Descubriendo al Aberdeen Standard SICAV II Euro Corporate Bond Sustainable and Responsible Investment

Felix Freund
Foto: cedida por abrdn.

Uno de los primeros viajes que ha hecho Felix Freund, responsable de Crédito Europeo y Aggregate en abrdn, ha sido a España. Él es el máximo responsable del Aberdeen Standard SICAV II Euro Corporate Bond Sustainable and Responsible Investment, fondo que invierte en renta fija corporativa europea y que este año disfruta del Rating FundsPeople. Está al frente de un equipo que gestiona 14.000 millones de euros y formado por otros cuatro gestores de carteras: Craig MacDonald, Vicki Cockbain, Josef Helmes y Matthew Hamilton Glover, aunque en total, entre gestores y analistas, el equipo se eleva a 150 profesionales, 50 de ellos contribuyendo a ofrecer ideas de inversión para este producto de crédito europeo con filosofía ASG.

En lo que respecta al Aberdeen Standard SICAV II Euro Corporate Bond Sustainable and Responsible Investment, se trata de un producto englobado dentro del artículo 8 de la SFDR que en la toma de decisiones sigue un proceso de análisis fundamental. “Se trata de una estrategia con una filosofía bottom-up, que presta especial atención a los criterios medioambientales, sociales y gobierno corporativo. Cada analista tiene que evaluar dichos factores en sus procesos, otorgándole a cada emisión una calificación (alta, media o baja) a nivel de sostenibilidad. Excluimos aquellas que tengan un rating de impacto elevado en términos de intensidad de carbono. Es una de las razones por la que no habíamos mantenido posiciones en Rusia”, explica.

Claves del proceso

Pero esto es solo una parte del proceso. A la hora de construir la cartera, los filtros que aplican son varios. En primer lugar, se apoyan en el análisis global que abrdn tiene distribuido por todo el mundo. Una vez realizadas las exclusiones, se focalizan en aquellas emisiones que tienen screenings positivos, principalmente vinculados a la transición energética. “Es lo que explica que la intensidad de carbono de nuestro fondo sea sustancialmente inferior a la del índice. Y lo mismo ocurre con respecto al total de emisiones”, subraya. La mayor parte de la cartera está invertida en emisiones con grado de inversión, si bien también destinan una pequeña parte para rastrear en el universo de bonos de alto rendimiento.

“Aunque podríamos invertir hasta el 10% en emisiones high yield, en la práctica no bajamos tanto en lo que respecta a la calidad crediticia. La realidad es que el 6% de la cartera está invertida en bonos con rating BB y BB+. Principalmente son estrellas emergentes (rising stars) de grandes multinacionales, como por ejemplo puede ser Vodafone. “Además del análisis de sostenibilidad, hacemos nuestros deberes, realizando un profundo análisis fundamental de la compañía, su modelo de negocio, reuniéndonos con sus equipos directivos… y también analizando la valoración, con el objetivo de identificar qué está puesto en precio y qué no. Saber si el bono cotiza caro o barato es clave”, reconoce.

Los tres escenarios

Reservan el 5% de la cartera en liquidez para poder capturar oportunidades cuando éstas se presentan. Es lo que les permitió elevar exposición a algunas entidades financieras europeas en marzo que habían sufrido un fuerte castigo tras el estallido del conflicto bélico y que no tenían exposición a Rusia, como es el caso de Société Générale. Previendo una subida de los tipos y, por tanto, una corrección en el precio de los bonos, se pusieron cortos en duración, algo que, sin embargo, no les salvó del castigo sufrido por los mercados de renta fija tras el cúmulo de malas noticias (invasión de Ucrania, crisis energética, vertiginosa subida de la inflación y, potencialmente, una reducción del crecimiento económico).

Para Freund, “lo peor de la corrección registrada por la renta fija ha pasado”. De cara al futuro, se plantean tres escenarios: el bueno, el feo y el malo. El bueno sería una desescalada del conflicto, en el que las sanciones se mantuvieran, pero no hubiese disrupciones en el suministro de petróleo y gas a Europa. En ese caso, los spreads podrían contraerse entre 20 y 30 puntos básicos. Respecto al feo, un conflicto bélico directo entre la OTAN y Rusia, los diferenciales podrían subir hasta niveles de marzo de 2020, antes de la intervención de los bancos centrales. En el malo, no habría desescalada en el conflicto. Habría sanciones y contra-sanciones e interrupciones en el suministro de gas. En ese caso, los spreads se ensancharían entre 30 y 60 puntos básicos.