Critica su falta de sentido común
Bill Gross, el gurú de Pimco, ha cargado contra las agencias de rating, por su “timidez y falta de sentido común” a la hora de tomar decisiones, como su actitud al no rebajar la calificación de la deuda española. Así, en su comentario “Lovin’ Spoonful”, publicado en la página web de la gestora, ironiza sobre la exagerada reacción ante el recorte de Standard & Poors a estos activos desde AA+ hasta AA, amenazando con mayores recortes si el Gobierno no estabiliza las finanzas.
“Ohh, demasiado duro”, ironiza, “pero el país tiene una tasa de paro del 20%, un déficit por cuenta corriente del 10%, ha quebrado 13 veces en los dos últimos siglos, sus bonos están cotizando a niveles Baa y su destino es una creciente dependencia de la amabilidad de la Unión Europa y el Fondo Monetario Internacional para rescatarles… características propias de un AAA”, ironiza, un rating otorgado todavía por agencias como Moody’s y Fitchs.
Gross reconoce la necesidad de las agencias de rating en la medida en que han de justificar por ley la calidad de los portfolios, pero critica su papel en situaciones históricas como la crisis de las hipotecas subprime, el escándalo Enron o, en la actualidad, su actuación ante la crisis griega y su posible extensión a los países periféricos europeos, altamente endeudados. “El timo de la estampita no basta para describir el papel sórdido y sin sentido que los servicios de rating jugaron en la perpetración y la perpetuación de la crisis subprime, así como en el reflejo del deterioro general del sentido común a la hora de invertir en las pasadas décadas. Sus advertencias fueron más que lentas cuando llegó el escándalo Enron y el de Worldcom, y más recientemente su fe ciega en la solvencia de los gobiernos permitió los excesos en Grecia y en sus vecinos periféricos”, afirma Gross. El resultado ha sido el mantenimiento de ratings AAA, lo que denota un sentido común nulo, “similar al de un idiota que sabe matemáticas, pero no tiene idea de cómo aplicarlas”, asegura.
“No quiero enterrar a estos agentes, sino despedirlos, pues están sobrevalorados”, dice Gross, afirmando que las firmas endeudadas pueden beneficiarse de su timidez y falta de sentido común. “Han puesto en juego su reputación pero no las enterraremos: nos sobrevivirán a todos nosotros, como vampiros en la noche”, afirma. “Si un chef quiere dar una receta de inversión gourmet, debe mezclar una cucharada de té de inteligencia con una cucharada sopera de sentido común, más aún en entornos donde la avaricia puede dar lugar a burbujas y el miedo a cisnes negros, pero las agencias ya no piensan con esta combinación”.
Según Citywire, Gross no es el único crítico con las agencias, ni tampoco el único que piensa que los bonos españoles cotizan muy lejos de lo que sus ratings indican. El responsable de renta fija de M&G, Jim Leaviss, es otro de los escépticos. Asegura que en el mercado de bonos de alta rentabilidad, las agencias han recortado sus previsiones de quiebra del 20% al 5% debido al estrechamiento de diferenciales pese a la pequeña mejoría de beneficios o ingresos. “Te hace cuestionarte para qué están las agencias de rating pues, si reflejan lo que les dice el mercado de bonos, ¿quién las necesita”.