Tomar un combinado es fácil: no hay más que mezclar un destilado normalillo con un refresco. Los pequeños detalles, como el toque de pulco y las gotas de limón untadas en el borde del vaso -si procede- sólo dependen del gusto del consumidor y de la diligencia del camarero. La cosa se complica cuando el trago viene de una buena botella... especialmente si ésta es de whisky de malta.
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