Aberdeen ha realizado un estudio entre 15 distribuidores presentes en el mercado español en el que analizan sus inversiones en deuda emergente. Han consultado a siete entidades bancarias, siete empresas multigestión y una red de agentes.
Deuda emergente en España: ¿quién, cómo y por qué invierte? Aberdeen ha realizado un estudio entre 15 distribuidores presentes en el mercado español en el que analizan sus inversiones en deuda emergente. El objetivo perseguido por la gestora a través de este análisis, realizado a través de la metodología I&F, es cuantificar las posiciones en deuda emergente de los inversores institucionales en España, entender cuáles son los principales motores de inversión y riesgos percibidos e identificar la principal forma de acceso a un mercado de deuda emergente que el año pasado se convirtió en centro de todas las miradas ante las fuertes salidas de capital registradas.
El estudio, realizado entre los meses de abril y junio, se basa en información cuantitativa y cualitativa obtenida a partir de entrevistas individuales con los principales responsables de toma de decisiones de inversión en sus respectivas instituciones, entre las que se encuentran siete entidades bancarias (BBVA, Caixabank, Popular Banca Privada, Renta 4 Gestora, Citi España Banca Privada, Banco Espirito Santo y Asesores y gestores financieros), siete empresas multigestión (Atl Capital, Bankia Fondos, BNP Paribas Asset Management, Crédit Suisse Gestión, March Gestión, Pictet y Popular Gestión) y una red de agentes (Citibank España). A mediados de 2013, los activos de las instituciones que componen el panel alcanzaba los 47.000 millones de euros.
En España, el 87% parte de las instituciones que componen el panel (13 de 15) ofrecen acceso a productos de deuda emergente, lo que refleja la creciente demanda del cliente final por esta clase de activo en los últimos años. Sin embargo, la mayor parte de los distribuidores mantiene por el momento un enfoque eminentemente táctico en relación con esta clase de activo. “La deuda emergente es, y seguirá siendo, una inversión táctica. No existe una gran demanda de esta clase de activos por parte de nuestros clientes, ya que estos tienen un perfil conservador y no desean que la deuda emergente se convierta en un parte central de sus carteras”, explican desde una empresa de multigestión.
En el mismo sentido se pronuncian desde una entidad de banca privada, al asegurar que su asignación a deuda emergente es -y continuará siendo- táctica. “En nuestra opinión, la deuda de los países del sur de Europa ofrece una rentabilidad más favorable y un riesgo que nuestros clientes entienden y no temen. Están menos familiarizados con el mercado de deuda emergente y con los riesgos que puede implicar un bono colombiano en divisa local”, ejemplifican. Actualmente, no hay una tendencia a incrementar las posiciones en deuda emergente, ya que el nivel actual es relativamente alto.
Exposición a deuda emergente
Los 13 distribuidores que ofrecen deuda emergente tenían hace apenas seis meses 41.000 millones de euros en activos financieros, de los que 21.000 millones (el 51%) están asignados a renta fija. Dentro de esta cartera, la deuda emergente representa algo más del 6%, lo que equivale a 1.300 millones. La caída que ha registrado esta clase de activo a lo largo de los últimos meses ha llevado a algunos distribuidores incluidos en la muestra a disminuir su exposición a deuda emergente, lo que constituye un reflejo del enfoque táctico que representa esta clase de activo.
Una las empresas de multigestión aseguraban entonces tener el 10% de la cartera invertida en deuda emergente. “Este porcentaje era muy superior meses atrás, pero hemos reducido nuestra posición en esta clase de activo. En nuestra opinión, la rentabilidad ya no es tan alta como para compensar los riesgos asumidos”, reconocía una de las entidades que participaron en la encuesta. Otra firma de multigestión señalaba que la deuda emergente no constituirá una parte importante de su estrategia de inversión a corto plazo. "No obstante, a medio plazo sí que aumentaremos nuestras posiciones, ya que nuestras necesidades de diversificación están aumentando”.
En la misma línea se pronunciaba una entidad de banca privada. “En la actualidad, la deuda estadounidense y europea tienen un efecto negativo en las carteras de nuestros clientes, por lo que estos nos están demandando alternativas que ofrezcan una mayor rentabilidad. Las únicas alternativas que podemos ofrecerles son la rentabilidad absoluta o la deuda emergente, razón por la cual nuestras asignaciones a esta clase de activo van a seguir aumentando a largo plazo”, explica la institución de banca privada. En general, los distribuidores mantienen una mentalidad positiva en relación con los mercados emergentes, si bien hay divergencias.
Algunas entidades de banca privada aseguran estar promoviendo la inversión en fondos de deuda emergente al entender que estos países presentan mejores fundamentales que los desarrollados y se benefician de unos mercados más grandes y de sus exportaciones. Otras reconocen haber dejado de invertir hace poco en esta clase de activo, al pensar que “se trata de un mercado sobrevalorado y tememos que se produzca un estallido de la burbuja. Además, nos da miedo el clima político que se respira, por ejemplo, en países como Turquía, Brasil o Argentina”.
¿A quién corresponde la decisión de invertir?
La decisión de invertir en un tipo de deuda emergente se deja a menudo en manos de la gestora, ya que conoce mejor esta clase de activos. Así, al menos, lo indican desde una empresa de multigestión. “Nosotros no analizamos la deuda emergente por zonas o por países. Únicamente decidimos cuánto queremos invertir en deuda emergente y elegimos a gestores de fondos en los que confiamos para esta clase de activo. Pensamos que su visión sobre el tema es más amplia que la nuestra para decidir en qué país quieren invertir”. En lo que respecta a las preferencias geográficas, las instituciones mantiene una perspectiva global más que regional. En este sentido, existe un consenso claro sobre los fondos, con preferencia por la deuda asiática y latinoamericana.
Motores de inversión de deuda emergente
Al igual que en el resto de Europa, los principales motores de inversión en deuda emergente para los inversores españoles son la mejora de la rentabilidad y la diversificación de la renta fija. También cabe mencionar la revalorización de la divisa, ya que constituye una de las razones para invertir en esta clase de activo. “En la actualidad, la deuda emergente constituye la única alternativa a la deuda de los países de Europa Occidental, que presenta un riesgo cada vez mayor y unas rentabilidades decepcionantes. También invertimos en deuda emergente por motivos de diversificación y porque los fundamentales a largo plazo son más favorables en los países emergentes que en los desarrollados”, afirman desde una firma de multigestión. Otras aseguran que solo invierten en este activo para compensar la creciente correlación con los activos clásicos.
Principales riesgos
Para los inversores, los principales factores de riesgo en relación con las inversiones en deuda emergente son los riesgos de carácter político y gubernamental. No obstante, consideran que las tensiones políticas que han acontecido a lo largo de 2013 en algunos países son algo temporal. Los distribuidores españoles también consideran importante el riesgo de impago, dada su experiencia pasada con algunos emisores, como Argentina. Cabe señalar que los distribuidores únicamente pueden tratar de influir en la decisión del inversor final. Algunos son conscientes de que la exposición de sus clientes a esta clase de activo puede ser demasiado elevada, pero el cliente en cuestión puede no compartir su análisis de riesgo en relación con los emisores de deuda emergente.