Análisis de las medias históricas con una visión crítica para reforzar las tesis de los que creen que es momento de no comprar

Manos
Foto: Nik MacMillan, Unsplash

Los promedios nos indican el valor central o típico de una serie de datos, pero no ofrecen datos sobre la variación. Por ejemplo, dos ciudades pueden tener la misma temperatura media anual de 21 grados, pero si una de ellas se encuentra en una región de clima templado donde la temperatura resulta bastante estable y la otra experimenta una estacionalidad considerable, el valor promedio apenas brinda información. “Necesitamos disponer de datos adicionales para decidir cuándo visitar una y otra ciudad”, afirma Robert Almeida.

De igual forma, para el gestor el gestor de carteras y estratega global de inversiones en MFS Investment Management, comparar las caídas acontecidas en el pasado con la situación actual ofrece escaso valor. “Cada episodio reviste un carácter único”, afirma. Durante los mercados bajistas, un marco de referencia del que se hace un uso claramente excesivo y que, a su juicio, resulta peligroso es el de las caídas históricas y lo que estas dan a entender de forma implícita sobre las futuras rentabilidades del mercado.

“Por ejemplo, una fórmula ampliamente utilizada dice así: las recesiones duran en promedio W días. Y la renta variable desciende una media del X%, tras lo que protagoniza una recuperación de un Y% en Z días. Los analistas de mercado emplean fórmulas como esta para aliviar la angustia de los clientes y sugerir que se avecinan días mejores”, advierte.

En su opinión, más allá de los problemas que guardan relación con los promedios simples, cada caída de mercado, crisis financiera y recesión es distinta. “Incluso aunque acompañásemos las medias históricas de las caídas de mercado con páginas de datos, cabría preguntarse si serviría de algo. Yo opino que no”.

La muerte de los ciclos

A su entender, los ciclos económicos y de mercado no mueren de viejos. En su lugar, acaban cuando una crisis financiera o una recesión corrige los excesos. “Estas ponen punto final a la sobreinversión en la economía real y en los mercados financieros, a menudo de forma dolorosa. La extensión del ciclo económico resulta irrelevante. Lo realmente importante es el nivel de excesos y la magnitud del proceso de reajuste necesario. Ello determina el margen de caída que aún podríamos tener por delante”.

Almeida recuerda que son los márgenes y los beneficios los que rigen la evolución de los precios de las acciones y del crédito. “Si bien noticias como el que el S&P 500 va camino de registrar su peor inicio de año desde 1970 resultan agoreras, pasan por alto lo esencial: lo que determinará las rentabilidades futuras son los beneficios”.

Según apunta, en la actualidad, muchas empresas sostienen ante los inversores que pueden mantener unos márgenes en máximos históricos tras las medidas de estímulo a pesar del aumento de los temores a una recesión y del brusco incremento de los costes. “Esto explica por qué las expectativas de beneficios continúan siendo elevadas pese a las evidentes presiones sobre los ingresos y los costes de producción, aunque no nos creemos sus aseveraciones. El riesgo suele ocultarse a la vista de todos. Por tanto, pregúntese qué le dicen sus ojos”, recomienda.