En un mercado que castiga la duración y premia la liquidez, los CLO AAA emergen como un refugio táctico: alta calidad, cupón flotante y puntos de entrada cada vez más atractivos.
En un contexto de recortes de tipos inciertos y tensiones geopolíticas, los inversores institucionales deben mantener rentabilidades atractivas sin elevar el riesgo de crédito ni la duración. En este entorno, los CLO (Collateralized Loan Obligations), y en particular los tramos AAA, se consolidan como alternativa eficaz por su alta calidad crediticia, tipo flotante y diferenciales superiores a otros activos investment grade. Esta combinación los hace resilientes frente a movimientos bruscos en los tipos de interés.
Situados en la cúspide de la estructura de capital, los tramos AAA nunca han registrado impagos, ni siquiera en la crisis financiera global. Como señala Rafael Ximénez de Embún, director general de Muzinich & Co para Iberia y Latinoamérica, “los inversores deben ser conscientes del riesgo de impago. Sin embargo, en los tramos AAA ese riesgo gira en torno al valor relativo, no a la solvencia”.
Hay cifras que refuerzan esta solidez, como las aportadas por Massimo Spadotto, director de estrategias de crédito en Eurizon: "Los tramos senior de los CLO han mostrado tasas de impago históricamente nulas, incluso en ciclos de estrés. Entre 1983 y 2023, los CLO con calificación AAA, AA y A registraron una tasa de impago del 0,00 %, frente al 0,12 %, 0,69 % y 1,92 % de los bonos corporativos globales de igual calificación, respectivamente", según datos de Moody's.
Este posicionamiento se traduce en una rentabilidad atractiva frente a otros activos de similar calificación. Macarena Velasco, responsable de ventas sénior de ETF para Iberia y Latinoamérica en Invesco, subraya que los CLO AAA ofrecen rentabilidades propias de bonos corporativos BBB o A. Además, mejoran significativamente el ratio de Sharpe. “Es una inversión en un activo de máxima calidad crediticia que rinde como uno de menor calificación, mejorando la rentabilidad sin aumentar el riesgo”.
Protección frente a tipos y ventaja comparativa
La estructura de tipo flotante es otro elemento clave. Según Ian Bettney, gestor de fondos del equipo de crédito titulizado de Janus Henderson, “invertir en CLO con calificación AAA puede ser clave. Esto es importante para mantener los niveles de rentas a pesar de los menores tipos de los depósitos”. Al estar referenciados habitualmente al euríbor, estos activos ajustan su rentabilidad al contexto de tipos. Esto evita la sensibilidad a la duración y permite adaptarse con agilidad al ciclo.
Esta ventaja cobra más relevancia en un entorno donde los mercados anticipan nuevas bajadas. Timothy Ng, gestor de renta fija de Capital Group, subraya que “los inversores ya están descontando hasta tres recortes de tipos en 2025. Esto es superior a los dos previstos por la Reserva Federal”. Esta expectativa favorece claramente a los activos flotantes. En este contexto, el diferencial de crédito gana peso frente al tipo base.
Además, los CLO AAA aportan valor como herramienta de diversificación. Han mostrado menor volatilidad que otros activos equivalentes, incluso en episodios de tensión, lo que mejora la frontera eficiente de las carteras. Esta estabilidad de precio y baja correlación con instrumentos tradicionales refuerzan su perfil táctico.

Esta diferenciación también ha sido clave para evitar comparaciones con productos fallidos en el pasado. “Aunque existen similitudes estructurales, los CLO parten de una base más sólida: préstamos corporativos con procesos de suscripción más estrictos y estructuras activas, frente a los productos hipotecarios estáticos que fallaron en 2008”, recuerda Spadotto.
Un mercado consolidado y en expansión
La evolución de este mercado respalda su solidez estructural. Desde su nacimiento en los años noventa en EE. UU., los CLO han atravesado múltiples ciclos económicos, incluyendo la crisis financiera global. Tras las reformas posteriores, conocidas como la era “CLO 2.0”, la clase de activos ha mostrado una notable mejora en sus métricas de riesgo. Según datos de Standard & Poor’s, la tasa de impago acumulada desde la crisis financiera es del 0,11%, sin que ningún tramo AAA haya registrado impagos.
Actualmente, el volumen de mercado asciende a más de 1,4 billones de dólares. Hay más de 200 gestores activos. En 2024 se batieron récords de emisión tanto en EE. UU. como en Europa. En 2025, se inician con fuertes expectativas de continuidad, gracias a la ampliación de la base inversora y a la evolución normativa, especialmente en Europa.
Paralelamente, se abren nuevas vías de crecimiento, como los CLO sobre deuda privada del middle market, que ya tienen peso relevante en EE. UU. Además, comienzan a desarrollarse en Europa. Se consolidan nuevas fórmulas como la titulización sintética, bajo el marco de transferencia significativa de riesgo (SRT). Esta compite en eficiencia con los modelos tradicionales.
Si bien los CLO presentan claras ventajas en diversificación, rentabilidad y perfil de riesgo, no están exentos de riesgos. Uno de los temores habituales es su similitud estructural con otros instrumentos de crédito empaquetado, como los MBS (valores respaldados por hipotecas). Estos desempeñaron un papel clave en la crisis financiera de 2008. Sin embargo, las diferencias son sustanciales. A diferencia de los MBS, los CLO están respaldados por préstamos corporativos —no por hipotecas subprime—. Además, son gestionados activamente, lo que permite ajustar la composición de la cartera ante cambios en el ciclo económico.
Valor relativo y oportunidad táctica
En comparación con los bonos corporativos tradicionales, los CLO presentan ventajas diferenciales en términos de entrada y sensibilidad al ciclo. Como recuerdan desde Invesco, “muchos emisores corporativos aún deben refinanciar deuda a largo plazo en un entorno de tipos elevados. Sin embargo, los préstamos sindicados, al ser flotantes, ya han navegado esa realidad”. Esta diferencia táctica se refleja en spreads más amplios y mayor capacidad de adaptación.
Velasco señala que los CLO AAA presentan actualmente niveles de entrada atractivos, tras el reciente ensanchamiento de los diferenciales. “Los spreads se han ampliado en los últimos meses, ofreciendo oportunidades con valor relativo frente a otros activos investment grade. Además, la liquidez del mercado permite una gestión activa de posiciones sin sacrificar calidad crediticia ni visibilidad de flujos”.
Frente a otros instrumentos como fondos monetarios o bonos gubernamentales, los CLO permiten capturar mayores niveles de renta. No hay que asumir riesgos asimétricos. Esta combinación de calidad, flexibilidad y rentabilidad ajustada cobra aún más sentido en un contexto de desaceleración económica. Así lo señala Ashok Bhatia, director de inversiones y responsable global de renta fija en Neuberger Berman: “Los inversores buscan protección en una economía que muestra signos de desaceleración. Los CLO mantienen una ventaja sobre otros instrumentos de renta fija gracias a su resiliencia estructural y su capacidad de ofrecer rendimientos atractivos en un entorno de tasas en descenso”.
El renovado interés por los CLO AAA responde a una necesidad estructural de las carteras institucionales. Su diseño robusto, rentabilidad ajustada al riesgo y flexibilidad los posicionan como instrumento clave en 2025. Como resume Ian Bettney, “ofrecen diferenciales convincentes comparados con otras clases de renta fija. Permiten a los inversores obtener rentas estables a la vez que gestionan eficazmente el riesgo”.
