ASG: la importancia de la regulación para lograr el cambio

Bosque, verde, ESG
Firma: Kazuend (Unsplash)

No basta con decir que se es sostenible, hay que poder demostrarlo. Partimos de este supuesto para explicar la dirección que deberán tomar los profesionales de la gestión de activos y de las finanzas en general para afrontar los retos de los próximos años relacionados con los factores ASG. Esto requerirá una regulación cada vez más estricta y compartida. "Aunque las normas de la UE son complejas y exigentes, esto no debería frenar la innovación en el ámbito de la inversión sostenible", afirma Adrie Heinsbroek, director de sostenibilidad de NN Investment Partners (NN IP). "Tras haber establecido normas comunes para el sector, ahora corresponde a los gestores de activos comprometidos con la frontera de la innovación ofrecer una nueva visión de la inversión y productos que nos lleven por el camino de un futuro sostenible", explicó en un encuentro con la prensa especializada.

El reglamento

Como es sabido, el Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles (SFDR) está en vigor desde el pasado mes de marzo y los agentes del sector se han ocupado de él desde mucho antes. Sin embargo, hay una serie de reglamentos de nivel 2 en preparación y la adhesión a estas normas técnicas se ha pospuesto por el momento seis meses, hasta el 1 de julio de 2022. Por tanto, nos encontramos en una fase similar a la de hace unos meses, con las empresas ocupadas en adaptar su documentación y sus informes a estas nuevas directivas. "Llevamos años utilizando criterios propios para distinguir nuestros fondos y mandatos en cuatro grupos: tradicionales, integrados ASG, sostenibles y de impacto. Esta categorización existente nos está ayudando en la transición a las nuevas categorías de productos del SFDR", explica Simona Merzagora, directora general en Italia de la gestora holandesa.

El empuje de otras inversiones

El mercado de las inversiones sostenibles está en auge. COVID-19 no ha frenado en absoluto esta tendencia, sino todo lo contrario. Según Bloomberg Intelligence, los activos ESG mundiales podrían alcanzar los 53 billones de dólares en 2025, con Europa a la cabeza. El impulso vendrá de una combinación de factores, entre ellos la legislación y la taxonomía antes mencionadas, todas ellas de claro origen europeo.  "Las nuevas normas de la UE pueden ayudar a impulsar el cambio hacia inversiones y financiación más sostenibles, fomentando el desarrollo de nuevos productos, aumentando la concienciación sobre las cuestiones ASG y espoleando a los que aún están rezagados para que actúen", continúa Heinsbroek.

Se puede y se debe avanzar en sectores o zonas geográficas específicas y también en clases de activos específicos como los mercados emergentes y mercados privados.

NN IP  afirma como ejemplo que gracias al llamado "efecto Bruselas", los países de todo el mundo probablemente adoptarán normas y reglamentos similares que ahora se consideran las mejores prácticas mundiales. En los mercados emergentes, donde se encuentran muchos de los países más vulnerables a la amenaza del cambio climático esto significará que las inversiones europeas podrán fluir más libremente hacia estas economías y que los inversores del Viejo Continente obtendrán un mayor rendimiento de la sostenibilidad. Los mercados privados, que actualmente son más impermeables al cambio, también tendrán que avanzar en esta dirección. Según estimaciones recientes de PwC, el porcentaje de activos ASG es sólo del 14,8%.

El boom de los bonos verdes

En cuanto a las clases de activos, el experto se centra en la renta fija: las empresas intensificarán la emisión de bonos verdes que cumplan las nuevas normas de la UE y permitan a los inversores centrarse en proyectos concretos. Los inversores también desempeñarán un papel cada vez más importante en la financiación alternativa, proporcionando a las empresas una financiación crucial para proyectos que tradicionalmente han sido gestionados por los bancos.

Hay que mencionar la última y reciente emisión a nivel europeo de un maxi bono verde de 12.000 millones con el objetivo de recaudar 250.000 millones de aquí a 2026 en un intento de financiar la recuperación post-pandémica del Viejo Continente.

Y también subraya cómo han ido surgiendo nuevas áreas de interés, además del clima. Por ejemplo, señalan el creciente énfasis de los reguladores e inversores en la "S" de las inversiones ASG. En conclusión, esto último también ayudará a estimular soluciones en áreas como la sanidad y la educación, que son clave para crear sociedades más inclusivas en el periodo post-pandémico.