El cambio radical que han sufrido las correlaciones entre los activos tradicionales en la última década

Señales señal caminante
Robert Ruggiero, Unsplash

Hace apenas diez años se podía tener una cartera bien diversificada invirtiendo tan solo en renta fija y renta variable pero la decisión de los bancos centrales de inyectar dinero al sistema de forma coordenada con el objetivo de generar crecimiento económico e inflación, y no necesariamente por ese orden, provocó una inflación de activos financieros que dejó tanto a la renta variable como a la renta fija en un constante modo de rally que ha permitido que hoy sean varios los índices de renta variable que cotizan en máximos históricos, al tiempo que las rentabilidades de los bonos más seguros lo hacen en mínimos.

Ese excesiva correlación entre los activos tradicionales no solo se ha notado en tiempos de euforia de mercado sino también cuando éste se ha enfrentado a correcciones que, de momento, han sido poco profundas. De hecho, 2018 cerró con el dudoso honor de haber sido el peor año para la inversión en activos tradicionales de la última década, ya que el 90% de estos de estos despidió el ejercicio con pérdidas.

La gestora Schroder ha representado en un gráfico cómo han cambiado esas correlaciones entre los activos tradicionales en la última década y el S&P500 y lo ha comparado con las correlaciones que mantenían justo en la década. Su conclusión es clara: las viejas correlaciones ya no sirven para conseguir una cartera diversificada.

Captura_de_pantalla_2019-05-20_a_las_8

 

Las materias primas ya no sirven tampoco

En concreto, las mayores diferencias en cuanto a las actuales correlaciones del mercado y las vistas en el pasado se encuentran en activos como el de los bonos corporativos de EEUU. En la década anterior al estallido de la crisis de las subprime el comportamiento de estos era completamente opuesto al del S&P 500 y de ahí la correlación negativa que mantenían pero ahora ésta es positiva ya que al ser considerado un activo de riesgo, más de lo que lo era en el pasado, cotiza de forma similar a la renta variable. 

Grandes diferencias se observan también en lo referente al mercado de materias primas. En el pasado, una estrategia clara era la de recurrir a la inversión en ellas, sobre todo al oro, como forma de proteger la cartera ante los vaivenes del mercado y de ahí que su correlación con respecto al S&P500 fuera cercana al 0. En la última década, en la que la guerra de divisas y las crisis geopolíticas han pesado cada vez más en el mercado esa correlación ha alcanzado niveles de 0,5%

Los grandes inversores, conscientes de la necesidad de encontrar opciones para sus carteras que les permitan una mayor diversificación han ido incrementando en los últimos años el peso de los activos alternativos en las  mismas hasta el punto de carteras que les permitan una mayor diversificación han ido incrementando en los últimos años el peso de los activos alternativos en las  mismas hasta el punto de que según un estudio de Ernts&Young los inversores ya destinan el 26% de las carteras a activos alternativos. Al fin y al cabo, según apunta Andrew Dreannen, responsable de activos alternativos líquidos de Schroders, “es importante tener este tipo de activos en todos los momentos de es importante tener este tipo de activos en todos los momentos de mercado pero quizá ahora más ya que con ellos se consigue proteger la cartera en caso de que se produzcan correcciones en el mercado”. 

Más, teniendo en cuenta que si hay algo en lo que coindicen la mayor parte de los expertos es que los inversores se enfrentan durante la próxima década a rentabilidad menguantes y riesgos crecientes en los que será clave encontrar nuevas fuentes de diversificación. De hecho, no es casualidad que Morgan Stanley identifique el área de alternativos como una de las tres grandes patas de crecimiento para las gestoras a largo plazo.