración del crecimiento. El panorama que ven en la entidad es más positivo, pero -tal y como auguran- puede que no se aclare hasta pasados unos meses.

Más prudencia

En Edmond de Rothschild AM también se muestran ahora más prudentes con respecto a los activos de riesgo, en especial en lo que respecta al mercado de acciones. “Dadas las circunstancias, seguimos siendo cautelosos con la renta variable. Los repuntes técnicos son siempre una posibilidad, pero los riesgos económicos a medio plazo son cada vez mayores”, indican. También siguen siendo reservados en cuanto a la duración, especialmente en Europa. “Los bonos del Tesoro estadounidense parecen haber tenido en cuenta en su mayor parte las futuras subidas de tipos, por lo que podrían actuar como refugio si los temores a la recesión se agravaran”, apuntan.

La última temporada de resultados fue positiva, pero hay dudas en algunos sectores

La temporada de presentación de resultados del primer trimestre concluyó recientemente. Como se ha podido comprobar, para la gran mayoría de las compañías, el clima empresarial sigue siendo bastante positivo, mostrando un fuerte crecimiento de los ingresos y los beneficios. El incremento no ha sido en absoluto tan fuerte como en 2021, pero para las empresas que cotizan en el S&P 500 de EE.UU., los ingresos y los beneficios han crecido en un porcentaje bajo. “De cara al resto del año, las estimaciones de beneficios no se están revisando al alza, pero tampoco están cayendo drásticamente. Es un logro bastante importante”, asevera Frank Thormann, gestor de renta variable multirregional de Schroders.

Sin embargo, hay algunos sectores que muestran más dificultades y en los que se vislumbran retos en el horizonte. “Uno de los que registró un descenso de los beneficios en el primer trimestre fue el financiero, especialmente los bancos. Esto se debió en gran medida a un aumento de las provisiones (fondos que se reservan en previsión de futuras pérdidas). Hay que recordar que las pérdidas bancarias por préstamos dudosos han sido reducidas durante mucho tiempo, por lo que las provisiones han aumentado desde lo que probablemente era un nivel insosteniblemente bajo”, explica el experto.

Según Thormann, es posible que muchas de estas provisiones duren relativamente poco. “La gran pregunta será si la Fed puede diseñar un aterrizaje económico suave, o si la economía terminará en recesión. Evidentemente, si acabamos en recesión, los bancos podrían enfrentarse a un aumento de la morosidad”.

Otro sector que está pasando por un momento difícil es el industrial. “Todo lo que implique fabricar bienes físicos y enviarlos por todo el mundo se enfrenta a una situación muy compleja en estos momentos. Hay mucha presión de costes en las cadenas de suministro”, concluye.