La primera semana de 2016 no será recordada con especial cariño por los inversores. Las pérdidas han sido abultadas en renta variable, pero también significativas en renta fija. Es momento de hacer recuento y evaluar daños.
El año no podía haber comenzado peor en los mercados de renta variable. Las pérdidas han sido cuantiosas y disparan las dudas de los inversores sobre la estrategia a seguir de cara al futuro. El posicionamiento de las carteras ha experimentado cambios muy significativos a partir del pasado verano, cuando estalló la crisis china y ya se anticipaba el endurecimiento de la política monetaria por parte de Reserva Federal de Estados Unidos. A partir de entonces y solo a partir de entonces la dirección de los flujos en Europa viró. Las entradas a fondos de renta fija y mixtos registradas en el primer semestre del año dieron paso a una segunda mitad en la que los monetarios y los productos de gestión alternativa ganaron protagonismo, según evidencian los datos de flujos de Morningstar. Está por ver cuál será la reacción de los inversores europeos en enero ante el nefasto arranque de año que han experimentado las bolsas.
Lo que no tiene vuelta atrás es lo sucedido en renta variable en 2016. Los números rojos se han extendido a lo largo y ancho del planeta. No ha habido escapatoria. En Estados Unidos, el Dow Jones sufre un descenso anual del 6,1%, porcentaje similar al que se deja el S&P 500 (-6%). En Europa, las pérdidas semanales fueron del 7,1% en el caso del EuroStoxx 50, lo que ha llevado al selectivo al entorno de los 3.000 puntos. Este peor comportamiento se explica por el fuerte castigo sufrido por las compañías alemanas, con un importante negocio de exportación a China. De hecho, el DAX está siendo el mercado europeo más azotado en este arranque de año, con un retroceso del 8,3%. Le siguen Milán (-7,2%), París (-6,5%) y Londres (-5,3%). El descalabro del Ibex 35 es del 6,6%, con el sector de servicios financieros e inmobiliarios como el gran damnificado (-9%). Es el peor arranque anual del Ibex 35 de toda su historia. “El efecto que se observó en las bolsas mundiales probablemente fue un acto reflejo de inversores nerviosos y preocupados por el crecimiento en China", aseguran desde Fidelity.
En total se han esfumado en una semana cuatro billones de euros de las bolsas mundiales. El epicentro ha estado en el mercado de acciones A de China, donde las pérdidas en 2016 rondan ya el 20% (ver gráfico: fuente Fidelity). En la sesión de hoy el Índice General de Shanghái volvió a cerrar con pérdidas del 5,33%, mientras que el de Shenzhen se desplomó otro 6,6%. ¿Qué factores explican este comportamiento?
Según Mike Shiao, director de inversiones de Invesco para China, el mecanismo de cortocircuito implementado por las autoridades chinas no fue introducido en el momento adecuado, ya que se hizo en un momento en el que los mercados estaban volátiles tras la subida de tipos de la Fed. “Este es un ejemplo de consecuencias no deseadas de la acción gubernamental. Como ocurre en otros muchos mercados jóvenes en los que la presencia de inversores retail es muy elevada (poseen más del 85% del capital), a menudo las acciones de clase A en China se mueven más por el sentimiento que por los fundamentales. Dada la dolorosa experiencia vivida durante el pasado verano, los inversores chinos entraron en pánico y optaron por vender sus posiciones ante el riesgo de verse atrapados como consecuencia del sistema de cortocircuito. Es evidente que el Gobierno todavía está aprendiendo cómo construir un mercado más estable y robusto de cara al futuro”.
Según Matthew Sutherland, director de gestión de productos de Fidelity para Asia, presuponer que las caídas del mercado de acciones A responden a una perspectiva privilegiada sobre alguna nueva debilidad de la economía china es un razonamiento equivocado. “No existe tal correlación. No hay razón para pensar que los fundamentales tiran a la baja del mercado, pero no al alza. La burbuja de las acciones A no terminó de deshincharse y tiene que hacerlo completamente. Este proceso está dándose actualmente sin lugar a dudas, pero todavía no ha concluido. El PER del CSI 300 se sitúa ahora en 11,3 veces, mientras que en el índice MSCI China (representativo del mercado externo) es de 9,5 veces. No se podría considerar que la burbuja se ha deshinchado hasta que los dos PER estén a la par. Sin embargo, eso es algo que ocurrirá pronto a este ritmo. La verdad de lo que está sucediendo en la economía china no tiene unos tintes tan dramáticos. China está frenándose, no desplomándose”.
La respuesta de los mercados de renta fija
En los mercados de renta fija el comportamiento registrado en este arranque de año también ha sido agitado. Los precios de los bonos con grado de inversión y high yield han sufrido, especialmente este último. Lo evidencia el hecho de que los principales ETF de high yield hayan caído a mínimos de hace siete años, con el SPDR Barclays High Yield Bond, el fondo cotizado de State Street Global Advisors más grande del mundo, experimentando una caída del valor de los activos superior a los 1.000 millones de dólares, según datos de Bloomberg. El mayor temor de los inversores con respecto al high yield lo alimenta indirectamente China. Un enfriamiento mayor de su economía podría añadir presión sobre el precio del petróleo, con los consecuentes efectos que ello pueda tener sobre las compañías vinculadas al sector energético, sobre todo teniendo en cuenta el peso que tienen en el índice americano (15%). En estos momentos, el mercado descuenta unos niveles de default en este segmento del orden del 50%.
A esto hay que añadir los problemas de liquidez que atraviesa este mercado, algo reconocido por los propios gestores de high yield y que ha llevado a muchos de ellos a modificar su política de inversión, reservando un mayor porcentaje de la cartera en efectivo para poder hacer frente sin dificultad a posibles reembolsos y aprovechar oportunidades de inversión en caso de que se les presente. En el resto de mercados de renta fija la situación es más tranquila. En lo que respecta a la deuda pública, por ejemplo, la rentabilidad del bono alemán a 10 años se mantiene en el 0,5%, el mismo nivel al que cerró el año. Lo que ha subido sensiblemente en lo que va de año son las tires de los bonos de países como España, que ahora está en 121 puntos básicos, siete más que a los que estaba a cierre de 2015. En lo que respecta al bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, su rentabilidad está en estos momentos en el 2,12%, frente al 2,26% al que terminó el año pasado.