En la gestora opinan que los peligros a medio plazo para la economía mundial y los mercados financieros son, en ambos casos, superiores y más variopintos que hace un año.
Durante el arranque de 2016, el principal riesgo para la economía mundial era la posibilidad de una recesión motivada por los beneficios en Estados Unidos y, a medida que nos aproximamos a 2017, el riesgo inmediato de que el país entra en una fase recesiva parece mucho menor de lo que era. De hecho, los riesgos de alza para la inflación y el crecimiento mundial a corto plazo son probablemente mayores de lo que han sido durante muchos años, y existe la posibilidad de que –para variar– los analistas revisen sus previsiones para 2017 al alza y no a la baja. Sin embargo, en J.P.Morgan AM opinan que los peligros a medio plazo para la economía mundial y los mercados financieros parecen ser, en ambos casos, superiores y más variopintos que hace un año. En este sentido, a medida que nos adentremos en el año, en la gestora vigilarán muy de cerca tres cuestiones:
La primera es que, tal y como explica Stephanie Flanders, estratega jefe de mercados para Europa, la reflación en Estados Unidos es más beneficiosa que perjudicial para la economía mundial y contribuye a acelerar el crecimiento mundial y a acabar con los temores a la deflación sin provocar las importantes disrupciones financieras que podrían producirse en los mercados mundiales debido a un marcado reajuste en las expectativas sobre los tipos estadounidenses y/o un incremento drástico adicional en el dólar.
La segunda es que –según Flanders- la incertidumbre política en la zona euro no se traduce en una renovada crisis existencial de la región con la victoria electoral de los candidatos tradicionales en Países Bajos, Francia y Alemania y los inversores no vuelven a cuestionar la sostenibilidad de la deuda pública en Italia y otros países o el posible desmembramiento de la zona euro.
La tercera es que el Reino Unido se ralentizará marcadamente en 2017, pero no entrará en recesión. “Aunque presuponemos que el impacto del Brexit será negativo, su alcance no será suficiente para desencadenar una desaceleración económica. No obstante, deberemos permanecer atentos al impacto de la mayor inflación sobre los consumidores en un entorno en el que muchas empresas han paralizado sus planes de inversión”, afirma Flanders.