En medio del actual entorno de volatilidad e incertidumbre, un ejercicio muy recomendable es analizar cómo se mueven aquellos inversores que históricamente han obtenido mejores resultados con sus estrategias. Y, a la hora de identificarlos, no hay duda de que los grandes inversores institucionales son los que a largo plazo han demostrado una mayor habilidad para navegar con éxito por los mercados. Es el caso de los endowments, los grandes fondos de las Universidades de EE.UU. Estos fondos han obtenido rentabilidades muy por encima de la media. Es especialmente el caso de los cinco mayores fondos universitarios, los conocidos como los super endowments, entre los que se incluyen el de Harvard (36.400 millones de dólares) y Yale (23.900 millones). De media, durante los diez últimos años han obtenido una rentabilidad anualizada del 10,9%, 3,8 puntos más que el retorno generado por una cartera tradicional compuesta al 60% por renta variable estadounidense y al 40% por renta fija (gráfico 1: fuente Frontier Gottex).
Este tipo de inversores tienen muy claro dos conceptos. El primero, el objetivo de la inversión. Harvard y Yale son empresas privadas. Se financian mediante las cuotas que abonan sus estudiantes y de lo que los antiguos alumnos donan a sus endowment funds. Estos fondos les permiten pagar a profesores, mantener las instalaciones, retribuir a los equipos directivos, dar becas… El gasto anual al que deben hacer frente para cubrir sus gastos ronda entre el 3 y el 5% de los activos de los fondos. No tienen horizonte temporal. Son a perpetuidad. La filosofía de inversión que subyace en el corazón de los fondos de Harvard y Yale es la Teoría Moderna de Carteras desarrollada por el Premio Nobel Harry Markowitz, que demuestra que la rentabilidad ajustada al riesgo de una cartera puede optimizarse diversificando en activos con distintas correlaciones. Para los endowments, el asset allocation es clave. Este es el segundo concepto que tienen siempre presente. Se apoyan en los análisis de Roger Ibbotson y Paul Kaplan, que concluyen que el 90% de la variabilidad de los fondos se explica por este concepto.
Los super endowments no mueven sus carteras en función de los vaivenes del mercado. “La asignación de activos ha sido muy estable durante el tiempo, habiendo cambiado de media un 5% anual durante los últimos 15 años”, asegura David Swensen, director de inversiones de Yale (ver gráfico 2). Esta exitosa filosofía de inversión permite extraer dos lecciones. La primera, que lo verdaderamente importante para el inversor no es compararse con el índice, sino definir cuál es el objetivo de su inversión. “Cada uno debe analizar los recursos con los que cuenta y crear su benchmark personal”, coinciden en afirmar Sophie del Campo, directora general de Natixis Global AM para Iberia y Latinoamérica y Ana Guzmán, directora general y responsable de desarrollo de negocio de Aberdeen para Iberia. La segunda, que la asignación de activos debe ir con arreglo al objetivo establecido.
Cualquier inversor tiene a su disposición productos que les permiten adoptar estrategias en función de sus objetivos personales. Lo primero que debe hacer es determinar cuál es su objetivo personal. Lo segundo, buscar el producto adecuado. Por ejemplo, en caso de que el objetivo sea el mismo que los endowments, es decir, recibir una renta periódica, los fondos de income son estrategias que aportan mayor diversificación y, por lo tanto, menor riesgo que la inversión directa en acciones, bonos o inmuebles. Muchos banqueros privados pasan mucho tiempo tratando de convencer a aquellos clientes que se empeñan en concentrar su inversión en un puñado de valores del Ibex 35 que les resultan muy conocidos y que ofrecen atractivas rentabilidades por dividendo de cambiar de estrategia. Sin entrar a analizar la correlación que pueda existir entre las compañías que tienen en cartera, el problema es doble. Por un lado, la concentración del riesgo en un determinado mercado, en este caso el español. Por el otro, la posibilidad de que el dividendo se vea recortado.
Según explica Lucía Gutiérrez-Mellado, subdirectora de Estrategia de J.P.Morgan AM para Iberia, los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de seleccionar el producto de income son tres: nivel de renta que distribuye el fondo y periodicidad, nivel de volatilidad y, muy importante, que el fondo verdaderamente tenga vocación de maximizar la generación de rentas (versus una clase de reparto de un fondo normal).
Si de lo que se trata es de invertir para la jubilación, el inversor deberá asumir más riesgo al principio e ir reduciéndolo a medida que se acerque ese momento. En este sentido, los fondos de ciclo de vida se postulan como una opción válida. Al igual que los endowments, son estrategias en las que prima el asset allocation. La regla es muy clara: a mayor horizonte temporal, más riesgo en las carteras y viceversa. El posicionamiento cambia en función de un modelo predefinido de asignación de activos en el que el riesgo se va moderando gradualmente a medida que se acerca la fecha objetivo. En consecuencia, las estrategias que presentan horizontes temporales superiores a los 20 años invierten prácticamente el 100% de la cartera en renta variable y llegan a su vencimiento completamente posicionados en liquidez. Por norma general, la comisión que cobran es única y decreciente a medida que se acerca la fecha objetivo y las carteras se vuelven más conservadoras.
La diferencia con los endowments son principalmente dos: por un lado, no tratan de mitigar las pérdidas ocasionadas por un mercado bajista con estrategias de cobertura (comprando opciones fuera de dinero que les permitan recuperar parte de las pérdidas como hacen los endowments). Por el otro, no incluyen estrategias alternativas en cartera (actualmente los fondos universitarios invierten de media el 16%). La oferta de fondos de ciclo de vida en España es limitada. Fidelity y BNP Paribas IP son las únicas gestoras internacionales que, por ahora, comercializan productos de este tipo. El FF Target 2015 es el único fondo de estas características que ha llegado a vencimiento. Lo hizo con un nivel de riesgo en el KIID del 2 y un peso en liquidez y activos del mercado monetario del 86%. En el caso de esta estrategia concreta, la rentabilidad acumulada desde su lanzamiento en 2003 fue del 89%. El siguiente en aproximarse a su fecha objetivo, el FF Target 2020, que a su vez es el producto registrado en España con mayor volumen de activos, acumula desde su lanzamiento –también en 2003- una rentabilidad del 110%. Leer más.
Gráfico 2: El asset allocation de los super endowments a lo largo del tiempo