Análisis en profundidad sobre el riesgo de Brexit

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Richard Carter, Flickr, Creative Commons

¿Va el riesgo de Brexit camino de convertirse en el mayor evento político del año en la eurozona? El nivel de incertidumbre es demasiado elevado para dar ya una respuesta, pero lo cierto es que un número cada vez mayor de gestoras internacionales están prestando suma atención a cómo pueda evolucionar la campaña en torno al referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. 

Alastair Irvine, especialista de producto de Jupiter, proporciona algunos datos clave sobre la relación entre Reino Unido y la UE: en 2014, el 45% de las exportaciones británicas se dirigieron a suelo europeo, y de allí procedieron el 53% de las importaciones. Reino Unido es el mayor beneficiario de la inversión extranjera directa (FDI por sus siglas en inglés) en la UE, al captar 496.000 millones de libras (48%). También es el mayor contribuidor al presupuesto europeo, junto Alemania: aportó 8.500 millones de libras en 2015, y se prevé que entregue entre 7.900 y 11.100 millones entre 2016 y 2020. 

“El efecto colateral más inmediato después del anuncio del referéndum fue la declaración de Moody’s de que asignará un panorama negativo al Reino Unido, que tiene una calificación de Aa1, si vota para salir de la UE. Fitch también publicó una declaración que destaca la interrupción a corto plazo y los riesgos a largo plazo en el caso de que se vote para salir”, comenta el equipo de MFS Investment Management compuesto por Erik Weisman (economista jefe y gestor de carteras de renta fija) y los gestores  Pilar Gómez-Bravo, Gabrielle Gourgey, Ben Kottler y Victoria Higley.  

Un grupo de expertos de BlackRock liderado por Philipp Hildebrand cree que el debate va más allá de la economía: “La cuestión emotiva sobre la soberanía y el control de fronteras podría ser un factor de cambio. La inmigración y el terrorismo subieron hasta los primeros puestos de la lista de problemas que preocuparon a los ciudadanos británicos en 2015, reemplazando a las preocupaciones por el desempleo y la economía”. 

Posibles escenarios  

Un triunfo del voto antieuropeo abre tres posibles escenarios que detalla el representante de Jupiter. En el primero, Reino Unido se incorpora al Espacio Económico Europeo (EEE), que incluye a los 28 estados miembro más Noruega, Islanda y Liechtenstein. Estos tres países deben adoptar toda la legislación europea para poder acceder al Mercado Único: libre movimiento de bienes, servicios, capital y personas, normas sobre competición y ayudas del Estado, la igualdad de derechos para los ciudadanos o la cooperación en I+D, educación, protección del medio ambiente... Se excluye del acuerdo agricultura y pesca, defensa, asuntos exteriores, justicia, interior y la unión monetaria. 

La segunda opción es que se adhiera a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA por sus siglas en inglés), que incluye a los países del EEE más Suiza. Ésta contribuye al presupuesto comunitario y tiene acceso al Mercado Único, pero a través de acuerdos bilaterales negociados individualmente con la UE.  La tercera opción es la ruptura de compromisos con instituciones europeas, lo que obligaría a negociar nuevos acuerdos bilaterales con todos los socios comerciales.

Desde J.P.Morgan AM, la responsable de estrategia de mercados para Reino Unido y Europa Stephanie Flanders ve poco probable que la primera opción contente a los más radicales, “ya que implicaría mantener toda la regulación, pero sin la influencia que tiene ahora mismo el Reino Unido”. Sí lo agradecería el sector financiero, “puesto que solo la pertenencia a la EEE garantizaría los derechos de «pasaporte» que disfrutan ahora mismo las firmas de servicios financieros que operan en la UE”.

Según Flanders, “la opción menos costosa, pero también la menos favorable desde el punto de vista empresarial, sería volver a la situación de acceso mutuo al mercado que comparten los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que tampoco resultaría satisfactoria, dadas las importantes limitaciones comerciales que implica con respecto a la situación actual”. “Lo más probable es que el Reino Unido acabase planteando un acuerdo intermedio entre esos dos extremos”, añade. 

