¿Cómo pueden los inversores blindar sus carteras contra la inflación?

Paraguas
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La crisis financiera global y la subsiguiente “Gran Recesión” han provocado una respuesta política sin precedentes. Para apoyar la recuperación, los bancos centrales de todo el mundo han recurrido a toda la gama de herramientas políticas de las que disponen, e incluso han diseñado algunas nuevas. En consecuencia, los balances de los principales bancos centrales han aumentado en nueve billones de dólares, el equivalente al producto interior bruto de Reino Unido, Alemania y Francia a finales del año pasado. Según Ben Lord, gestor de renta fija de M&G Investments, “la expansión de los balances de los bancos centrales señala un cambio no verbalizado en los mandatos de estas instituciones que tendrá importantes consecuencias para los futuros índices de inflación”.

En este nuevo régimen, la principal ocupación del BCE y el Banco de Inglaterra ya no es garantizar la estabilidad de precios. “Su nueva misión es sostener los sistemas bancarios nacionales, compensar los efectos de las medidas de austeridad de los gobiernos, aumentar el comercio e implementar las condiciones para que se generen puestos de trabajo y crecimiento económico”, asegura. Las responsabilidades macro de los bancos centrales se adentran cada vez más en materias que antes era dominio del Estado, por lo que su independencia es cada vez más frágil. “No puede descartarse que los políticos secuestren la política monetaria. Si llegamos a ese escenario, las presiones inflacionarias aumentarán”. ¿Cómo pueden los inversores blindar sus carteras contra la inflación?

Para Lord, con el reciente crecimiento del mercado de bonos corporativos indexados, que ahora es de 50.000 millones de euros en la eurozona y de 40.000 millones de libras en Reino Unido, los inversores tienen más opciones que nunca para proteger sus carteras de la inflación. “La inversión en bonos corporativos indexados hace posible evitar los altos niveles de riesgo de tipo de interés de los bonos públicos ligados a la inflación, y ganar la prima de riesgo de crédito adicional que conlleva realizar préstamos a compañías”. En este sentido, el experto reconoce seguir apreciando valor en las compañías con grado de inversión, y cree que estamos siendo compensados con creces por los niveles estimados de impago de las firmas no financieras.

“La inversión en los bonos corporativos ligados a la inflación podría ser una inteligente estrategia de inversión en los próximos años”. Los bonos indexados pagan al tenedor la inflación más o menos una rentabilidad real. A diferencia de los bonos convencionales, la retribución está ligada a la inflación. De este modo, si la inflación sube, también lo hace su rentabilidad. Siempre que el inversor mantenga el bono indexado hasta su vencimiento, no necesitará preocuparse por un mayor nivel de inflación en el futuro, ya que recibirá la inflación registrada más (o menos, en el caso de bonos públicos indexados en el mercado actual) la rentabilidad real del bono cada año.

El entorno de baja inflación toca a su fin

Hay muchas razones para esperar que el actual periodo de baja inflación llegue a su fin. Los bancos centrales han realizado los mayores estímulos monetarios que hemos conocido, y todavía están pensando en nuevas formas de impulsar el crecimiento. Se muestran cada vez más tolerantes con una inflación superior al objetivo. ¿No se estarán acercando a un importante error político que podría arruinar su credibilidad a la hora de contener la inflación?, se pregunta Lord.

“Los inversores parecen poco preocupados por la posibilidad de una potencial subida de precios. Se trata de una buena noticia para los que queremos comprar protección frente a la inflación ahora. A los precios actuales, las inversiones ligadas a la inflación parecen atractivas, incluso si no se produce un repunte de los precios”. A su juicio, si la inflación se recalienta, probablemente otras clases de activos sufrirán y los bonos ligados a la inflación parecerán aún más atractivos. “Los inversores que no hayan protegido sus carteras podrían acabar quemándose algo más que los dedos”, sentencia el gestor.