Efectos del conflicto bélico sobre la política monetaria: no descarrila, pero la altera

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Foto: Christine Lagarde. Fuente: Martin Lamberts/ECB.

Las complicaciones se están multiplicando para los bancos centrales. Para la economía global, y en concreto la europea, la guerra conllevará un shock de oferta negativo. Todo apunta a que disparará la inflación al subir el precio de la energía y la alimentación. Y también que pesará sobre el crecimiento, afectando a los ingresos reales disponibles de los hogares y aumentando los costes de los suministros de las empresas. “Esto complica la tarea de los bancos centrales que intentan calibrar una respuesta apropiada para controlar la inflación sin perjudicar indebidamente la economía”, advierten desde J. Safra Sarasin.

Lo que está claro es que los bancos centrales se enfrentarán a un dilema. Se verán obligados a elegir entre dos opciones. Cada una de ellas podrá tener efectos económicos negativos. Tal y como explica François Rimeu, estratega senior de La Française AM, la primera opción sería respetar sus mandatos, manteniendo así su credibilidad y continuando el endurecimiento de la política monetaria para luchar contra la creciente inflación. “Con la demanda de los consumidores potencialmente bajo presión, ésta es una opción difícil de tomar y podría tener efectos negativos sobre el crecimiento”, afirma.

La segunda opción sería retrasar las subidas de tipos hasta que la situación se calme, lo que implicaría correr el riesgo de que la inflación se consolide. “Por el momento, no esperamos que el riesgo geopolítico impida que la Fed suba los tipos de forma constante en 25 puntos básicos en cada una de sus próximas reuniones. Además, creemos que la incertidumbre geopolítica reduce las probabilidades de una subida de 50 puntos básicos en marzo”, señala el experto de la firma francesa.

Fed: un endurecimiento más lento

Andrew McCaffery, director global de Inversiones del área de Gestión de Activos en Fidelity International, ha mantenido sistemáticamente que la Fed tendría que endurecer su política más despacio de lo anunciado. Lo creía así debido a los elevados niveles de deuda acumulados para afrontar las consecuencias de la pandemia.

“La crisis de Ucrania lo hace aún más probable debido a que, aunque ha tirado aún más alza de los precios de la energía, también plantea riesgos para el crecimiento, especialmente en Europa. Los bancos centrales podrían tener dificultades para cambiar radicalmente de discurso si el crecimiento comienza a debilitarse y no regresarán al modo expansivo”, sostiene. En lugar de eso, espera que sigan intentando endurecer la política, pero lentamente, con la esperanza de evitar una recesión.

La Fed está sometida a una gran presión

En Loomis Sayles, del grupo Natixis IM, creen que la Fed está sometida a una gran presión para subir el precio del dinero. “Seguirá adelante con un alza de 25 puntos básicos en marzo. Esperamos que otros bancos centrales continúen con una política más restrictiva, aunque la magnitud de las subidas de tipos puede ser moderada”.

En la firma están convencidos de que el conflicto no hará descarrilar la política monetaria. Eso sí: creen que, a largo plazo, probablemente creará un entorno de decisiones de política monetaria más complejo, ya que los bancos centrales se enfrentan a los riesgos de una posible estanflación. “Podrían tener que adaptar sus estrategias en consecuencia”, aseguran.

La situación del BCE

En cambio, el BCE podría estar ante una situación diferente. "Lo es porque Europa se verá más afectada por el conflicto de Ucrania", afirma Keith Wade. El economista jefe de Schroders ya esperaba que la autoridad monetaria europea se mostrara más moderado que el consenso, que preveía dos subidas de tipos este año. “Lo ocurrido estos días ha reforzado nuestra convicción de que el BCE no subirá los tipos de interés durante este año y mantendrá el QE. Probablemente suba tipos una vez en el segundo semestre de 2023”, augura.

Cabe recordar que Robert Holzmann, miembro del BCE, declaró que “el conflicto de Ucrania puede retrasar la retirada de estímulos”. Esto indica que la autoridad monetaria europea está dispuesta a adoptar una postura menos restrictiva si es necesario.

Todo podría depender de cómo evolucione el conflicto. El hecho de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, haya activado la fuerza nuclear y de que los países europeos estén cerrando sus espacios aéreos a aeronaves rusas es un paso más en la escalada de tensión.

“La principal fuente de incertidumbre es cómo reaccionarán Ucrania y las potencias occidentales. Se supone que la respuesta se materializará en forma de endurecimiento de las sanciones. Pero también está la cuestión de si en algún momento Occidente estará dispuesto a intervenir militarmente”, apunta Johanna Kyrklund, directora de Inversiones en Schroders. En este sentido, la incertidumbre es, por ahora, escasa.