El BCE empezará a reducir su QE en 2018: primeras reacciones

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European Parliament, Flickr, Creative Commons

Mario Draghi dispone de casi tres meses para convencer a los mercados de lo beneficioso de la retirada de su programa de estímulos monetarios, partiendo – ahora sí- de una certeza: el tapering del BCE arrancará en enero de 2018, y comenzará con un recorte en la cantidad de bonos soberanos adquiridos de 60.000 a 30.000 millones de euros hasta finales de septiembre de 2018 “o más allá, si es necesario, y en cualquier caso hasta que el Consejo de Gobierno vea un ajuste sostenido en la trayectoria de la inflación que sea coherente con su objetivo de inflación”.

La letra pequeña de este anuncio es importante. En primer lugar, viene con la advertencia de que, “si el entorno se vuelve menos favorable, o las condiciones financieras se vuelven incoherentes en relación con un mayor progreso hacia un ajuste sostenido en la trayectoria de la inflación, entonces el Consejo de Gobierno estará listo para incrementar el programa de adquisición de activos en términos de tamaño y/o duración”. Sguiendo el precedente sentado por la Fed, el Eurosistema reinvertirá el principal de los bonos de su balance cuando estos lleguen a vencimiento, “durante un periodo de tiempo extenso después del final de sus compras de activos y, en cualquier caso, durante tanto tiempo como sea necesario”. Además, no se tocan ni los tipos de interés ni las principales operaciones de refinanciación incluyendo las rondas de liquidez a tres meses para la banca), que se mantendrán “durante el tiempo que sea necesario, y al menos hasta el final del último periodo de mantenimiento de reservas de 2019”.

Los mercados han reaccionado inmediatamente después de que la autoridad monetaria publicara su comunicado: las principales referencias de deuda soberana de la eurozona ha experimentado un rally, mientras que el euro ha visto un fuerte movimiento a la baja en su cruce contra el dólar.

“La eurozona continúa dependiendo de la muleta del QE, y esto no cambiará en ningún momento del futuro próximo, dada la fragilidad de la presión inflacionaria y la cautela del banco central para desbaratar el crecimiento naciente de los precios”, comenta Martin Arnold, analista de ETF Securities. Éste vaticina que el euro seguirá a la baja, “al reforzar la cautela el mensaje de Draghi durante la rueda de prensa”.

El anuncio del BCE se ha ajustado casi al milímetro a la previsión del consenso de mercado, que esperaba que las compras mensuales de bonos se redujeran a la mitad y que el programa de estímulos se ampliase durante nueve meses. Y aunque el discurso de Mario Draghi ha sido cauto, ha sido quizá más optimista de lo que se venía anticipando en los últimos díasEl presidente del BCE se refirió en numerosas ocasiones durante su intervención en la conferencia de prensa al buen momento de crecimiento que está experimentando la eurozona, a la fortaleza de la recuperación cíclica – respaldada por los buenos datos macro adelantados- y a la continuación de la expansión económica. “El reajuste de las compras de activos refleja la creciente confianza en la convergencia gradual de la tasa de inflación hacia nuestro objetivo”, comentó Draghi.

Éste destacó que, ahora, la mayor fuente de riesgo a la baja no estaba en la propia eurozona, sino que procedía del exterior (particularmente a través del tipo de cambio), y justificó la decisión de mantener los estímulos precisamente para sostener estas condiciones favorables y así avanzar en el objetivo de conseguir que la inflación se quede en el 2% o ligeramente por debajo en la eurozona.

“Este escenario permite al BCE seguir actuando durante más tiempo y contribuye a alejar una posible primera subida de tipos hasta 2019”, afirma David Simner, gestor de Fidelity International. Éste añade una observación acerca de los factores técnicos: “Aunque el efecto neto en los flujos será negativo para la deuda pública europea, dado que las compras brutas mensuales descenderán, la reinversión de los próximos vencimientos atenuará en parte el efecto neto sobre el mercado”.

Para Simner, probablemente este punto de inflexión se está produciendo en el momento adecuado: “No cabe duda de que el trasfondo económico ha mejorado y los bancos centrales han sido determinantes para el rebote del crecimiento en todo el mundo. Sin embargo, hoy día las herramientas de política monetaria no convencionales han cumplido en gran medida con su cometido y es evidente que ya no son necesarias”. La recomendación del gestor es que “los inversores tendrán que moverse con cautela ahora que los mercados entran en una nueva fase caracterizada por un apoyo de los bancos centrales menor del que nos han tenido acostumbrados durante la última década".

François Raynaud, gestor de asignación de activos y deuda soberana en Edmond de Rothschild AM, considera que la decisión del BCE perpetúa el escenario “lower for longer”, al mantener los estímulos – aunque sea en menor cuantía- durante un periodo de tiempo superior al esperado inicialmente. Raynaud piensa asimismo que, ante este mensaje, “la reacción de los mercados deberá ser limitada”.

Tobias Schafföner, analista sénior de Flossbach von Storch, afirma que la fórmula que ha propuesto el BCE es “una solución pragmática para ganar tiempo”. No obstante, advierte que la única pieza que no termina de encajar en los planes del BCE es la fortaleza del euro: “Un euro fuerte importa deflación en la eurozona y aleja la inflación actual del nivel objetivo del 2% definido por el banco central para proteger la estabilidad de precios. Por ello, cuando el tipo de cambio conduce a la deflación, es necesario que el banco central tome cartas en el asunto”, explica.