La directora de Análisis de Inversiones Responsables de LFDE habla sobre lo que ha supuesto la compra por parte de LBP AM para el proceso de análisis de la sostenibilidad y sobre las perspectivas a futuro.
La adquisición de La Financière de l’Échiquier (LFDE) por parte de LBP AM también ha supuesto el encuentro entre dos enfoques de la inversión sostenible. “Hemos dedicado parte de 2024 a analizar lo que cada equipo hace y cómo podemos cooperar”, señala Coline Pavot, directora de Análisis de Inversiones Responsables de LFDE. El proceso ha abarcado “todos los bloques de la inversión sostenible como exclusiones, voto y engagement, definición de inversión sostenible…todo. Se trata de definir la política del grupo de cara al futuro”.
Integración y actualización
Si en LFDE tenían un análisis más cualitativo y más centrado en el gobierno corporativo, en LBP AM es más cuantitativo. “Queremos mantener ese compromiso y esa identidad como inversores responsables, pero también encontrar terreno común, aprendiendo los unos de los otros”, afirma.
Además, también han trabajado mucho adaptándose a las actualizaciones periódicas de la etiqueta francesa Stat SRI para fondos. “Hemos creado grupos de trabajo con los equipos de gestión para mejorar nuestra adecuación a los nuevos requerimientos. Ahora es una etiqueta más exigente, que contempla también unos niveles de exclusiones mínimos, sobre todo en petróleo y gas, derechos humanos y otros asuntos básicos, pero que pueden tener repercusión en las carteras”.
Crisis de la inversión sostenible
Para Pavot la crisis que la inversión sostenible parece estar atravesando puede explicarse en parte por el origen del boom. “En 2020 muchos inversores decidieron unirse a la inversión sostenible no tanto por convicción como por la oportunidad que generó el COVID. En 2022 la situación cambió con la invasión de Ucrania y la crisis energética y algunas oportunidades sufrieron la coyuntura del mercado, sin que la convicción pudiera servir de contrapeso porque no existía en primer lugar”, opina.
La experta asegura no sentirse muy sorprendida porque la inversión sostenible lleva además aparejada la necesidad de explicarla muy bien a los clientes. “El largo plazo es fundamental, así como dejar claro que en este tipo de fondos no hay exposición a determinados sectores como a los combustibles fósiles o a las armas, lo que puede suponer un rendimiento menor en determinados períodos”. En ese sentido, considera que el cuestionario MiFID quizás llegó algo tarde, cuando la ISR ya se había vendido de otra forma, a veces sin suficientes explicaciones y descargos de responsabilidad.
En este escenario también ha irrumpido la victoria de Trump. Para Coline Pavot, las perspectivas no tienen por qué ser completamente negativas. “La Inflation Reduction Act es también una normativa proteccionista, sobre todo respecto al mercado chino en cuestiones como el vehículo eléctrico o las renovables y Trump comparte esos objetivos. Además, ha creado muchos puestos de trabajo en estados republicanos como Texas con la energía solar, por lo que tendrán que analizar los efectos de IRA antes de deshacerse de ella completamente”. Admite, no obstante, que quizás la labor de muchos fondos de pensiones o la de la agencia de protección medioambiental podrían verse afectadas.
Inversión de impacto
Sobre la inversión de impacto, Pavot considera que “hay mucho interés, pero todavía falta educación. Tenemos que seguir explicándola bien a asesores y banqueros para que puedan aconsejar adecuadamente a los clientes”. La experta ha formado parte de grupos de trabajo para definir la inversión de impacto en compañías cotizadas. “La inversión de impacto en cotizadas puede resultar más difícil como concepto, pero hemos diseñado un marco de referencia exigente que nos permite operar sin centrarnos exclusivamente en la cuestión de la adicionalidad del inversor”.
En cuanto al universo de inversión, cree que “en Europa, si solo nos centramos en el impacto directo, puede resultar algo limitado por lo que también tenemos en cuenta compañías que generan impacto de forma indirecta, ya sea a través de soluciones B2B o invirtiendo en medidas para reducir el impacto de su proceso de fabricación, como, por ejemplo, el ecodiseño”. Así, en temas medioambientales también se fijan en el tema de la transición o en compañías que denominan pioneras y que son líderes a la hora de influir en clientes, proveedores y competidores.
Un tema al que se están acercando es a la salud y especialmente a su acceso. “Las grandes compañías y laboratorios no necesitan nuestro dinero, así que buscamos compañías más pequeñas pero muy innovadoras en el diseño de soluciones que sí lo necesitan para investigación y desarrollo”.
Evolución del análisis de sostenibilidad
“Hace unos años, cuando comencé en LFDE, no trabajábamos con datos ASG, todo el proceso era cualitativo, basado en el conocimiento de cada compañía, pero hoy por hoy los datos son necesarios. Además, la regulación va en esa dirección”, reconoce. “Se necesitan datos y poder usarlos de forma efectiva, a veces poniéndolos en duda y otras combinándolos” añade.
A pesar de esa necesidad, han reflexionado sobre cómo usar esos datos sin olvidar el análisis cualitativo. “Usamos filtros cuantitativos para ir acotando el universo de inversión y revisar y validar determinados ratings, pero mantenemos nuestro análisis de gobernanza que es cualitativo y al que le damos mucha importancia porque es clave en un análisis más detallado de la sostenibilidad”.