“El high yield es uno de los escasos activos capacitados para batir a la inflación”

James
Foto cedida

Tras el espectacular rally vivido por el mercado de alto rendimiento en 2012… ¿hay espacio para ganancias adicionales? James Tomlins, especialista de high yield de M&G Investments y gestor del M&G European High Yield Bond Fund, cree que sí. “Aunque 2013 será un año en el que el inversor no debe esperar las fuertes subidas registradas en 2012, en nuestro escenario central estimamos que el mercado podría ofrecer una rentabilidad del 7,2%, un porcentaje que vendría dado fundamentalmente por la rentabilidad aportada por el cupón y en menor medida por la comprensión de los diferenciales, que no obstante calculamos para este año en torno a los 100 puntos básicos”.

En una presentación realizada en Madrid, Tomlins se mostró especialmente optimista sobre el high yield europeo. “Desde 2008, el tamaño del mercado de deuda de alto rendimiento ha crecido de manera muy importante, al pasar de los 114.000 millones de euros a los 327.000 millones actuales. A pesar de su atractivo, este mercado ha sido ignorado por los inversores europeos”. En su opinión, la aproximación debe hacerse de manera muy rigurosa y selectiva. “La importancia del análisis del crédito y el estudio de compañía por compañía resulta en estos momentos crucial teniendo en cuenta que Europa va saltando de crisis en crisis”, afirma el experto.

En términos generales, Tomlins cree que el high yield es uno de los escasos activos capaces de batir a la inflación, lo cual lo hace especialmente interesante sobre la base de que la inflación será el mayor problema a 5-10 años para los que busquen rentabilidad. “El panorama macro sirve de apoyo. La intervención del BCE ha servido para reducir los riesgos de cola. En este sentido, los bancos centrales seguirán concentrándose en provisionar liquidez y en proseguir con la represión financiera. Al mismo tiempo, los ajustes fiscales puestos en marcha por los gobiernos seguirán lastrando el crecimiento económico. La incertidumbre política y la tensión social continuarán siendo factores de preocupación”.

Existen, a su juicio, dos aspectos clave que elevan el atractivo de esta clase de activo. “En primer lugar, la búsqueda de rentabilidad por parte del inversor en un mercado que cuenta con unas valoraciones muy cerca de su precio razonable, pero donde la rentabilidad vendrá por el lado del cupón. En segundo término, unos niveles de impago (default) que podrían aumentar ligeramente, pero desde una base muy baja. Los balances de las empresas se encuentran en una situación decente. En el caso de las compañías europeas, éstas están más preocupadas por el futuro, lo que les hace ser más cautas y, por extensión, favorece a los tenedores de su deuda”, indica el experto.

Las mejores oportunidades de inversión en high yield se encuentran, según Tomlins, en los activos con calificación crediticia ‘B’. “El equipo de M&G Investments hace su propio análisis crediticio. Esto nos permite encontrar bonos, por ejemplo, en el espectro del ‘CCC+’ que quizás debieran estar más en el lado del ‘B-’. De lo que se trata es de explotar estas oportunidades”, asegura. La británica House of Fraser, la química Ineos (empresa que se ha visto castigada por ser europea a pesar de contar con un negocio global) y la italiana Guala Closures Group son ejemplos de algunas compañías que actualmente mantiene en cartera. En España, el experto cita a ONO.

Para este año, Tomlins ve al high yield como un mercado en el que habrá volatilidad y que no estará exento de riesgos. “Nuestra expectativa de rentabilidad para este añoestá muy en línea con el consenso. Eso es precisamente lo que nos hace ser cautos, ya que el mercado ha dejado claro su capacidad para sorprender al inversor. En el caso de que asistiésemos a sorpresas positivas, las ganancias podrían ascender al 9%, con una contracción del spread de hasta 200 puntos básicos. En el caso de shock negativo, la rentabilidad esperada sería del -1,2%, con una ampliación de los diferenciales de hasta los 250 puntos básicos”.

Los ratios de default, por su parte, estarían entre el 2% (el mejor de los escenarios) y el 3% (en caso del peor). “No creemos que vayamos a asistir a un shock del mercado. Basta con decir que, con la crisis de Chipre, los spreads de los bonos se han movido entre 15 y 20 puntos el pasado lunes, justo el día en el que el mercado cotizó la noticia de la quita a los depositantes. Ver un aumento de los diferenciales de 250 puntos básicos sería una catástrofe”, afirma. Además del M&G European High Yield Bond, fondo con algo más de 100 millones de euros en activos bajo gestión, la gestora cuenta con el M&G High Yield Corporate Bond, fondo con un patrimonio superior a los 1.500 millones de euros.