Claves de la nueva reconversión de Orienta Capital

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Orienta Capital está a punto de dar su segundo gran salto desde su fundación hace ya 12 años. En 2006 se convirtió en agencia de valores y ahora está ultimando una nueva reconversión, en esta ocasión en gestora de instituciones de inversión colectiva (SGIIC), tal y como desvela Emilio Soroa, presidente y consejero delegado de la firma, en el número 87 de Funds People, correspondiente a junio.

Soroa es conocedor de la presión que MiFID II impondrá a entidades de pequeño tamaño o tamaño medio como agencias de valores, sociedades de valores o EAFI. Más regulación y supervisión conllevará una mayor burocracia y un aumento de los costes que sólo podrán solventarse con nichos de negocio muy específicos y rentables o con economías de escala e industrialización de los servicios ofrecidos.

Sin ir más lejos, “hay EAFI en la frontera de entre los 50 millones de euros y los 300 millones que lo van a pasar regular con tanta presión regulatoria y aumento de costes. Se tendrán que fusionar entre ellas o integrar en entidades como la nuestra”, prevé. “Es temprano aún, pero no descartamos ser integradores. No tenemos prisa, y estas EAFI tendrían que compartir nuestra visión”, adelanta.

En esta nueva etapa, una de sus nuevas vías de crecimiento -orgánico en este caso- será la gestión discrecional de carteras, un servicio muy en línea con MiFID II que permite monitorizar en mayor medida que el asesoramiento las inversiones de los clientes, quienes delegan según su perfil de riesgo la gestión de su patrimonio en los profesionales.

Cobra sentido, por tanto, conocer en mayor profundidad a su departamento de Inversiones, compuesto por tres profesionales: Pablo del Río, su responsable, Pablo Valdés y Luis Miguel Corral. Por ejemplo, en renta variable suelen buscar gestores con sesgo valor. Le dan gran importancia a las expectativas de beneficio de las compañías que tienen en sus respectivos fondos. “Somos muy estables al seleccionar fondos. Tardamos mucho en introducirlos en cartera, y más aún en sacarlos”, confiesa Soroa. No penalizan especialmente errores concretos de los gestores seleccionados, sino más bien su inconsistencia o cambios relevantes en el equipo de gestión o en la política de la gestora.