Impacto sobre clases de activos y sobre la economía

Los expertos de BlackRock predicen que, de materializarse el Brexit, el aumento de la volatilidad llevaría a un aplanamiento de la curva, con una rentabilidad de la parte larga inferior a la de la parte corta. Los swaps batirían a la deuda soberana y se ensancharían los diferenciales de crédito, especialmente los de empresas más expuestas a otros mercados europeos. Se produciría una fuerte depreciación de la libra y un repunte de la rentabilidad de los gilt a diez años, acompañada de flujos de salida de capital. “El peor de los escenarios sería un ciclo vicioso de debilidad de la moneda, una parada repentina de los flujos de entrada de capital y un fuerte deterioro de la confianza del mercado”, resumen. 

 “A largo plazo, el impacto microeconómico del Brexit sería mucho más importante que el macroeconómico”, declara Stephanie Flanders. Recomienda prestar especial atención “a las repercusiones para las firmas británicas de servicios financieros, que en muchos casos se verían afectadas negativamente”. Según analistas de J.P.Morgan Chase, una salida de la UE “podría traducirse en un punto porcentual menos de crecimiento en los doce meses posteriores al referéndum”, mientras que podría restar entre un 0,2% y un 0,3% al PIB de la eurozona en los 18 meses posteriores al referéndum. Además, prevé una mayor flexibilización de la política monetaria en este escenario, por lo que la primera subida de tipos del BoE se aplazaría aún más. “Las tasas de crecimiento e inversión del resto del UE también se resentirían, en especial las de países como Irlanda, cuya economía depende en gran medida del comercio con el Reino Unido”, añade. 

Según UBP, las estimaciones más pesimistas apuntan a una contracción entre el 6,3% y el 9,5% del PIB británico si Reino Unido no consigue negociar bien. “En un escenario más optimista, en el que las buenas condiciones para el comercio se emparejan con la desregulación, el PIB de Reino Unido podría ganar un 1,5% al año en el largo plazo”, apunta la gestora Victoria Leggett. 

Para la experta, “el único tema coherente que emerge del análisis es que nadie tiene ni idea de cuál será el resultado”. Sin embargo, constata que “los mercados financieros ya han dejado clara su posición, al haberse debilitado la libra y sufrido la renta variable británica”. Si la siguiente fase de contagio afectara al rating, incrementaría el coste de financiación y podría alterarse la hoja de ruta del BoE. El único factor positivo sería la recuperación de competitividad por el abaratamiento de la libra, especialmente para el sector manufacturero y el turismo. 

Consecuencias para la UE

El equipo de expertos de BlackRock ve cinco grandes consecuencias para la UE. La primera sería la pérdida de competitividad, especialmente en lo que atañe a los servicios financieros: “La UE perdería un centro financiero global y un acceso fácil a los mercados mundiales. Es difícil visualizar que ninguna ciudad de Europa continental ascienda a la misma liga financiera que Londres en el futuro próximo”. 

La segunda afectaría a la defensa: “Reino Unido es un importante contribuidor a la seguridad europea, al gastar una media del 2% de su PIB en defensa”. Dejando aparte alianzas en las que esté presente (como la OTAN), “su ausencia podría minar las aspiraciones de Europa de organizar una fuerza de respuesta a problemas de seguridad creíble y autodeterminada”. 

También sufriría el presupuesto europeo, dado que Reino Unido aportó a la Unión un 10% del total en 2015, y supondría la pérdida de un defensor del libre mercado: “La salida de Reino Unido probablemente inclinaría el equilibrio de poder hacia políticos menos amistosos con el mercado”.  Finalmente, una eventual salida “podría pavimentar el camino hacia una mayor integración europea. Aunque Reino Unido no es el único país que está debatiendo los costes y beneficios de una mayor integración, y la predisposición a ese tipo de reformas se ha reducido con la crisis de los refugiados”. Desde la firma consideran que “los partidos populistas o separatistas se alegrarían de un Brexit, porque Alemania, Francia y otros países celebrarán elecciones en 2017”.