Giorgio Carlino, director de Multigestión en Mediolanum International Funds Limited (MIFL), comparte con FundsPeople el enfoque estratégico de su firma para la selección de gestores. Además, destaca el apoyo al family banker para que pueda centrarse más en el asesoramiento personalizado.
Comprender y anticiparse a las necesidades de los clientes, mediante la construcción de productos que requieren estructuras y profesionalidad específicas. Este concepto, que no ha dejado de evolucionar con el tiempo, es el eje central de la estrategia de Mediolanum International Funds Limited (MIFL), gestora de activos del Grupo Bancario Mediolanum cuya trayectoria comenzó hace más de un cuarto de siglo.
El punto de partida de esta evolución, explica Giorgio Carlino, responsable de Multigestión de la compañía cuando se puso en contacto con FundsPeople, fue la capacidad de “combinar la profesionalidad externa e interna para construir carteras estables capaces de alcanzar los objetivos de nuestros clientes”.
Carlino es responsable de dos grupos, el de gestión de carteras y el de selección de gestores externos, dirigido por Jason Samons. A finales de septiembre de 2024, la oficina irlandesa gestiona activos por valor de 68.000 millones de euros, “hace sólo 10 años, las cifras se situaban en 20.000 millones de euros”, afirma Carlino. En este escenario, “es difícil encontrar talento ya formado, la profesionalidad requerida para seleccionar gestores es diferente de la necesaria para gestionar un fondo, y con el crecimiento de MIFL, tanto en términos de activos como de servicios requeridos, necesitamos invertir en el desarrollo del talento y en la búsqueda de conocimientos específicos”.
La figura del selector
La selección de gestores externos requiere un enfoque cuantitativo y cualitativo meticuloso. Nuestro análisis, prosigue Carlino, “requiere un plazo de entre cuatro y seis meses para ultimar el gestor que se introducirá en la cartera. Además de los datos facilitados por la casa, de hecho, hemos establecido un cuestionario de due dilligence en el que se solicita toda la información específica”.
La parte cualitativa se ha ido perfeccionando con el tiempo y, además de entrevistar al gestor, al responsable de riesgos y al CIO, también implica a otras personas. “Por ejemplo, entrevistamos a personas que no están directamente relacionadas con las inversiones y, en muchos casos, también a profesionales que han dejado la empresa”, cuenta. El objetivo último de la investigación: “Identificar una serie de elementos, rasgos distintivos, que han llevado a un determinado gestor a crear valor”. Carlino los llama pluses o aristas, y pueden ser diferentes, “la experiencia de un gestor en una clase de activos específica, por ejemplo”. En el momento en que MIFL y el gestor están alineados “es cuando comienza la inversión”.
Un apoyo al family banker
La estrategia desarrollada por la firma de gestión irlandesa de Mediolanum encaja en el negocio del banco. “Estamos convencidos de que podemos ayudar al banquero familiar a centrarse en el valor añadido del asesoramiento, delegando la elección de terceros gestores y la construcción de estrategias bien diversificadas, para que pueda dedicarse exclusivamente al cuidado y consecución de los objetivos del cliente”. La bondad de una asignación, “está ligada a la calidad de los productos: si ofrecemos productos claros y con resultados estables, ayudamos a nuestros banqueros familiares a centrarse más en el asesoramiento”.
En este sentido, el experto ve un cambio hacia un mercado en el que las plataformas multigestor están en alza. “En Estados Unidos, los grupos de family bankers en los últimos años se han agrupado en Registered Investment Advisor (RIA), formados por unos pocos miles de profesionales, y luego se han dirigido a firmas y empresas que se dedican principalmente a la selección de fondos y/o a la construcción de productos multigestor. Aquí, hace 20 años, Mediolanum ya había identificado el potencial de este enfoque”.
La importancia de la gestión activa
Por último, del análisis de Carlino se desprende con nitidez un detalle: el tema de la gestión activa como motor de crecimiento económico y de generación de valor para los inversores. El tema, que también se exploró en profundidad en MedMe, el evento mediático organizado por la gestora irlandesa en su sede de Dublín en octubre, se posiciona como “fundamental para el buen funcionamiento de los mercados financieros: los gestores activos buscan el valor correcto de las empresas que analizan para ayudar a una asignación eficiente del capital”.
En apoyo de esta afirmación, el experto aportó a la rueda de prensa una serie de datos, recogidos a lo largo de un periodo de diez años. En particular, la volatilidad del alfa (valor añadido por el gestor) a corto plazo y su estabilización a largo plazo, “sugieren que el horizonte temporal de los inversores es crítico”. En el caso de las estrategias de renta variable, se necesitan al menos siete años “para mejorar la probabilidad de generar un rendimiento adicional (alfa), mientras que en el caso de la renta fija, se observan resultados positivos incluso con intervalos de inversión más cortos, a partir de tres años”.
De nuevo entra en juego la capacidad del gestor, el factor humano: “No todos los gestores activos generan valor, e incluso los que lo hacen tienen mucha variabilidad y necesitan horizontes temporales muy largos”. El éxito, añade Carlino, “radica en la selección de gestores activos con capacidad de aportar valor, y en la combinación de diferentes gestores y estrategias que permitan al cliente final mitigar el impacto emocional que puede tener la volatilidad durante el periodo de inversión”. En conclusión, “la selección y combinación de gestores con diferentes estilos y habilidades es crucial, ya que la generación de rendimientos adicionales varía con el tiempo, dependiendo de las condiciones del mercado y de los enfoques de inversión elegidos”.