Cómo luchar contra el cambio climático y obtener rentabilidades de doble dígito: claves de la propuesta de Nordea

Henning7835
Foto cedida

La preocupación por el medio ambiente se ha convertido en una tendencia al alza y no sólo como parte de las inversiones ISR. Prueba de ello es por ejemplo la creciente atención de los inversores institucionales por elegir carteras con una baja huella de carbón. Sin embargo, existen otras formas más directas de participar en la preservación del medio ambiente y además obtener alfa. En esta línea se encaja la propuesta de Nordea, el fondo Nordea 1- Climate and Environment Equity Fund. 

Este producto, gestionado por Henning Padberg y Thomas Sorensen, cuenta con un track record de ocho años. De ellos, ha acabado los últimos cuatro con rendimientos de doble dígito, gracias a su estrategia de centrarse en tres áreas con conexión directa con el medio ambiente: energías alternativas, eficiencia y protección del medio ambiente. 

La exposición a estos temas está ponderada en función de donde ve el gestor una mayor oportunidad de inversión. Actualmente la temática de la eficiencia  es la que cuenta con más peso en la cartera con más de un 75%. Henning Padberg indica que la selección de valores en este espectro se centra en compañías cuyo modelo de negocio se enfoca a la optimización de recursos, y aporta algunos ejemplos: fabricantes de coches eléctricos, fabricantes de electrodomésticos de bajo consumo o fabricantes de materiales ligeros, como por ejemplo fibra y carbono para la construcción de aviones y que así sean menos pesados y requieran menos combustible. 

Las compañías dedicadas a la protección del medio ambiente ponderan alrededor de un 15% en cartera. En este segmento se ubican desde compañías de tratamiento del agua, hasta las dedicadas al control de la calidad del aire o la protección de viviendas contra la especulación inmobiliaria en zonas costeras. 

Energías renovables ocupan menos del 10% de la cartera entre otros motivos para minimizar el impacto del riesgo regulatorio. “Las energías renovables tienen un pequeño peso en el fondo por la dificultad para identificar ganadores y perdedores, son un mercado menos maduro y por tanto se observan más oscilaciones que en otros segmentos”, explica el gestor. Éste afirma que “la regulación a veces es irracional (en referencia a la concesión de subsidios), se pueden aplicar o retirar medidas de forma radical”.  En cambio, afirma que “el mercado de energía solar es atractivo en los mercados en los que no hay subsidios, como en la India”. 

La preferencia del gestor es por compañías que se guían por factores económicos y no dependen de la actuación del Estado, y prefiere las centradas en la eficiencia en parte porque aportan productos y servicios que generan beneficios en un corto margen de tiempo. Las compañías que están presentes en la cartera – que suele estar concentrada entre 40 y 60 valores- responden a este retrato robot: negocios globales, con liderazgo intelectual (patentes), que generan valor para los accionistas y que se encuentren en nichos de mercado. Generalmente son empresas bien establecidas, con muchos años de historia, que han sabido ir adaptando su negocio a las nuevas necesidades de los clientes. 

Construcción de la cartera

La cartera presenta asimismo un sesgo hacia compañías de mediana capitalización, pero el gestor indica que es resultado del proceso de inversión que sigue para la selección de valores. Dicho proceso se estructura en torno a la aplicación de tres filtros: caso de inversión, ESG y liquidez. En el primero de ellos se analizan a su vez cinco puntos: los fundamentales del negocio (incluye también el estado de la competencia y el peso de la regulación), la posición financiera de la compañía, la cultura corporativa (el gestor busca negocios con políticas sostenibles, propietarios con solera y que cuiden a los accionistas), el estado de las valoraciones (en función de si cotizan con descuento sobre los flujos de caja) y la comparación con las expectativas del mercado. 

A pesar de este exhaustivo análisis, lo que determina en gran medida qué compañías van a entrar en la cartera es el filtro ESG. “Buscamos a los beneficiarios del cambio climático, por ello nuestro filtro es positivo: se excluye directamente de la selección por ejemplo a las compañías energéticas tradicionales (petróleo, gas, energía nuclear), que suelen obtener bajas puntuaciones ESG”, detalla Padberg. 

El gestor se sirve de la base de datos MSCI ESG para poder consultar el perfil de las compañías que le interesan y excluir a las que puntúan más bajo. “Nos gusta que las compañías tengan políticas ESG. Por ejemplo, que sean transparentes en la comunicación de sus emisiones, del uso del agua y el carbón y, dependiendo del negocio, de su impacto sobre la biodiversidad”, añade.

El último filtro aplicado es el de liquidez. Para determinar en qué compañías puede invertir, Padberg analiza los volúmenes de los últimos tres meses y determina cuánto sería el 25% del volumen diario para calcular cuánto tiempo le llevaría construir una posición o deshacerla. El objetivo es ser capaz de entrar o salir de un valor en un máximo de diez sesiones. “Nuestro universo de inversión está creciendo de forma estable, pero el riesgo de impago sigue siendo elevado. Por eso, tenemos la necesidad de aplicar un filtro de liquidez y seguir de forma activa a las compañías, para seleccionar a las que son capaces de sacar adelante los proyectos”, indica el gestor. 

¿Qué diferencia al producto de Nordea de otros competidores ESG? “Normalmente, un fondo ESG coge a todos los sectores e invierte en los que tienen mejor puntuación. Puede ser un paso en la buena dirección, pero este fondo tiene un acercamiento más directo al invertir en compañías que marcan la diferencia”, resume el experto a modo de conclusión.